Julia Sáez-Angulo
Actualmente
está trabajando con papel-clay, una sutil mezcla de porcelana y papel que le
permite calidades muy especiales, imposibles de conseguir con otros materiales
como la arcilla o el barro. “Palabras perdidas” es una de las piezas con este
material, que representa un libro con páginas sueltas al aire.
Al mismo
tiempo prepara una gran exposición/subasta para el día 11 del próximo mes de
diciembre, con los nombres de los ceramistas españoles más reconocidos como
Arcadio Blasco, Rafa Pérez, Marciano Buendía, Alberto Hernández… y otros primera fila, que hay que concretar y acordar”, señala. La subasta tendrá lugar en el antiguo
Espacio Jordana de Madrid, sito en la calle Castelló.
La trayectoria
de Pepa Martínez Jordana (Madrid, 1954), pasa por sucesivas becas de cerámica en
Copenhague y Japón, de donde se aprenden cosas nuevas y diferentes.
“Empecé
por el grabado, pero veía que me faltaba el volumen y más texturas, que por ello acababa
actuando en exceso en las planchas y me cargaba los rodillos del tórculo”,
explica Jordana. “Además mi profesor Montaña, que me conocía bien, me dijo: “El
grabado te va a aburrir”. Tenía razón, me entregué a la cerámica y no me he
aburrido ni arrepentido”.
Le
pregunto si es ceramista o escultora en cerámica y responde que es más o menos
lo mismo: “Venimos de un aprendizaje y una tradición, que se va traduciendo en
nuevas formas de hacer y trabajar. Todos seguimos utilizando el horno con
distintas temperaturas”.
El
taller de Jordana está en La Guindalera; su horno pude conseguir los mil
trescientos grados de temperatura, perfecto para trabajar el papel-cay y la
porcelana; esta última requiere altas temperaturas.
La
ceramista madrileña explica que aprendió a trabajar la porcelana en Copenhague
y que de Japón otras cosas. “Hemos endiosado demasiado al Japón, lo tenemos por
muy minimalista, pero no es así cuando se visitan los talleres de los artistas
o los museos”, explica. “Fukami hacía unas lanzas maravillosas”, añade.
Proyecto
Proyecto
También reconoce que de
Arcadio Blasco aprendió muchísimo, aún sin ser profesor suyo: “Cuando conocí su
obra cerámica en la década de 1970 –yo estaba en el último curso de mis estudios
artísticos- me impactó el modo de conseguir los volúmenes de principio a fin,
sin trabajar con un bloque escultórico. Él era un hombre retraído, un gran artista,
que tuvo la inteligencia de dejar, al morir, buena parte de su obra a la ciudad de
Alicante.
A Pepa
Jordana no le gusta trabajar por series sino por piezas sueltas. “Hago
proyectos y muchos dibujos, pero cuando los paso a volumen suelo cambiar
bastante sobre la marcha”. “Hace tiempo que dejé los volúmenes redondos para
acercarme a los cuadrados y rectángulos, en definitiva a los ángulos que se
pueden lograr".
La ceramista ha ejercido con gusto la docencia, al tiempo que recuerda con agradecimiento y afecto a sus profesores como Máximo de Pablo o Montaña.
La ceramista ha ejercido con gusto la docencia, al tiempo que recuerda con agradecimiento y afecto a sus profesores como Máximo de Pablo o Montaña.
La
ceramista madrileña lamenta que no haya un museo específico de cerámica, para
poder mostrar mejor la evolución de los materiales y las formas. “Sería bueno para
el conocimiento de los coleccionistas. Los museos de arte contemporáneo apenas
la muestran, es el caso del Reina Sofía”.
Todavía
queda mucho por conocer y divulgar de la cerámica contemporánea, asegura la
autora. “La mayoría de los coleccionistas se dirigen hacia la cerámica popular,
aunque también los hay entusiastas de la contemporánea. Para todos ellos toca
el barro es un gozo. Lástima que con la crisis, los concursos de cerámica han
desaparecido y algunos ceramistas tengan que vender sus piezas”.
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