Graciliano Barreiros, 1º a la izquierda, años 60
Julia Sáez-Angulo
22.09.14.- Madrid.- Fue a raíz del libro “Barreiros: El
motor de España” de Hugh
Thomas publicado en 2007, cuando le pedí
una entrevista al ingeniero y empresario Graciliano Barreiros (Gundiás, Orense,
1927 - Madrid, 2014). Quería saber su opinión.
Graciliano se resistía a la entrevista, alegando que ya no estaba en activo;
del libro, sólo comentó que “había partes que estaban bien”. Era un hombre tan
gallego, que dominaba la habilidad y cortesía para salir siempre del paso. Su
esposa, la pintora y mecenas Mayte Spínola, abogaba por mi entrevista sin demasiado
éxito; ella me invitó a comer ese día en su casa, por lo que Graciliano debió
de pensar que no se iba a librar de mi objetivo. Al final del almuerzo accedió, sin mucho entusiasmo, y pude extraer algunas declaraciones personales interesantes. Entre
poco a poco con preguntas suaves sobre la familia Barreiros.
El Graciliano que yo conocía era un
hombre sabio, cortés y generoso, aunque huidizo. De su humanidad y buen criterio
para llevar la empresa de automoción hablan muchos de sus trabajadores, entre
ellos el pintor José Luis Romeral, que estuvo empleado siendo muy joven en la
fábrica de Villaverde Alto. “Era un hombre bueno, pero tenía su genio para
imponerse. Sabía mandar”, dice de él Romeral.
Tras el reciente fallecimiento y
sepelio masivo de Graciliano Barreiros, cobra de nuevo actualidad esta
entrevista.
- ¿Cómo influyó su madre,
Luzdivina, en la personalidad de sus hijos?
Mi madre era una mujer excepcional, muy
inteligente, muy trabajadora y muy religiosa, con fuerte personalidad y muy
austera. Era muy buena organizadora del hogar y esa virtud organizadora nos la
transmitió.
-¿Cómo era su padre?
Un gran ser humano, muy trabajador también,
que emigró a Canarias vendiendo cedazos para áridos y, a su vuelta a Orense, compró
con los ahorros su primer autobús y la licencia de una línea de autobuses,
empezando así la empresa familiar de automoción. Muy pronto llegó a tres
autobuses.
- ¿Qué cualidades han heredado
ustedes de él?
Su
espíritu al trabajo bien hecho. Desde muy pequeños nos inició en los estudios y
al mismo tiempo en distintas tareas de trabajo.
-¿De
donde le venía a su hermano Eduardo su espíritu emprendedor?
De
su creatividad y genialidad.
-¿Cómo
influyó el medio gallego en el carácter de Eduardo?
Eduardo era el menos gallego de los hermanos
en su manera de ser más extrovertida y más abierta.
Con el Rey Don Juan Carlos
-¿Cree que el modelo inaugurado
por su hermano ha inspirado a otros empresarios gallegos de hoy
Las Empresas Barreiros fueron pioneras para
otros empresarios y empresas familiares. Mi hermano Valeriano estuvo también
desde el primer momento en la formación de la empresa en Orense y yo me integré
enseguida, en 1952, cuando estaba a mitad de mi carrera de Ingenieros
Industriales en Madrid. Cuando yo terminaba mis clases en la mañana, iba hasta
Villaverde para trabajar con mis hermanos y los siete primeros empleados que
tuvimos en los talleres alquilados del comienzo.
- ¿Cómo empezó todo?
Eduardo desde muy joven quiso trabajar y,
como las personas geniales y creativas, inventó un pequeño vehículo: un carrito
de dos ejes que se movía maniobrando una palanca actuando sobre el eje trasero
con un rodamiento, imitando los juguetes para niños de aquella época. Era para
que Valeriano y yo lleváramos y repartiésemos los productos caseros que
llegaban en el autobús para distintas familias: patatas, queso, leche,
mantequilla, etc. Lo coordinaba todo nuestra madre y así se ayudaba al peculio
familiar.
- ¿Cómo era la relación de los
hermanos Barreiros?
Estábamos todos unidos, como una piña. Fue
una infancia muy alegre; no teníamos ningún lujo pero no nos faltaba el cariño,
el cuidado de nuestros padres; mi madre guisaba muy bien: lacón con grelos,
empanadas... sin desperdiciar nada.
