Julia
Sáez-Angulo
El
escritor francés J.-K. Huysmans, autor que pasó del satanismo al cristianismo,
es el biógrafo de Santa Liduvina de
Schiedam, holandesa paciente del dolor durante 40 años. Con el nombre de
ese personaje doliente, patrona de muchos enfermos, escribió una singular
biografía que ha sido traducida por la poeta Julia Escobar y publicada por
ediciones Cinca.
Oscuro
y gris funcionario francés, Joris-Karl Huysmans (Francia, 1848 – 1907) –su
verdadero nombre fue Charles-Marie-Georges vivió para su literatura en una obra
ciertamente controvertida, según el periodo en que la hizo, pues su vida osciló
entre creencias oscuras o luminosas. Este autor fue un gran protegido del
escritor naturalista francés Émile Zola.
La
literatura del dolor venido de la enfermedad ha dado grandes títulos en autores
como Tomás Mann, La montaña mágica, o
Camilo José Cela, Pabellón de reposo. La
misma traducotra Julia Escobar, ha publicado al respecto en Cinca su novela La catedral del dolor. La escritora
María Tena también quiso abordar el sufrimiento físico, el dolor del cuerpo en
las letras.
Liduvina
de Schiedam (Holanda, 1380 – 1433) fue una enferma crónica durante cuatro
décadas, que acabó siendo canonizada por Roma en un decreto que decía: “fue un
prodigio de sufrimiento humano y de paciencia heróica” y por ello fue declarada
patrona de los enfermos crónicos.
J.-K.
Huysmans aborda el personaje de Liduvina
de Schiedam como una vida extrema, más que como una hagiografía. Su cuerpo fue
pasto de todos los estragos y llaga ardiente de dolor. El escritor logra una
obra literaria intensa con esta vida femenina, después de sus incursiones –las
del autor- en el ocultismo y el satanismo.
Joris-Karl Huysmans (Francia, 1848 – 1907)
“Una
de las características de Huysmans es su faceta de “hacedor de lenguaje” por su
frecuente uso de palabras “raras” o inusitadas que dificulta (y enriquece tanto
su lectura como su traducción”, explica Julia Escobar en la introducción del
libro. “Para ceñirnos a este libro, nos encontramos con palabras como “trucidar”,
por triturar, apelaciones como el Bajísimo, para referirse al maligno, “báratros”
(los precipicios en donde tiraban a los criminales en Atenas) para hablar de
los infiernos, “celícola”, por habitante del cielo, “cristícola”, por servidor
de Cristo, “deícola” por adorador de Dios, “turíbulos”, por incensarios…”
Huysmans
utiliza lenguaje culto y popular-culto. Su empleo “no es inocente, no obedece a
un esteticismo buscado ni mucho menos decadente, sino a una voluntad de
expresar y por lo tanto transmitir una
realidad palpable y materia de las cosas usadas y nombradas según ese uso, para
dar fe, en el sentido notarial y teologal del término, concluye la traductora.
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