Julia Sáez-Angulo
Fotos
Adriana Zapisek
11/03/18 .- MADRID .- El escultor valenciano Jossep Basset (Gandía, 1958) ha
expuesto una treintena de piezas en aluminio en la galería de arte Ra del Rey,
bajo el título “El verbo abrazado”. La pintora Carlota Cuesta hizo la presentación
del artista y su obra elogiando la capacidad de reinvención del autor en las
distintas exposiciones.
Lexposición permanecerá abierta hasta el próximo dia 19 de abril.
Lexposición permanecerá abierta hasta el próximo dia 19 de abril.
Jossep Basset declara: “Un
libro ya es por sí mismo una escultura y por lo tanto se puede abrazar. Pero
una palabra, un pensamiento, una oración, un poema o una poesía, nunca se
podrán estrechar o arrimarse al calor tridimensional del aprecio, a no ser que
ellos mismos sean objetos de materia moldeada.
He ido a lo largo de tres años coleccionando una pequeña pila
de libros rubricados con dedicatoria personal por amigos próximos y otros menos
conocidos, todos ellos poetas y nunca sin llegar a pensar, que esos mismos
versos prestados, serían la causa principal que motivarían la movida de ésta
muestra ya bautizada, con el nombre de: “EL VERBO ABRAZADO”.
Los diversos poemas escogidos de
estos ejemplares, han sido caligrafiados de puño y letra sobre las superficies
adobadas de unos hierros viejos, que hace tiempo fueron rescatados de la dulzura
industrial y que con el tránsito familiar, viajaron alegres, hacia el sueño de la
quietud de las sombras silenciosas en un espacio libre, donde el reposo duerme
y donde se reproducen generaciones de arañas domésticas.
Ahora, aquellos trozos
irregulares de las planchas y cuadrados de los hierros desechados, gozan unidos
con otros nuevos cuerpos, que se encuentran y conforman la plástica espacial en
diferentes formas; todas alegóricas y enlazadas cada una, con los diversos
poemas alusivos porque así han sido escogidos para ser grabados, emulando en
cada uno de ellos, la imagen de aquel marinero popular de antaño, cuando en
puerto lejano se tatuaba en la piel de su brazo curtido, el sueño de su amada.
Mientras los tiempos pasaban y
todo ocurría, ninguna pieza jamás se quejó, ni tampoco lloraron las otras el
dolor candente del fuego electrodo. Y menos aún se lamentaron de los cortes
abrasivos, ni del lápiz hiriente que escribía las palabras del aprecio cantado,
sobre la piel gris de éste acero, inmune a la herrumbre de su muerte”.
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