Valeriano y yo, en primaria, fuimos a la
escuela pública de Orense; mis hermanas Mari y Luchi a la privada de las
carmelitas. Posteriormente, cuando la economía familiar fue otra, mis padres
nos mandaron a estudiar el bachillerato en academias. Y nueve años después – yo
le llevaba diez- se pudo mandar a mi hermano menor Celso a los jesuitas de
Vigo. Eduardo le llevaba diecisieta años a mi hermano menor.
-¿Qué recuerda sobre todo de sus
hermanos?
Siempre hemos tenido una unión muy especial y
mucho cariño.
-¿Les ayudaron desde las
instituciones gallegas en los comienzos?
Mis padres no eran políticos. Nunca hablaban de política, pero sí eran muy
religiosos.
Con el príncipe Felipe niño en Mallorca
-¿Comenzaron
a trabajar muy jóvenes?
Sí.
Eduardo tuvo una experiencia joven en una herrería próxima a casa y
posteriormente en el taller de automóviles junto a Manuel Cid, donde conoció
más a fondo la mecánica del automóvil y en general la de los camiones. Más
adelante Manolo Cid trabajó en Orense junto a Eduardo en el taller de la
empresa familiar Barreiros.
-¿Tuvieron
alguna ayuda para Barreiros en Madrid?
La ayuda primera fue de mi padre y más
delante de otras personas como por ejemplo el tío Manuel Rodríguez Sánchez,
hermano de mi madre, otros parientes y amigos de Orense, que confiaban en su actividad. Al principio
del todo se compraban coches de segunda mano y Eduardo los reparaba y los
revendía.
- ¿Y usted, cuando empezó?
Empecé desde niño, a los 8 años, con mi padre
como cobrador en el autobús y repartiendo al regreso a Orense los productos del
campo que comercializaba mi madre, siempre fuera de las horas de colegio. A los
8 años ya recibí las primeras lecciones de mi padre para conducir el autobús
cuando se quedaba vacío de viajeros. Después, como ya he dicho en Madrid, yo
trabajaba al mismo tiempo que estudiaba.
Tractor Diesel
-¿Cómo les afectó a ustedes la
guerra civil de 1936-39?
En una época tan difícil como fue después de
la guerra, por la escasez de gasolina y su enorme precio, que exigía en muchos
casos la utilización de gasógeno para mover los autobuses, Eduardo tuvo la
visión de reconvertir el motor de gasolina en diesel. Ahí comenzó la
transformación de motores en Orense
Después se hizo en el taller de Orense con un
motor de camión Krupp.
-¿Había inquietud de superación
en sus padres?
Mis padres se preocuparon desde el principio para
que todos sus hijos estudiáramos. En una reunión familiar se concretó y decidió
que yo viniera a Madrid para intentar
ingresar en la escuela de Ingenieros Industriales. Eran muy pocos los
ingenieros que salían al año y era una guerra para poder entrar en la escuelas.
Me preparé en la Academia Peñalver, volcándome en los estudios. Disponía
entonces de una radio de galena para oír música y con ella de fondo hacía los
problemas. Y así logré ingresar.
Cuando hice el ingreso en la escuela de Ingenieros Industriales de Madrid,
Eduardo con toda la familia se alegraron muchísimo en Orense. Fue en 1949. Era
muy esperanzador para la incipiente empresa industrial de la familia, que
pudiera tener un ingeniero.
En 1955 obtuve el título de ingeniero, yo ya estaba
integrado en Barreiros Diesel en Madrid, trabajando al mismo tiempo con mis
hermanos Eduardo y Valeriano.
-¿Fue tan eficaz esa unión de los
hermanos Barreiros?
Muy importante. Éramos un clan; es sabido que
la unión hace la fuerza. Barreiros era una unión de todos los hermanos y
Eduardo era el jefe de filas.
