-->
Julia Sáez-Angulo
17/10/18 .- MADRID .- Su abuela
aseguraba que la niña le pintó un retrato a lápiz cuando tenía tres años. Lo
cierto es que la pintora, bella y lozana andaluza, jaenera como las morillas
del romance de moros, es profesora de Dibujo y durante muchos años ha sido
titular en un Instituto de Enseñanza Secundaria, hasta que se retiró para
dedicarse por entero a la pintura. Con un carácter muy suyo y un temperamento
aparentemente volatinero, sabía encarrilar como nadie a sus alumnos
adolescentes y los centraba con una frase coloquial o castiza. A casi todos
ellos les hizo y regaló un retrato rápido a grafito, que guardan como un tesoro.
En su totalidad la admiraban; alguno hasta se enamoró de ella, porque ya se
sabe que los primeros amores platónicos juveniles son la prima cercana o la
profesora guapa. (Los profesores de enseñanza media son hoy los héroes de la sociedad contemporánea, por tener que bregar cada día con elementos no fáciles).
Rosa tiene una casa/estudio muy
singular con patio, portón y salida a la calle, con espacios distribuidos a
modo de bancales y dormitorios retranqueados como en un loft, donde recibe a
sus amigos para ofrecerles su cocido madrileño o la olla gitana a base de
verduras, buena para la Cuaresma y para la dieta. La pintora baila el tango
como una argentina profesional, sobre todo cuando lo hace con el doctor Francisco
Díaz de Rojas. Los que contemplamos sus movimientos de piernas y rodillas cuando ella
lo baila, nos quedamos con los ojos sin párpado.
A Rosa Moreno de Castro (Jaén, 1958)
le apasiona la tarea de pintar, que para ella es algo así como domeñar la
realidad en tres dimensiones a la planitud de dos, sin perder la sensación
ilusionística de las tres como punto de partida. La realidad y la escultura son
tridimensionales, la pintura es mágica porque es bidimensional y volúmica en
apariencia.
A Rosa le da igual la técnica, el
soporte o el pigmento; son medios. Rosa afirma que cada modalidad tiene su
gracia: “me gusta el pastel, por su inmediatez; la acuarela, por sus efectos
inesperados; el carboncillo, porque es misterioso y bello; el acrílico seca
rápido…, pero con el óleo consigues todos los efectos que desees”.
Captar el rostro humano fue la constante de la
larga trayectoria artística de Rosa Moreno de Castro quien, por su maestría, ha
tenido numerosos encargos a lo largo de su vida, pero si ella observaba un
rostro interesante, que le motivara, también lo representaba, aunque fuera en
apunte y no fuese encargo, porque estimaba que era digno de pasar al arte. Tiene
retratos que son cumbres de su pintura como los del escritor Torrente Ballester
o el poeta Luis Hernández del Pozo. También ha realizado retratos cercanos de
familia o de amigos, como el de su hija o el de Amparo Ruiz de Ayllón.
Los
paisajes naturales o urbanos son otro capítulo importante en el quehacer
plástico de esta autora. El color fauvista se cuela en sus bosques y parques,
donde logra con frecuencia la idea misteriosa de la presencia cercana y ausente
de alguien. En las ciudades pinta con frecuencia escenas de cafés o terrazas
habitadas por gente que conversa y disfruta de esos momentos de calma. Una
pintura grata y habitada que sugiere el dulce encanto de la conversación o la
tertulia.
Los
concursos de pintura rápida le han tentado en el pasado por lo que tienen de
reto en el tiempo y el espacio. Ha ganado numerosos primeros, segundos y
terceros premios, además de disfrutar de estas jornadas al aire libre de
encuentro y medida con otros colegas. Cuando a Rosa le da la ventolera, viaja,
pinta, participa en los concursos, pero si el cuadro no le convence, no lo
entrega al jurado. Eso lo ha hecho más de una vez. La última regresó con el
cuadro a casa y lo vendió de inmediato en Madrid, porque la pintora tiene un
circuito de conocidos y amigos que conocen y valoran su arte. Ahora dice que va a
regresar a alguno de los concursos al aire libre, para obligarse a hacer de
modo rápido y está preparada para viajar a uno de ellos en Asturias.
Desde
que se prejubiló en el Instituto, se ha hecho cargo como comisaria del Club 567
de Madrid (c/ Santa Engracia), donde ella misma expuso una amplia individual en
2009. Antes celebró sus 25 años de matrimonio con la pintura en una interesante
retrospectiva en el madrileño Centro Cultural Nicolás Salmerón. Su hija, hoy residente en Australia, le siguió en el
estudio de Bellas Artes, si bien se ha especializado en iluminación –como la
hija de Maica Nöis-, factor clave en la arquitectura de interiores.
Rosa Moreno de Castro participa de vez en cuando en los proyectos del Grupo pro Arte y Cultura y se la ve en los encuentros artísticos en casa de la fundadora Mayte Spínola.
Rosa Moreno de Castro participa de vez en cuando en los proyectos del Grupo pro Arte y Cultura y se la ve en los encuentros artísticos en casa de la fundadora Mayte Spínola.
Muy
familiar y jaenera ella, Rosa regresa con frecuencia a casa, a su ciudad natal Jaén –la
más castellana de la provincias andaluzas-, para estar con su madre y sus
hermanas. Recientemente falleció su padre y eso ha lacerado tanto su corazón
que apenas si puede hablar de él sin emocionarse. Recientemente le había
ayudado a presentar un libro de memorias en Madrid. Un pequeño retrato del
rostro de ese padre, figura en el salón de su casa.
Más información
pintura fauvista
Retrato de niña
Retrato de Luis Hdez. del Pozo
Retrato de Amparo Ruiz de Ayllón
No hay comentarios:
Publicar un comentario