Julia Sáez-Angulo
17/09/18 .- MADRID .- Es nuestra
Infanta más cercana y castiza y a los mayores les recuerda siempre la simpatía
de su abuela Doña María de las Mercedes. Con un buen fachón que le viene de
raza y una espléndida melena que no necesita implantaciones, su figura emerge
donde vaya, como la de su hermano el rey Felipe VI. En el Grupo pro Arte y
Cultura, PAC, la queremos mucho, porque hemos podido contar con su presencia en
la primera donación de arte que se hizo para el Museo Extranjero en Sofia, en
los años 90, junto a los reyes Simeón y Margarita de Bulgaria, y recientemente
presidió las Medallas de Oro Mayte Spínola 2018. Sabe escuchar seria, con
solemnidad, el himno nacional que sonó a su llegada y sabe sonreír y conversar
con todos los artistas sin perder su empaque.
En esta ocasión se entregaba la Medalla
de Oro la Fundación Alalá, cuyo objetivo fundacional es promocionar la
educación y cultura de los niños y jóvenes gitanos necesitados, que la Infanta Elena preside, y estuvo bien
flanqueada, además de por la anfitriona, por el joven torero Miguel Báez,
Litri, que también forma parte de esa Fundación. En el PAC tenemos a José Luis
Mesas, un artista gitano de prestigio, que pinta como los ángeles y está muy bien
cotizado. Mañana, 18 de septiembre presenta su cuadro gigantesco El Cristo de los cuatro elementos en el Museo Mayte Spínola de Marmolejo.
Después, en la recepción, se vio a
la Infanta Elena posar con paciencia para aquellos artistas que se lo
solicitaban (tocar realeza les encanta) y reír a gusto cuando el fotógrafo
Peter Wall le explicó, que su nombre de origen era Pedro Tapia, pero quiso
emular a Anthony Queen, que se llamaba Antonio Reina y hasta a la misma Rita
Hayworth, que se llamaba Margarita Cansino y su familia era nacida de Azuaga,
donde está el Museo Casa Spínola. La Infanta se tronchaba.
A SAR la Infanta Doña Elena de
Borbón y Grecia (Madrid, 1963) –les ahorro la retahíla de nombres del bautismo-,
hija mayor del rey Don Juan Carlos, la recordamos como buena amazona en su
adolescencia y conocíamos bien su pasión por los caballos. Con su 1,78 m de
altura no es que fuera una jockey adecuada para las carreras en el hipódromo,
pero tampoco lo pretendía, sí bien subrayaba su amor por este deporte ecuestre que
ella adoraba y además le sentaba muy bien el atuendo adecuado para montar a
caballo.
Se dice que, cuando la llamaba su
padre el rey para algún acto de protocolo, ella se adelantaba con humor
diciéndole: ¿a dónde hay que ir, Jefe? La obediencia al rey en familia es casi
militar y ella fue bien educada en ese servicio a la Corona. Algunos señalan
que era la preferida de Don Juan Carlos, con la que más bromeaba, pero yo no he
sido testigo de ello. ¿Ah!, lo olvidaba, Doña Elena es también duquesa de Lugo
y ocupa el tercer lugar en la línea de sucesión, después de sus sobrinas la
princesa Leonor y la infanta Sofía.
Como su abuela María de las Mercedes,
le gustan los toros y asiste de vez en cuando a las corridas acompañando a su
padre el rey emérito o con alguna amiga, y no se deja intimidad por lo
políticamente correcto que es una forma de censura. Se casó en Sevilla, por
indicación de su abuela, y no tuvo empacho en que se lucieran en su boda
mantillas y peinetas de alta teja, que hacían sobresalir aún más las nobles
cabezas asistentes a la ceremonia. Su hija Victoria Federica de Marichalar le
sigue en esto de afición a los toros.
Pero lo nuestro es la cultura y el
arte, (todo es cultura como señaló Jacques Lang, ministro francés del ramo,
cuando señaló que cultura es el arte de
vivir) por eso la traemos aquí, porque es frecuente verla en exposiciones
de pintura y escultura. Con su trabajo en la Fundación Mapfre, la he visto
disfrutar en la exposición de Degas, y confesó –en petit comité- que le gusta
mucho la danza y no le hubiera importando ser bailarina. En todas y cada una de las exposiciones de pintura se la ve
presidiendo la inauguración, como corresponde; con su esbeltez y elegancia
natural contagia buena energía. Le sienta bien todo: los pantalones y blusones
sueltos, los vestidos de lunares, los chalecos, los sombreros y pamelas, los
pendientes largos y cortos… ¡Qué suerte tiene!
Más
información
No hay comentarios:
Publicar un comentario