Horacio González,
director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, habla sobre la “Encrucijada
Cultural Argentina” en Madrid
Julia Sáez-Angulo
Horacio González (Buenos Aires, 1944), director de la
Biblioteca Nacional de Argentina ha pronunciado una conferencia sobre “La
Encrucijada cultural argentina”. El acto tuvo lugar en la Secretaría General
Iberoamericana (SEGIB) y el conferenciante fue presentado por Jorge Alemán,
consejero cultural de la Embajada de la República Argentina en España.
Docente y ensayista, Horacio Luis González es doctor en
Ciencias Sociales y digno sucesor de Jorge Luis Borges, al frente de la
Biblioteca Nacional de Buenos Aires. Desde 1968 ejerce la docencia en diversas
universidades e instituciones de posgrado. Entre sus libros publicados figuran “El
arte de viajar en taxi”, “Aguafuertes pasajeras” (2009), El acorazado Potemkin
en los mares argentinos (2010), “Kirchnerismo, una controversia cultural (2011)
o “Lengua del ultraje. De la generación del 37 a David Viñas (2012).
Jorge Alemán dijo en la presentación que Horacio González es
autor de la “escritura que indaga, de los problemas del lenguaje allí donde
muestra sus límites, que es en las anomalías del propio lenguaje”. Es un
escritor que sabe de “la conspiración, el sinsentido, la locura y la retórica
de la política”. Aunque conoce el carácter fallido de las instituciones
políticas, Horacio González “no renuncia al compromiso”.
En la prolongada conferencia, el primer bibliotecario argentino
recordó que “el mundo se mueve al ser interpretado. Eso es pensar”. Analizó el
origen, la historia y las controversias del himno nacional argentino, un “cantico
de sacralidad laica”, si bien “todo símbolo invita a una profanación”. También
habló de la polémica historiográfica sobre la base documental o de tradición
oral según las visiones de Sicre o de Vicente Fidel López.
Se detuvo en la idea del héroe y el traidor, como figuras de
anverso y reverso en una trayectoria humana. Citó en varias ocasiones los
cuentos de Borges en los que se habla de civilización y barbarie y el paso de
un bárbaro a la civilización, solo por ver los mármoles de Rávena. También señaló
la preferencia de Borges por “Facundo” en de ve por Martín Fierro y la
importancia que tenía en un país la elección de uno y otro prototipo en su
literatura.
“Qué
somos cuando argentinos nos llamamos”
Comentó la pregunta de Sarmiento: “Qué somos cuando
argentinos nos llamamos” y habló de la locura en hombres y multitudes, recordando
a Ramón Mejía. La historia la hacen con frecuencia los neuróticos con
monomanías. Comentó la locura popular, la simulación, la impostura en las sociedades,
especialmente referencias a la Argentina, con ejemplos históricos.
Dijo que “Argentina estaba hecha con muchos materiales y
entre ellos el odio”. Subrayó que el enemigo principal es la indiferencia y el
silencio ante algo que no se nombra para no hacerlo existir. “No dar nombre
para no constituirlo”.
Finalmente terminó con el debate del kirchenirsmo dentro del
peronismo y viceversa. Lamentó los lenguajes y la lengua que no se cuida y
puede producir injurias, un enorme caudal en la cultura argentina.
El largo coloquio fue muy animado.
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