La empresa Barreiros vino por primera vez a
Madrid en 1952, a sugerencia mía, para una exposición siderometalúrgica de
España en la Escuela de Ingenieros Industriales donde yo estudiaba, por eso,
unos meses antes, les sugerí a Eduardo y Valeriano que vinieran con los motores
Diesel para exponerlos en mi Escuela. La exposición fue un éxito. Supe que se
alquilaban los talleres Gal en Villaverde Bajo (km. 7 de la carretera de
Andalucía), que tenían muy buena maquinaria. Le dije a Valeriano que los viera
y acabó alquilándolos por cincuenta mil pesetas al mes. En estos talleres
comenzó Barreiros su actividad en Madrid. Valeriano siempre llevó los trámites
administrativos y las finanzas de la empresa.
Con su sobrina Mariluz Barreiros y un premiado
- ¿Cómo se divertía en Madrid?
La música de la radio de galena era mi gran
diversión. No tenía ni tiempo ni dinero para otra cosa. Vivía en una casa
particular en Atocha. Veía alguna película durante el fin de semana. Tenía
buenos amigos de la Academia y a veces salíamos juntos. De cabarets, nada.
Nada de locuras. Al contrario, yo fui el
primero que animé a Eduardo y a Valeriano a venir a Madrid para la exposicion
de los motores Diesel en la Escuela de Ingenieros. Desde que llegué a la
capital yo les mandaba con frecuencia libros o documentación técnica
relacionada con los sistemas Diesel.
-¿Cómo se adaptó la familia en
Madrid?
Muy bien. Primero vinieron Eduardo y
Valeriano. Los tres vivimos, primero en una pensión en la calle Quintana y
después alquilamos un piso en Ferraz. Más tarde viajó mi hermana Mari, que se
incorporó a la empresa como cajera. Posteriormente vinieron Dori, la mujer de
Eduardo con sus hijos Eduardo Javier y Mariluz. Por último, Celso y mis padres.
Mi hermano pequeño, Celso, también ingresó en la Escuela de Ingenieros
Industriales donde terminó la carrera en 1962.
Años después, nos trasladábamos todos a
residir en el paseo Moret, 7. Eduardo, Dori y sus hijos y los tres hermanos
solteros vivían en los dos pisos unidos del segundo. En el primero Mari, ya casada
con Nacho Liniers y, en el otro, mis
padres. En total cuatro pisos de ese edificio.
Dori fue siempre una hermana para nosotros,
organizaba toda la casa y nos mimaba a todos. Nuestros sobrinos, Eduardo Javier
y Mariluz eran como dos hijos más de los tres solteros. Mariluz recuerda muchas
veces que tenía tres padres más para lo bueno y lo malo. Éramos un verdadero
clan.
En el piso de Moret me quedé yo posteriormente,
cuando Eduardo se trasladó a Castellana, 68 y Valeriano a Puerta de Hierro al
casarse con Marta Cotoner, condesa de Coruña. Allí viví los primeros años,
cuando en 1963 me casé con Mayte Spinola y junto a mis tres hijas Grachya,
Mayte y Rocío hasta que nos fuimos a la finca de La Escorzonera hace 30 años.
Celso se fue posteriormente a vivir a Somosaguas,
cuando se casó con María José Juste.
Luchi, la más joven, se licenció en Químicas
y profesó en el convento de las carmelitas de Santa Teresa, las Vedrunas de
Orense. Después de llegar a ser superiora en varios conventos de España, llegó
a Madrid, en la casa general, cosa que nos alegró para verla con más
frecuencia. Luchi ha sido el bastión espiritual de toda la familia.
-¿Qué recuerdos tiene de la casa
de Ferraz?
Sólo
dormíamos en ella. El día y parte de la noche lo pasábamos en Villaverde, que
iba creciendo progresivamente. Después del taller en Villaverde Bajo, en 1955
se compraron los terrenos en Villaverde Alto y allí se arreglaron algunas naves
y se construyeron nuevas con un proyecto de instalaciones futuras. Con el
tiempo el grupo Barreiros llegó a tener veinticinco (25.000) obreros en
Villaverde. El grupo englobaba varias empresas, entre ella: Barreiros Diesel,
Barreiros AEC Autobuses; Barreiros Hanomag Tractores.
-Cómo
fueron recibidos en Madrid?
Nos hicimos respetar y todo el mundo quería
trabajar con nosotros. La empresa tenía buena reputación. Los trabajadores
convivían con nosotros los Barreiros y éramos como una gran familia. ¡Mientras estuvimos los hermanos Barreiros en
la empresa, nunca hubo una sola huelga!
