Julia
Sáez-Angulo
Madrid,
10/04/17 .- La pintora madrileña María
Luisa Valero Espinosa cuenta que todo empezó con un encargo de acuarelas para distintos
paradores de la red española, con alusiones al lugar donde se encontraban.
Cuando llegó el turno para pintar las correspondientes al de a isla canaria de
El Hierro, se encontró con el problema de que no conocía el lugar, no había
estado nunca en la isla ni disponía de buenas fotos o ilustraciones para
dedicarse a reproducirla en su arte.
Decidida y dispuesta, conocidas sus
dotes de poderes paranormales, María Luisa Valero Espinosa (Madrid, 1948) decidió
hacer un viaje astral hasta la isla canaria de El Hierro. Se trata de una experiencia extra corporal
“dedicada y compleja”, en la que el cuerpo se proyecta hacia fuera, provocando
un desdoblamiento, que lleva a una experiencia mental subjetiva, una proyección
de la conciencia. Se logra por medio de distintos factores psicológicos y neurológicos.
En definitiva es una disociación provocada.
Lo
cierto es que M Luisa Valero logró su objetivo, “viajar” a la isla de El Hierro
y poder pintar las acuarelas para el parador nacional de aquella isla, que
todavía sigue mostrando su pintura.
“Este
viaje astral fue tan intenso que los paisajes volcánicos de El Hierro se han
grabado en mi memoria de tal manera que vuelvo a ellos con regularidad”,
explica la pintora, que más adelante viajo a la isla, ya que su hijo fue
destinado allí como controlador aéreo. A las acuarelas se sumaron dos grandes
cuadros con paisajes volcánicos de la autora, que hoy se exhiben a modo de
murales en el aeropuerto de El Hierro.
“Me
gusta utilizar sus arenas negras de la playa y trozos de roca volcánica que se
adhieren con fuerza al soporte, lienzo o tabla y crea unos efectos muy
sugerentes y alusivos al paisaje de la isla”, añade M Luisa Valero.
Buena
parte de estos paisajes volcánicos de El Hierro se guardan en la casa que M
Luisa Valero tiene en Puente Viejo (Ávila), donde pinta durante los meses de
verano.
“Después
de pintar una serie con bodegones de frutas en sus cajas de embalaje, que
tuvieron éxito porque los vendí todos, he sentido de nuevo la necesidad de
volver a esos paisajes volcánicos canarios que tanto me seducen”, confiesa la
autora, que fue galardonada en 2015 con el diploma y la medalla de la Asociación
Española de Pintores y Escultores, AEPE, en el concurso de pintura Mercedes
Ballesteros en Noblejas.
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