Julia
Sáez-Angulo
Al
final del acto, José Francisco interpretó a la guitarra uno de los poemas que
Eduardo Velázquez había compuesto tras su reciente viaje a la Patagonia
(Argentina), en el más puro estilo de Atahualpa Yupanqui.
Como
“poeta de vocación tardía”, lo definió a presentadora Rosario de la Cueva a Eduardo
Velázquez González (Madrid, 1949), hombre que tuvo su trayectoria profesional
en como bancario, si bien ha tenido incursiones literarias intermitentes a lo
largo de los años. Para él la poesía es el modo de mostrar sus inquietudes
vitales.
El
taller del poeta Jesús Uceloy – autor del prólogo al libro Cascarillas de sacapuntas- ha sido clave a la hora de canalizar y
profundizar las capacidades literarias de Eduardo Velázquez. Un poeta al que el
autor del libro conoció en el Centro Riojano, lugar donde ahora ha tenido lugar
el recital.
“Por
decir de mi, digamos/ que soy yunque y martillo/tenaz, perseverante, de audacia
calculada/sociable, de reprimida timidez/un luchador infatigable y aguerrido/afable,
mal enemigo en el combate/ autodidacta, fiel a unos principios,/aventurero aficionado,/
tengo una alfombra mágica/ en la que vuelo cuando me aíslo/ un poco ciclotímico…”,
estos son algunos de los versos del primer poema del libro titulado “Autorretrato”.
Como
buen primer libro, Cascarillas de
sacapuntas habla del autor, del sí mismo sorprendido y emocionado ante la poesía.
“Sensibilidad es la mujer, la poesía”, dijo Eduardo Velázquez al final de su
lectura poética, con versos inéditos. El autor se considera un “aprendiz en el
oficio del vivir”.
Habló
entre sus proyectos de un libro de poemas para niños y para muestra leyó uno,
que fue muy aplaudido por los asistentes. El autor gusta de cierta rima y con
su imaginación dará juego en ese deseo de poesía para los más pequeños.
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