Javier Tomeo, Cuentos
Completos en edición de Daniel Gascón
Julia Sáez-Angulo
Es el escritor español más singular y expresionista en el
campo de la narrativa. Javier Tomeo (Quicena. Huesca, 1932) tiene una prosa
incisiva y lúcida, donde el humor corrosivo o absurdo, la sátira aguda, profunda
y educada, dan idea de una mente donde la tragedia raya con el esperpento.
Los
Cuentos Completos del aragonés Javier Tomeo que publica la editorial Páginas de
espuma, en edición y con prólogo de Daniel Gascón constituyen un acontecimiento
literario. Con la narrativa breve el autor fija de forma cercana y rápida esas
atmósferas que él crea, donde la amenaza pesa como la espada de Damocles o las
sugerencias se clavan como puñales.
Los
Cuentos Completos 866 páginas) acogen sus libros anteriores titulados Bestiario, Historias mínimas, Problemas
oculares, Zoopatías y zoofilias, El nuevo bestiario, Cuentos perversos o Los
nuevos inquisidores, así como algunos inéditos sueltos. Ya los títulos
hablan de los campos donde gusta moverse el autor.
Daniel
Gascón (Zaragoza, 1981) escribe un amplio prólogo titulado “El mundo de Tomeo·
en el que dice: “Hay muchos escritores buenos. Pero no son tan frecuentes los
que inventan una manera de ver el mundo y consiguen contagiarlo a los lectores”.
Para gascón, Javier Tomeo es “un escritor raro que produce una literatura ´situada
en la periferia´ en palabras de Félix Romeo.
Mundo onírico o fantástico
Esta claro
que Tomeo es un escritor muy particular dentro del panorama de las letras en
castellano. Según Rafael Conte, “viene del mundo de las pesadillas, de lo
fantástico y lo onírico, recuerda en suave -y subrepticio- a Kafka, a Buñuel, al
surrealismo, a Charlot, a Buster Keaton o al gran Ramón Gómez de la Serna”.
Además
de las novelas breves, Javier Tomeo afronta el relato, la narración breve con
verdadero magisterio. Muchos de sus personajes son alternativos de un mundo
real, extraños, obsesivos, recalcitrantes, que nos llevan de la mano magnética de
la lectura a su terreno extravagante para zambullirnos en él sin solución de
continuidad.
Lo
raro y lo monstruoso se dan la mano en unos seres humanoides que se nos
asemejan a ráfagas y eso nos inquieta. La belleza inquietante del barroco se
plastifica en una escritura como la de Tomeo, que no deja indiferentes a los
lectores. Algunas de sus historias permanecen en el lector para siempre porque
dejan huella en el cerebro, en la mente, en la memoria.
Al
mismo tiempo la ternura parece alojarse en estos seres humanos incompletos o poco
preparados para afrontar la extrañeza del mundo real, donde los demás nos hemos
acostumbrado domesticando la locura. El azar, el destino o el capricho se posan
sobre los protagonistas como maza implacable. Y esos protagonistas somos todos
nosotros.
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