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Julia Sáez-Angulo
20/10/18 .- MADRID .- Es hijo del
gran artista Manolo Ortega, por eso adoptó el apellido materno para no identificarse
en nombre artístico con su padre y maestro, gran pintor y ganador del concurso internacional de vidrieras de la catedral de la Almudena, aunque luego se retirasen sus obras
del ábside a favor de un amigo del cabildo catedralicio. Afortunadamente nos
quedan las obras de las naves laterales del viejo maestro Ortega.
Manuel Ortega Oyonarte (Madrid, 1957),
(Manolo Oyonarte para el circuito artístico), brillante en el mundo académico,
estudió Arquitectura y la ejerció en el comienzo de su titulación, para llevar
a cabo una gran urbanización a las afueras de Madrid y otros encargos
puntuales, incluida su propia casa unifamiliar, junto a la plaza de toros de
las Ventas, después de demoler una casucha que fuera de uno de los alarifes de
Mula (Murcia), que intervinieron en la construcción del coso taurino.
Como muchos arquitectos (véanse los
casos de Juan Navarro Baldeweg, Álvaro O´Donnell, Ángel de la Peña o Marta Buenaventura) sentía la fuerza, atracción
y magia de la pintura, el arte ilusionístico por excelencia, frente a la
rotundidad táctil de la escultura o el arte utilitario de función de la
arquitectura. En su caso, Manolo Oyonarte tiene la pintura inoculada en su ADN,
pues además de su padre, el gran maestro Manolo Ortega, también su hermano,
Carlos Ortega, historiador del Arte, se dedicó a la doble dimensión artística y
su madre, mi querida Carmina Oyonarte –discípula de su marido- estudió artes plásticas
y era la mejor diseñadora y crítica de arte a la hora de enfocar la pintura de
los tres varones que la circundaban.
Después de una etapa de recreación
de la mitología greco-romana sui generis, Bacon, Fraile y Luis de la Cámara…
serían artistas que estarían en la órbita
familiar de Oyonarte, por sus figuras antropomórficas y personajes expresionistas singulares, fragmentados. La pareja, el amor, el desamor, el conflicto y la
tensión constituyen la entraña de la pintura de Oyonarte, siempre al borde y el
abismo de la abstracción.
La docencia de Dibujo constructivo y
la pintura en el ISS Isabel la Católica de Madrid le absorbió buena parte de
sus energías, mientras soñaba con dedicarse por entero a la pintura, por eso
recibió con alborozo el año sabático que consiguió del Ministerio de Educación
y Cultura, después de trabajar intensamente como jefe de estudios en el
Instituto. A Oyonarte le gusta viajar a congresos, cursos o becas en distintos
países, para cambiar experiencias con otros colegas, variar de aires y establecer
nuevos contactos en exposiciones y conferencias que se le dan muy bien.
La
tesis doctoral de Manolo Oyonarte fue sobresaliente cum laude con el título
“El concepto de objetividad en la Obra de Arte”. Sobre ella ha dado conferencias en la Tertulia
Ilustrada y en la galería donde expuso y
dejó impresionados a sus colegas arquitectos y pintores. La arquitecta y
pintora Marta Buenaventura adquirió el mejor cuadro de la exposición.
“La obra de arte
transciende la razón del artista, para que surja el artista. El
desarrollo de esta idea, me lleva a considerar que también transciende sus
sentimientos (la obra de arte transciende el ego del artista). Si transciende
el ego del artista que la crea, debe ser apreciada transcendiendo el ego del
espectador”.
Esta
reflexión lleva a Oyonarte “a enfocar el trabajo en torno a las dos
preguntas eternas que surgen sobre la obra de arte: ¿existe la obra de arte
objetiva, indiscutible, independiente del gusto del espectador? y ¿puede surgir
una obra de arte objetiva de la subjetividad de un artista?
“Comienzo
analizando la evolución que han experimentado el gusto, el juicio del gusto y
el juicio estético desde la Ilustración hasta nuestros días y encuentro tres
periodos muy diferenciados, que denomino Premodernidad estética (de la
Ilustración a Kant) Modernidad estética (de Kant a la Documenta de Kassel de
1972) y Postmodernidad estética (de la Documenta 72 a nuestros días)”, añade
Oyonarte.
En París entrevisté a un
coleccionista francés, que había residido en Madrid durante un tiempo por
cuestiones laborales y se enamoró de la pintura de Oyonarte. Su coleccionismo
centrado en la mejor pieza de cada una de las exposiciones y etapas del artista español era puro entusiasmo. Un tipo
de coleccionismo que aplaudo. Este coleccionista, con buen ojo crítico, podría hacer
una buena retrospectiva del pintor.
Oyonarte, casado con la bióloga Mar
Merino, tiene dos hijas, una igual que una valkiria y otra de belleza latina.
El abuelo pintor decía que eran guapas, porque se parecían a su madre y a sus tías, las Pérez de Monforte. En este campo el pintor sabía
barrer hacia los suyos, si bien, en cuestión de circuito artístico, reconocía,
distanciando el nombre de su hijo: “Oyonarte es el que ha llegado más lejos de
los tres Ortega, el que ha adquirido más fama en el mercado”. Su arte está incardinado en la nueva figuración.
Manolo Oyonarte, artista independiente, colabora periódicamente con el Grupo pro Arte y Cultura y nos gusta verlo en los encuentros artísticos en casa de Mayte Spínola.
Manolo Oyonarte, artista independiente, colabora periódicamente con el Grupo pro Arte y Cultura y nos gusta verlo en los encuentros artísticos en casa de Mayte Spínola.
Más información
http://galeriaespiral.es/artistas/manolo-oyonarte/biografia/
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www.manolooyonarte.blogspot.co m
https://www.google.es/search?q=manuel+oyonarte&rlz=1C5CHFA_enES568ES568&oq=Manuel+Oyonarte&aqs=chrome.0.69i59j0l2.3633j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8
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2 comentarios:
Genial. Y lo de la tesis doctoral. Me honra ser familia suya,soy hija de Amalia Rguez. Oyonarte,ya fallecida,y su madre(Carmina) es estupendísima en todos los terrenos.
Perdón,soy hija de Amalia Rguez. de la Parte Oyonarte. Es mi primo.
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