Peridis
escribe sobre “La luz y el misterio de las catedrales”
Julia
Sáez-Angulo
El arquitecto y dibujante José María Pérez Peridis (Cabezón
de Liébana, Cantabria, 1941) de Aguilar de Campoo de corazón, donde residió
desde los tres años, ha presentado su
libro “La luz y el misterio de las catedrales" en la catedral de Cuenca, en
presencia del capellán mayor y director conservador de la misma, Miguel Ángel Albares..
El
ensayo con algunos de los dibujos del autor ha sido publicado por la editorial Espasa, en
colaboración con la Fundación Santa María la Real y Televisión Española que comenzará
en breve a emitir un programa sobre las catedrales en la cadena 2, con el mismo título del libro.
Siete catedrales ha seleccionado Peridis: Jaca, Santiago de
Compostela, Lérida, Barcelona, Burgos, Cuenca y Oviedo. La no incursión de la
de Toledo parece un olvido imperdonable o querido.
Peridis es un buen narrador oral y por escrito porque
exolica con entusiasmo sobre lo que admira y en lo que cree. Habla de las
catedrales como un tiempo de luz, frente a la oscuridad del románico anterior;
se aligeran las paredes y aparecen las vidrieras que permiten una entrada de la
luz natural del sol.
El libro se abre con una cita de Marcel Proust: “Las
catedrales no son únicamente los más bellos monumentos de nuestro arte, son los
únicos que viven la vida integral, los ñunicos que permanecen en relación con
la finalidad para la que fueron construidos”.
Peridis abogó por el uso religioso de las catedrales para
que respondan al espíritu con el que fueron creadas. “Las catedrales acogieron en
su momento a los artistas y fueron el avance en arquitectura y nuevas
tecnologías”.
“Del
arco de medio punto se pasó al arco apuntado; de la bóveda de medio cañón a la
de crucería. Las catedrales eran “elevación e iluminación”. “Las catedrales son
expresión de la ciudad. Duraron mucho tiempo en su construcción porque daban
empleo al pueblo. Por ella pasaban canteros, marmolistas, vidrieros,
emplomadores… Fueron una fuente de trabajo y un valor añadido”.
Monumentos imperecederos porque
están bien hechos
“Las
catedrales son monumentos imperecederos porque están muy bien hechos; lo más
grande que ha hecho el hombre porque transportan al espíritu”, dijo Peridis en
otro momento.
“Un
tiempo de peregrinos y cruzados, de monasterios y castillos, de invasiones y
reconquistas, de sermones y reliquias, de pestes y hambrunas, de religiosidad y
hechicerías, de pecado y de penitencia”, dice el autor en el prólogo.
“Ese
momento memorable donde lo sagrado convive con lo profano y las hojas de acanto
se enfrentaban en el claustro a las harpías esos dragones, ese periodo fecundo
donde los latines se injertaron en las lenguas vernáculas y dieron a lus las lenguas
románicas”, añade.
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