Julia
Sáez-Angulo
12.12.16 .- Madrid .- La
escritora Encarnación Pisonero es la autora del poemario Permiso para embalsamar, publicado por Olifante. Ediciones de
Poesía. Una cuidada edición de formato y papel, que contiene una soberbia
caricatura de la poeta por la pintora Carlota Cuesta.
Encarnación
Pisonero (Villalba de la Loma, Valladolid, 1954), licenciada en Filosofía Pura
por la Universidad Complutense tiene publicados los libros: El jardín de las Hespérides, Si se cubre de
musgo la memoria, Admas, A los pies del sicomoro, El prisma en la mirada.
Líquido de revelar, La estrella del anís, Solo como una isla, y Abril es elmes más cruel (Elegía a Katty
Montes). Es crítica de arte, miembro de la Asociación Española de Críticos
de Arte, AECA/Spain, y firma sus textos como Scardanelli.
Ángel
Guinda hace unas palabras de presentación en el libro Permiso para embalsamar, bajo el título “Alegoría de la
perdurabilidad” en las que dice: “Palabras de belleza rica en tropos. Ironía: con alusión Luxor, la antigua Tebas leemos “El cielo
contenido en lo recóndito templo. Por matemática sagrada vía directa al cielo”.
Imágenes: el alma de Kratevas es
“piel de salamandra o astilla de glaciar”, y la noche “ígneo fósil de
eternidad”. Símil o comparación:
“Estaba frente al mar mirando el horizonte como si fuera un fruto”, “Tener un
cuervo es como atrapar un alma”. Sintagmas
paradógicos cuando no antitéticos: “agua
de fuego”. Asombrosas hipérboles o
exageraciones: “Su collar estaba hecho de lenguas de los amantes que la habían
besado”…
Prosa
y verso; verso y prosa poética, ambos intercambiables en este poemario de quien
domina el arte de los versos de altura, emoción y estética. Algunos de los
poemas van dedicados a otros poetas o escritores, dedicatorias que van al final
del poema, en letra pequeña, para no distraer.
“Sabía
de las virtudes de la tierra negra y de la samia, y era imposible de adivinar
lo que encubrían su aceite de azafrán y las flores de nenúfar. Entre hojas de
ortiga, flor de olivo y nueces de ciprés, escondía las torturas más atroces,
apurando el dolor de los escogidos, solo para adquirir otro gramo de saber”,
dice el poema XXIII del libro, que comienza: “A Kratevas no le importó vender
su alma”.
Guinda
califica a la autora de “experta en ékfrasis
o manifestación verbal de una representación visual”. Encarna Pisonero es una poeta brillante,
sorprendente en sus tropos, que sabe acudir con frecuencia a la naturaleza como
fuente de imágenes y de palabras.
“Que
mi mente se pueble/ de pájaros locos/ y allí aniden su canto”, es la cita de
Scardanelli, el nombre con el que la autora escribe como crítica de arte, y con
la que abre el poemario Permiso para
embalsamar, un libro que habla de la muerte y el amor como anverso y
reverso de una misma realidad.
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