Julia Sáez
Angulo
28/01/18 .- MADRID .- Cuadernos
de Kabul. Historias de mujeres, hombres y niños atrapados en una guerra es
el libro de Ramón Lobo publicado por Ediciones Península. En plena actualidad
por los recientes atentados terroristas llevados a cabo por los talibanes y el
ejército de DAESH, el libro se hace más necesario para conocer mejor la
situación de la zona y los conflictos e intereses diplomáticos que encierra.
Ramón
Lobo (Lagunillas, Venezuela, 1955), periodista y reportero de guerra en
numerosos conflictos internacionales, sobre los que ha escrito otros títulos
como Isla África (2001), El autoestopista de Gozni y otras historias
de fútbol y guerra (2012) o Todos
náufragos (2015).
“Este
es un libro de personas y aromas, de un Kabul a pie de calle que fluye paralelo
a la política y a la guerra. Un Kabul en su mayoría invisible para la mayoría
de los diplomáticos y contratistas extranjeros que se mueven en vehículos
blindados y viven en hotels de lujo o en casas amuralladas protegidos por
ejércitos de guardas privados”, explica el autor.
El
libro de Ramón Lobo es documental y ameno. Entre sus capítulos: El tráfico en
una guerra es infernal; El negocio del inventor del miedo; Hoteles, Kapucinski
y competencia; El bar que odian los talibanes; Oficios e pobreza alrededor de
un kebab; Esclavos en la panadería de Kartace; El niño del zoológico quiere
volar; Cazadores de recompensas en Chikes Street; Las patatas de Bamiyán saben
a guerra… o El aeropuerto del fin del mundo.
Ramón
dice que “los cuadernos fluyeron solos. Fueron una brújula y un ancla a la vez.
Me obligaron a detenerme en personajes en apariencia menores, como el niño
vendedor de zumos, las mujeres que jugaban al fútbol o “El cuidador del
cementerio de los ingleses”.
En su
Nota del Autor, Lobo concluye: Situado en el barrio Kalai Mosa, aquel
camposanto es un lgar mágico. En él se hallan las lápidas en las que están
escritas todas nuestras derrotas, y la razón por la que no ganaremos una guerra
en Afganistán. Nos falta humildad para escuchar a la gente que pretendemos
liberar. Otro eufemismo, como el de las elecciones. Esconde el único motor de
la guerra: expoliar la riqueza, sea mineral o petrolera, ocupar un territorio,
ser el rey del universo”.
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