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Julia
Sáez-Angulo
Ella presume de ser la única diseñadora de moda que viste siempre sus propias
creaciones, porque cree en ellas y es su mejor modelo. A los 20 años Ágatha Ruiz de la Prada hizo su primera exposición y
la segunda en las escalinatas del Museo de Arte Contemporáneo en la Ciudad
Universitaria de Madrid, hoy Museo del Traje, donde ha expuesto una selección
antológica de sus diseños, que van desde la moda a las vajillas y todo el arte
de la mesa que dirían los franceses. Es una creativa audaz, atrevida, desenfadada
y fresca, amén de un personaje del papel couché. También ostenta dos títulos
nobiliarios: XIII marquesa de Castelldosrius, Grande de España, y XXIX barones
de Santa Pau, muy catalanes ellos, concedidos y rehabilitados ambos por la
Monarquía hispánica.
El
color brillante y radiante hasta lo restallante es su máxima. Ella fue
consciente desde el principio que, en la moda había dos líneas de la elegancia:
el negro de Balenciaga como tótem español, desde Felipe II (cuando las Cortes
medievales y renacentistas vestían de colorines, porque no encontraban el tinte
adecuado para el precioso negro aterciopelado de la Corte de España) o el rosa
de Elsa Schiaparelliy o Christian Lacroix de la escuela de Paris, que animaban
las tardes y noches de fiesta o de gala. Ágatha optó por el segundo camino,
casi condenando al negro como el no-color anatema. El fucsia es su color
referencial en sus flores, medias, vestidos, perfumes y demás...
Y si digo
que no prescindió del todo del negro, porque su vestido-piano en negro y blanco
es la excepción que confirma la regla.
Sus extravagancias y vida privada le sirven también para
promocionar su nombre y su marca que son lo mismo sin solución de continuidad.
Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat (Madrid, 1960) es una luchadora y una
actriz de la vida, que sabe lo que busca y lo que quiere, aunque no siempre lo
consiga, pero lo pone en escena. Tiene dos hijos crecidos que le ayudan en su
empresa: Cósima y Tristán Ramírez, hijos también de un célebre periodista, a
quien ahora Ágatha llama el Innombrable, desde que se separó de ella, a los
pocos meses de casada y más de dos décadas de vida en común.
Una
separación matrionial ayuda a adelgazar más que una dieta, y Ágatha, sin haber
estado nunca rellenita, sí se quedó flaca ante ese hecho inesperado,
precisamente a los pocos meses de separada. La diseñadora acudió al juzgado a
firmar su divorcio en 2017, revestida de un burka azul morado, porque no quería
que su ex marido la volviera a ver la cara. La infidelidad duele y ella lo ha
vivido de ida y vuelta, como a Valerie Trierweiler. Muy pronto Ágatha se rehízo en compañía y fotografías
ante la prensa del corazón, con el célebre Chatarrero Luismi,
que se hizo millonario vendiendo
piezas de coche de segunda mano, principalmente de los motores Barreiros. Más
de uno creyó que este romance era por despecho y que duraría muy poco, pero de
momento sigue. La publicidad de estas cosas también suma.
Graciosa,
numerera y distante cuando quiere,
Ágatha Ruiz de la Prada es ella misma. Simpática y cariñosa puntual, como
cuando dijo por ejemplo que veía a la infanta Leonor tan mona que la considera
“como una sobrina” o cuando dice en su presencia “soy muy amiga de la directora
del Museo del Traje, aunque ella no lo sabe todavía”.
A la boda del Príncipe Felipe, hoy rey de España, fue con los colores nacionales y un corazón algo morado. Algunos dicen que fue un guiño.
A la boda del Príncipe Felipe, hoy rey de España, fue con los colores nacionales y un corazón algo morado. Algunos dicen que fue un guiño.
Ágatha
Ruiz de la Prada tiene su público. Sabe que tiene una moda de pasarela, siempre
lista para el que la busca y otra más contenida de extravagancias en las
tiendas. Hasta su madre encontraba cosas para llevar, dijo Ágatha en una
ocasión. Los vestidos piano, huevo frito, caderas o mangas abullonadas y demás, los más peculiares,
son los que conserva en la Fundación que ha creado con su nombre y que cuenta
con unas 500 piezas para ser expuestas allí donde se lo demanden.
Su
primera exposición retrospectiva fue en la Casa de Vacas del Parque del Retiro hace
unos 15 años y la segunda en el Museo del Traje en Madrid en 2019. Ha desfilado
también en la Semana de la Moda en París, concretamente en el Museo del Louvre,
porque ella está convencida que moda y arte se dan la mano y se considera casi
pionera de este pensamiento.
Ha
elogiado al desaparecido Elio Bernhanyer, de quien lució –como excepción- un
modelo, a petición del diseñador, el día del homenaje que le hicieron a él en
el Museo del Traje, siempre geografía referencial de los modistos. Ágatha Ruiz
de la Prada da y dará mucho que hablar; tiene fuerza, energía y vis actora y
cómica para ello. Cuando recibió la Medalla de Oro Mayte Spínola por la
creatividad de sus diseñados, lució el traje largo más maravilloso que le he
visto nunca en rosa y verde tierno. ¡Único para ser lucido por ella! Atrajo las
cámaras como nunca.
Ágatha Ruiz de la Prada ante un cuadro de Sandoval, en la toma de la Medalla de Oro Mayte Spínola
En la boda del Príncipe Felipe (hoy Rey Felipe VI)
En la boda del Príncipe Felipe (hoy Rey Felipe VI)
1 comentario:
Apreciada Julia, magnífico reportaje. Enhorabuena a Ágatha R de la Prada por su fantástica colección!!!
Saludos cordiales
Vicente Heca
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