martes, 11 de junio de 2013

Primer centenario de la presencia de las Hermanas Trinitarias en Vigo



Con motivo del centenario, las Hermanas Trinitarias han publicado una monografía sobre la fundación del Centro Santísima Trinidad de Vigo



Por Felipe Bárcena Varela de Limia 

11.06.13 .- VIGO .- En el presente año de 2013 se cumple el primer centenario de la presencia de las Hermanas Trinitarias en Vigo. Dicha orden fue traída a Vigo por mi bisabuela, y la de todos los de mi generación, doña Dolores de Andrés López. Con motivo de dicho centenario, las Trinitarias organizaron diversos actos durante la semana del 20 al 26 de mayo, a los que me invitaron a participar, así como supongo que también a otros miembros de la familia.

Los principales actos consistieron en un ciclo de conferencias en el Círculo Mercantil de Vigo, pronunciadas respectivamente por el arzobispo de Valladolid, y por los obispos de Mondoñedo-Ferrol y Tui-Vigo, así como una misa solemne el domingo 26, festividad de la Santísima Trinidad, celebrada por monseñor Luís Quinteiro, obispo de Tui-Vigo en la iglesia de las Trinitarias. Después de la misa hubo un festejo con bandas de gaiteros y bailes regionales y a continuación una comida. Asistí con Rosa a todos estos actos en representación de la familia, en los que fuimos tratados con la mayor deferencia.

    A tal fin, preparé unas palabras glosando la figura de nuestra bisabuela, la primera condesa de Torre Cedeira, pensando que es bueno mantener vivo el recuerdo de nuestros antepasados, particularmente de aquellos más esforzados:

    Doña Dolores de Andrés López, condesa de Torre-Cedeira: notas para una semblanza.
  
“Siempre se dijo que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero también no es menos cierto que, generalmente, la personalidad de ese gran hombre, o incluso no tan grande, suele postergar la de la gran mujer.

Doña Dolores fue la esposa de don Manuel Bárcena y Franco, primer conde de Torre-Cedeira. Don Manuel fue un prohombre vigués de la segunda mitad del siglo XIX. Empresario de éxito, alcalde de Vigo, senador durante numerosas legislaturas, desarrolló una intensa actividad durante toda su vida, de entre cuyas obras destacan la fundación de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo y la construcción de magníficos edificios, que todavía adornan el centro de su ciudad.

La verdad es que durante mi infancia no recuerdo que me hubiesen hablado de mi bisabuela, doña Dolores, la abuela paterna de mi padre, por lo que no tenía formada una idea temprana sobre su persona. A doña Dolores la descubrí en Santiago de Compostela, hará cerca de treinta años, en una exposición sobre Rosalía de Castro y su tiempo, que había organizado el museo de O Pobo Galego.


En esa exposición había una fotografía de regular tamaño de doña Dolores dirigiendo la vendimia en su finca de A Fillaboa, en Salvaterra de Miño. En la fotografía se veía a doña Dolores sentada en un sillón y protegida por una amplia sombrilla, encima de un carro de bueyes. El carro, situado en el medio de viñedos, ocupaba el centro de la imagen y a su alrededor había diversos operarios afanados en la vendimia. Me impactó la fotografía y luego me enteré que el vehículo que utilizaba doña Dolores cuando estaba en A Fillaboa era un carro de bueyes, con el que iba a misa a la iglesia parroquial de San Pedro de Arentei. Sin duda era el vehículo más práctico para desplazarse por las corredoiras del rural aquella época.

Doña Dolores había nacido en 1856 en Santiago de Compostela, en el seno de una familia de empresarios de origen camerano, que se había asentado en la ciudad del Apóstol en el siglo anterior. Se casó joven, a los dieciocho años de edad, yéndose a vivir con su marido, don Manuel Bárcena y Franco, a la ciudad de Vigo, con quien tuvo seis hijos, tres chicas: Enriqueta, Dolores y María, y tres chicos: Manuel, Fernando y Carlos. Su vida de casada duró treinta y cinco años.

Cuando se quedó viuda, en 1909, contaba con cincuenta y tres años. Sin duda era una mujer trabajadora y emprendedora, y así la vimos al frente de sus trabajadores en la finca de A Fillaboa. Los vinos de A Fillaboa, tenían un renombre reconocido y se exportaban a diversos países, particularmente de Sudamérica, pero la preocupación de doña Dolores no se limitaba a su producción, sino que también abarcaba a su comercialización. En las etiquetas de los vinos, que se conservan de aquella época, se puede leer: “Vino de La Fillaboa, Condado, Salvatierra, Cosechera propietaria Excma. Sra. Condesa Viuda de Torre Cedeira, Vigo”. También figuraba al frente de la sociedad mercantil familiar creada tras el fallecimiento de su marido: “Viuda e hijos de Manuel Bárcena”.

Pero quizás la faceta más destacada de la personalidad de doña Dolores, era su preocupación por el prójimo. En 1912 formando parte de la junta local de Vigo del Real Patronato para la Represión de la Trata de Blancas, comprendió la desprotección en la que se encontraban muchas muchachas jóvenes expuestas a la prostitución, concretamente en una ciudad portuaria como la de Vigo, y decidió ceder una casa de su propiedad en la calle Ronda, donde acoger a estas jóvenes desamparadas. No satisfecha con esto, a principios del año siguiente, la condesa viaja a Madrid con el objetivo de contactar con los fundadores de la Orden de las Hermanas Trinitarias, para que se hicieran cargo de la casa de acogida en Vigo.

La Orden de las Trinitarias había sido fundada en Madrid en 1885 por sor Mariana de la Santísima Trinidad y el padre Méndez Casariego. La propia sor Mariana, fundadora y madre general de las Trinitarias, se desplaza a Vigo y funda la nueva casa en agosto de 1913, efemérides de la que en este año se cumple su primer centenario. La condesa viuda de Torre Cedeira cede a las Trinitarias la casa de dos pisos y planta baja, en la que aún radican y cuya fachada, situada en el número cuarenta de la actual calle Ronda de don Bosco, todavía mantiene parte de su aspecto original. Con la casa cede también una amplia finca, en donde se sitúan hoy en día todas las instalaciones de la moderna casa de acogida y residencia, así como la iglesia de la Santísima Trinidad, con fachadas a la calle Ecuador.

         Doña Dolores fallece en 1928, a los setenta y dos años de edad, y sus restos descansan en el hermoso panteón de la Familia Bárcena en el cementerio de Pereiró, que probablemente ella misma habría mandado construir tras el fallecimiento de su marido. De su piedad y de su preocupación por el prójimo da testimonio la leyenda de su lápida: “Hermana Terciaria, presidenta de honor de la Asamblea Local de la Cruz Roja, primera vicepresidenta del Real Patronato de Represión de la Trata de Blancas”.


Felipe Bárcena Varela de Limia. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante reportaje sobre un personaje y una institución