-¿Es cierto que trabajaban largas
jornadas?
Mi hermano Eduardo era incansable y eso se
contagiaba. Muchas noches hemos vuelto a casa de madrugada, directivos y obreros. Había un gran equipo en
el que se daba buena sintonía.
-¿Es verdad esa buena relación y
convivencia con los obreros con los hermanos Barreiros?
Totalmente cierto. Se preparaban bocadillos
para todo el mundo y se les daba sus gratificaciones. Nosotros estábamos con
los obreros y ellos con nosotros.
Barreiros era una empresa de convivencia plena entre los mandos, directores que
convivían mucho con los mandos intermedios y los obreros, Todos nos conocíamos
por los nombres. Había una convivencia intensa muy humana. Vivíamos la fábrica
como algo común de todos.
Teníamos la organización empresarial que nos
parecía mejor.
Con su esposa Mayte Spínola entre el marqués de Castrillón y el pintor Claudio Bravo
-¿Cómo era la estructura de la
empresa?
Eduardo era el presidente, el jefe de filas.
Valeriano, vicepresidente ejecutivo, responsable financiero del grupo; él
estaba en las oficinas centrales situadas en la calle Alcalá, 30 y 32. Eran dos
edificios con todas las oficinas centralizadas. Yo era el Consejero Delegado,
que me ocupaba de la producción; vivía la fábrica: línea de fabricación,
controles de calidad, proyectos y personal. Me ocupaba de seleccionar a ingenieros,
economistas y demás... muchos de ellos compañeros de Escuela o amigos que
llegaron a ser directores generales de empresa en Barreiros. Algunos de estos
llegaron a desempeñar primeros puestos en el país como ministros o cargos de
importantes presidencias, por ejemplo Pío Cabanillas, Iñigo Cavero, Juan Miguel
Antoñanzas y otros muchos más, que han sido pilares en la historia
contemporánea de España.
Mi hermano Celso era Director General Adjunto
a la presidencia. Mi cuñado Nacho Liniers fue consejero de varias empresas. Todo lo hablábamos todos y discutíamos con
toda naturalidad. Era la Dirección General comercial la que
diseñaba con sus equipos las ideas de importación y exportación general.
-¿Qué avances sociales se
hicieron en la empresa Barreiros?
Barreiros creó un servicio clínico bien
equipado, con campañas para prevención
del cáncer de mama; jardín de infancia, parques infantiles... Lo que más
preocupó a la empresa fue el tema social de la vivienda para los obreros,
muchos de ellos llegados a Madrid de distintas provincias. Se quería que todo
obrero de Barreiros tuviera una vivienda digna. La constructora Barreiros
Empresa Constructora, Sociedad Anónima, BECOSA, construyó esas viviendas,
además de otros edificios en todas las regiones españolas (Levante, Canarias,
Andalucía...)
Allí en Barreiros entregamos las llaves de
los pisos a muchos de nuestros obreros constuidos por nuestra empresa BECOSA.
Era una gran satisfacción para nosotros.
Era una de nuestras mayores satisfacciones
contribuir al desarrollo industrial del país y crear riqueza y puestos de
trabajo. Sabíamos que todo eso conllevaba a la formación de una clase media
importante en España.
-¿Qué tal se llevaban con la
Administración del Estado? ¿Hubo algún nombramiento de políticos en Barreiros?
Tuvimos bastante trabas con la
Administración. La política favorecía las empresas del INI. Franco Salgado fue simplemente consejero al
igual que algunas otras personas, nunca fue Consejero Delegado como apuntan algunos.
Es un error. El Consejero Delegado era yo como ya he señalado.
Graciliano, 2º a la dcha. con sus hermanos
¿Cómo se fundió Barreiros con la
americana Chrysler?
Fue un acuerdo familiar tomado, porque nos
pareció conveniente en aquel momento. Habíamos estudiado otras fusiones, pero
Chrysler pareció lo mejor en 1963. La relación con los americanos fue
razonablemente buena en la primera época. Después hubo momentos de tensión por
diferentes criterios sobre las exigencias del mercado.
-¿Cómo se alejaron de Chrysler?
