Julia Sáez-Angulo
29/08/18 .- MADRID .- Es un hombre
discreto y caballeroso que dibuja muy bien con un lenguaje singular, con una
dicción propia en el trazo. Sus dibujos taurinos fueron los primeros que se
vendieron en el Liceo Molière de Bruselas, cuando expuso con el Grupo pro Arte
y Cultura, PAC. En principio lo suyo no son las Bellas Artes, si bien ha
pintado y dibujado desde siempre, como muestra con orgullo su autorretrato de
1956. Estudió Derecho y su vida profesional transcurrió como secretario de
Ayuntamiento, largamente en Pozuelo (Madrid), un municipio, junto con el de
Calvià (Mallorca) con más presupuesto. Ayuntamiento y dibujo como constantes
Los dibujos de este autor van por
series taurinas, mitológicas y caricaturas fundamentalmente. Sobre el mito de “Europa y el toro”, el mito de la
doncella raptada por Zeus, ha hecho
variaciones interesantes. Son muy interesantes sus dibujos repletos de linea, en un horror vacui sin precedentes. Algunas de sus piezas se encuentran en museos y colecciones.
José Luis Monaj Abadía (Zaragoza,
1938), que actualmente se ayuda de bastón, conoce muy bien la Historia del Arte, no en
balde sabe dar la replica teórica a su esposa, la a pintora y retratista Nati
Cañada, a la que hizo su primer regalo como novia, de un fuste de columna
estofada, hoy pedestal de una de las esculturas que colecciona. A este regalo
siguieron otros, adquiridos en anticuarios. Al dibujante y a su esposa les
gusta coleccionar arte del pasado, como cuna y fuente de inspiración del arte
de siempre.
Hace muchos años faltó de su casa
una tabla gótica durante las vacaciones de verano. La policía, que no es tonta,
la encontró al cabo de 14 años, cuando el dueño ya se había resignado a
perderla. Hoy la casa nunca está sola y cuenta con buenos medios de seguridad y
vigilancia.
Monaj es un hombre que sabe inventariar,
conservar y estudiar la gran colección de arte hispanoamericano, especializada
en arte sacro culto y popular, que guarda en su casa. Nati Cañada adquiere y
restaura las piezas y él prosigue el proceso de fotografía, clasificación y
estudio. Más de 500 piezas de Cristo, cruces Vírgenes, Nacimientos y santos con
todo el candor hispano del otro lado del océano. San Francisco y San Antonio se
llevan la palma en la representación icónica. El Barroco del XVI y XVII domina
en las fichas técnicas de estas figuras, algunas con preciosas pátinas doradas
de origen y bien restauradas en la sociedad Monaj/Cañada. El Museo de América
conocen esta colección.
José Luis Monaj enjuicia así la pintura de Nati Cañada: “la verdadera enseñanza es el protagonismo que consigue en el manejo de la luz, una luz, que no busca contrastes, que no esculpe las formas sino que las transfigura, que trasciende lo que toca en espíritu”. Sería, por tanto, esa energía luminosa el elemento central de una pintura que está viva y que evoluciona en cada una de sus recreaciones.
José Luis Monaj enjuicia así la pintura de Nati Cañada: “la verdadera enseñanza es el protagonismo que consigue en el manejo de la luz, una luz, que no busca contrastes, que no esculpe las formas sino que las transfigura, que trasciende lo que toca en espíritu”. Sería, por tanto, esa energía luminosa el elemento central de una pintura que está viva y que evoluciona en cada una de sus recreaciones.
Pero José Luis Monaj no se quedó
solo en el arte. Le interesaba enormemente la lingüística y escribió una tesis
doctoral titulada Leer es un placer. Por
una escritura al servicio de la lectura. Le preocupa el futuro del libro
ante los medios digitales de la imagen. Hablar con él de este tema es
apasionante. Le inquieta el mundo de la lectura, la capacidad comprensora, la
disminución de lectores. Texto, discurso y comunicación del significante son
aspectos de esta tesis, que bien merece hacerse libro.
“Distingue
Roland Barthes entre los libros que enseñan, entretienen, reafirman nuestras
convicciones, labran por campos conocidos y próximos y aquellos otros que
despiertan, interrogan, inquietan, estimulan al pensamiento ocioso, desvelan
nuevas sendas: son como proas de acero que rompen el hielo inerte de lo dado, a
la vez que presagian el rumbo venidero. Cada generación tiene un limitado
número de este segundo grupo; las hubo afortunadas que tuvieron muchos; las más
anduvieron escasas; algunas carecieron de ellos. ¿Y nuestro tiempo?”, se
pregunta Monaj en el prólogo de la tesis. Aquí lo dejamos.
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