M. Dolores Gallardo
López
07.11.18 .- MADRID .- El Ballet Nacional de China,
fundado en 1959 por el coreógrafo ruso Pyort Gusev, está considerado como uno
de los diez mejores del mundo.
Ha realizado giras por numerosos países y
ahora visita por primera vez España, quizás como un acto más a añadir a la
reciente visita de Estado que Xi Jinping, actual presidente de China, realizó
hace unos días a nuestro país con la finalidad de estrechar lazos económicos.
En todo caso, el Ballet
Nacional Chino visita Madrid en el marco de la 33ª edición del Festival
Internacional de Madrid en Danza y puede
verse sólo tres días (5,6 y 7 de este mes) en la Sala Roja de los Teatros del
Canal .
La obra con la que se
presenta en España es Destacamento rojo
de mujeres. La nueva puesta en escena de esta obra fue estrenada en el
verano de 2015 en el Lincoln Center de nueva York con gran éxito de crítica y público.
A una versión anterior asistió el presidente Nixon en 1971.
El ballet es una adaptación de la película
del mismo nombre filmada en 1961.
Se trata de un drama “rojo” clásico, una
leyenda supuestamente ocurrida en la isla de Hainan, al sur de China, en 1930: Qionghua, joven esclava del rico Nabatian,
es apaleada ferozmente y, dada por muerta, queda abandonada en el bosque;
después de una terrible tormenta es encontrada y llevada junto a un grupo de
jóvenes pertenecientes al joven ejército rojo, creado en aquellos años 30. La
antigua esclava se convierte en una aguerrida soldado de la revolución. Así
logra su realización personal y, además, vengarse de su antiguo dueño.
Por encima de la
anécdota de la joven Qionghua, en realidad nos encontramos con una epopeya que narra
la revolución comunista de China y enaltece la participación en ella de las
mujeres, que como decía Mao, “sostienen la mitad el cielo y deben luchar para
conquistarlo”.
Durante algo más dos
horas la belleza de la música -marcial en muchos casos, como no podía ser
menos-, la flexibilidad, la gracia y el encanto de la danza de los bailarines proporcionan al espectador un
extraordinario deleite, más allá de la moralina que intenta trasmitir el
argumento.
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