Como desde el principio en Orense, con
acuerdo familiar, así salimos, dimitiendo
del Consejo y vendiendo la totalidad de las acciones a Chrysler. Habló
Eduardo, como siempre, en nombre de toda la familia. Fue en 1969 si no recuerdo
mal. Fue una fecha histórica para la
historia de la industria española. La noticia ocupó portadas de la prensa
nacional e internacional.
Había una diferencia de intereses entre los
americanos y nosotros. A los americanos les interesaban el automóvil y a
nosotros el camión, el tractor y el
autobús. Se hubiera desarrollado un grupo de automoción fuerte nacional del
vehículo industrial y del mundo del
motor en todas sus facetas marinas y terrestres.
- ¿Cómo estaba Eduardo Barreiros
después de dejar la emrpesa?
No estaba para cantar flamenco, pero no
estaba hundido. Era un hombre fuerte y soportó bien los hechos. Igualmente nos
aconteció a los demás hermanos.
Teníamos la satisfacción de que
Barreiros, mientras nosotros estuvimos, contribuyó efectivamente a divulgar el
automóvil y potenciar una clase media en España.
Llegado este momento, en una reunión
familiar, Eduardo nos manifestó su deseo, casi la necesidad por su parte, de
tener un período de tiempo de descanso, un año sabático para descansar después
de todos los acontecimientos sucedidos. Quería tomarse un tiempo prolongado de
descanso. Nos pareció razonable porque humanamente lo necesitaba. Sintiéndolo
mucho, lo comprendimos perfectamente. Nosotros, el resto de los hermanos,
pensamos que debíamos continuar con las actividades y nuevas empresas. Con el
capital recibido por la venta de acciones a Chrysler y la incorporación de
Ratclif Ibérica, más algunas otras empresas que ya teníamos como TEYA, Terrenos
e Inversiones, además de los edificio de la calle Alcalá se empieza de nuevo.
Formamos el holding de Barreiros Hermanos: Valeriano era el presidente del
Grupo yo, vicepresidente primero; Celso, vicepresidente segundo y Nacho
Liniers, marido de Mari, Consejero Delegado. Tuvimos la satisfacción de crear
muchos puestos de trabajo en diferentes áreas. Este nuevo grupo tiene las oficina
en la calle Alcalá 30 y 32, donde siempre había estado Valeriano, aunque
también tenía su despacho en la fábrica de Villaverde.
En
Racliff Ibérica, que la había creado yo en los años 60, se hacían ballestas,
muelles de calidad, asientos... suministrados a Barreiros Diesel y a varias
empresas de automoción. En la parte industrial se crea a continuación Forjas de
Orense, en el polígono industrial de Orense; en Zaragoza, una fábrica de
carretillas elevadoras; en La Línea de la Concepción, varias fábricas de
conservas: aceitunas, pimientos y otros productos; Frigoríficos de Galicia, en
Vigo, con productos de mar: anchoas, berberechos, etc; TEISA desarrolla
nuevas urbanizaciones en Mallorca,
Canarias, Levante, Madrid, etc Se logró un holding de unas 26 empresas. Y
además los Barcos de Pesca en el mundo entero, que desgraciadamente una ley
internacional restrictiva de limitación costera de la pesca, provocó el paro de actividad en este sector.
Nos dio el gran palo.
Junto a Esperanza Aguirre
-¿Cómo
fue la marcha de Eduardo Barreiros a Cuba?
Lo hizo porque ganó un concurso de motores
compitiendo con la Unión Soviética. Si lo hubiera ganado en otro país, se
hubiera ido igualmente. Nos dio mucha pena que se fuera de España. Siempre
quisimos que volviera y estábamos con esa ilusión. Desgraciadamente murió
quince días antes de la boda de su hija Mariluz con Jesús Polanco.
El trabajo de eduardo en Cuba fue muy
positivo para el futuro del país. Eduardo era, primero muy humano; segundo,
generoso y un gran emprendedor con mucho ingenio. Era un hombre al que le
interesaba el trabajo, su familia y la caza. A Eduardo no le interesaba el
dinero como tal. Lo suyo era la creatividad, su familia y su trabajo.
4 comentarios:
Me ha gustado mucho vuesta reseña.4023
Impresionsnte! Maravilloso! Un tesoro. Gracias Muchas gracias.
Impresionsnte! Maravilloso! Un tesoro. Gracias Muchas gracias.
Siempre es un placer ahondar en los hombres de bien
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