L.M.A.
18.10.2015.- Cuando el
trauma (herida en griego) por la pérdida de un ser humano es tan grande, la
psique se resiste a aceptarlo, por más que se vayan cumpliendo todos los
protocolos de certificados, sepelio y funeral. Se necesita tiempo, vivir el
luto, unos dos años señalan los psicólogos como periodo razonable, más sería
patológico.
El
Doctor Rojas Marcos lo ha señalado igualmente ante la separación o el divorcio
de una pareja, durante a menos el primer año, suele rondar el fantasma del
arreglo y la reconciliación.
Todo
esto viene a raíz de El año del
pensamiento mágico, la obra de teatro de la norteamericana Joan Didión (1934), interpretada por Jeannine
Mestre, traducida y dirigida por Juan Pastor en el Teatro Guindalera.
Un texto
interesante y duro al mismo tiempo, que revela vida real con cierto exceso de
información médica y medicinal, y se echa de menos una mayor reflexión
literaria o filosófica, que también las tiene, pero en menor medida, máxime
viniendo de una escritora; es como si le pesara más el argumento vital que las
analogías literarias.
Monólogo
autobiógráfico de la autora norteamericana, que perdió a su marido y a su hija
en un corto periodo de tiempo. El texto que escribió a partir de esta dura
experiencia dura hora y media en el escenario; es duro, cargado, intenso. En él
hay narratividad hacia el espectador, tiempo pautado para explicar y tratar de
entender las cosas al mismo tiempo, velados reproches a los médicos, intento de
superación personal…
Una
Jeannine Mestre excelente en su papel, que trasluce una mujer dolida, que le
cuesta entender o aceptar las cosas como sucedieron… Les morts passent vite (Los muertos pasan rápido) dicen los
franceses, alegando el pronto olvido de los que mueren. No es así cuando se
ama, que es el caso de Jean Didion en su peripecia y monólogo teatral.
La
actriz se presenta en escena, bien peinada, con un traje pantalón claro y
joyas, de las que habla en su monólogo. Su aspecto rezuma cierto aire burgués
en el papel de la vieja beat norteamericana.
Todo en
suma refleja una excelente dirección y una decisión valiente al poner en escena
este texto intenso y difícil –sin tregua- sobre el dolor humano y la imposibilidad
o capacidad gradual de asumirlo, engañándonos con cierto espejismo gradual, el pensamiento mágico.
Más información
http://www.teatroguindalera.com/
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