L.M.A.
La
artista hispano-lusa Linda de Sousa, expone en el Museu das Artes de Sintra,
Portugal, su serie Las Señoritas de la Montera, en la que muestra un gran cuadro
matérico que abre la exposición, 25 digitografías, una gran instalación de
dibujos en acetato sobre “Las señoritas de la Montera” y un video con la
performance titulada Virgen.
La
exposición, que se ha inaugurado ayer sábado 10 de enero y permanecerá abierta
durante dos meses.
Entre
los textos escritos en el catálogo sobre la muestra figura el de Julia Sáez-Angulo,
miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte:
“Si hay algo por lo que
lucha la artista Linda de Sousa en su obra es por la visibilidad de la mujer,
ocultada sistemáticamente en la historia, la sociedad, la vida, la cultura o el
arte. Pero hay una visibilidad que denuesta y entristece la condición de la mujer:
la prostitución femenina. Una situación explotada y “tutelada” en la mayor
parte de los casos por hombres, que aprovechan los factores de fragilidad o
debilidad de las mujeres.
La artista portuguesa,
afincada en Madrid, ha llevado a cabo instalaciones donde recrea y pone ante
nuestros ojos el triste paisaje de las mujeres que son sólo vistas como materia erótica, como objeto de desahogo
y satisfacción de instintos mediante pago. Un comercio carnal con mujeres de
alquiler, que produce rechazo en muchas sensibilidades y que ha merecido
prohibiciones legales y/o firma de acuerdos internacionales en su contra, lo
que no ha impedido su tolerancia más o menos solapada.
La mujer es vista como
objeto y materia, sin un ápice de espíritu –no digamos de alma- por lo que es de
inmediato susceptible de violencia y menosprecio, desde los menosprecios
verbales que les dirigen, hasta violencia más sangrienta y deplorable. No en
balde, la denominada industria del sexo
es uno de los campos más peligrosos, por ser campo abonado y abundante del
delito.
En la conocida calle de
prostitución de la Ballesta de Madrid, Linda de Sousa –entre otras artistas-
recreó una sórdida habitación en una antigua casa de lenocinio, -algunos las
denominaban mueblé- donde la escasez de espacio y la miseria en una mini celda
producían grima y rechazo del espectador, al tiempo que despertaban cierta compasión
por esas mujeres que tenían que vender su cuerpo, en muchos casos para sobrevivir ella su familia, a falta de otro medio de
subsistencia social. Cerca, muy cerca, merodea siempre el proxeneta, el chulo
explotador del negocio de la materia
erótica. El negocio dela carne es peligroso; ciertamente se necesita un
protector y, ¡eh aquí! que siempre, necesariamente es un hombre el que lo hace y por tanto el
que se enriquece.
Lacras sobre la mujer
N olvidemos que las dos
grandes losas que pesan sobre la mujer son la pobreza y la misoginia global.
No todas las mujeres están
libres de decidir en la lacra de la prostitución, pero ciertamente los pingües
beneficios no redundan en ella. El negocio es muy rentable y se crean redes internacionales
para asegurarlo; en ellas se enredan o atan a mujeres llegadas de la pobreza,
la emigración, el desvalimiento legal o la desesperación. Detrás hay con
demasiada frecuencia intereses de poder, de lucro, y tolerancia interesada de
origen insospechado.
Linda de Sousa da vida
plástica a ese mundo de la prostitución, donde se narra y denuncia la erótica de la materia, a través de
instalaciones artísticas en dibujos sobre acetato u otros materiales, que se
nos imponen ante los ojos y nos plantean
interrogantes a la vez que denuncian el estado de la cuestión.
Todo un mundo plástico,
donde el concepto, la reflexión y las formas artísticas se entrelazan en un
lenguaje que habla de la erótica de la
materia”.
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