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Julia
Sáez-Angulo
23/2/19
.- MADRID .- Es una sefardita de origen turco, llegada por familia a Argentina
y asentada en Perú desde 1974 por vocación y elección del país, ya que en uno
de sus viajes profesionales le gustó el territorio y sobre todo la cortesía y
amabilidad de sus gentes, por lo que decidió volver y quedarse. No lo lamenta,
sino todo lo contrario, allí acabó paulatinamente transmutando su actividad de
productora de cine, que tanta satisfacción le procuró durante años, por la de
diseñadora de joyas, coleccionista y conservadora de textiles autóctonos.
Ahora
en Madrid, participa en el programa
independiente, paralelo a la feria de ARCOMadrid, de la mano de Fietta
Jarque, expone sus piezas en Flecha y recibe a los medios
informativos y profesionales en los Estudios de Chus Burés, el colega español
que le ha prestado su espacio en la madrileña calle Serrano, para exponer y
presentar sus maravillosas joyas de clara evocación precolombina, joyas que
transmiten el mundo místico de aquellas antiguas culturas. Esther ha llegado a
ser una de las diseñadoras de joyas más relevante de América Latina.
Esther
Ventura (Buenos Aires, 1947) tiene unos bellísimos ojos claros, muestra energía
al hablar y luce unos pendientes de plata y coral “como las antiguas
sefarditas, es decir españolas, porque el coral rojo atraía la atención y
libraba del mal de ojo”. Ella habla y cuenta sobre su trayectoria humana, vital
hasta llegar a diseñadora de joyas de autor y capta la atención de un público
entregado. Dice que siempre hace lo mismo: “recabar materiales para un
objetivo que le interesa”, en este caso las joyas.
Se
siente muy agradecida al diseñador español Chus Burés, al que admira, por su
generosidad al darle acogida en su espacio. Asegura que la colaboración entre
colegas es siempre más fructífera que la competencia pura y dura.
Esther
Ventura es una mujer luchadora y segura de sí misma, sabe lo que quiere y va a
ello, al tiempo que se muestra humilde y dice que ella, como diseñadora no
sería nadie, si no pudiera contar con los orfebres que llevan a cabo sus ideas
y creaciones. “He llegado a tener 30 artesanos plateros y pedreros en mi
trabajo. En Perú los hay formidables a la hora de trabajar y algunos indagan con
qué herramientas lo hacían en el pasado”, cuenta, y añade: “tengo tantos
materiales e ideas en la cabeza que necesitaría tres reencarnaciones para
hacerlas”.
Indias como reinas
Indias como reinas
Ciertamente,
esta mujer, como diseñadora de autor, está elogiando y difundiendo el arte de
la joyería peruana como nadie. Su creatividad febril le lleva a las audacias
más hermosas. Ha entrado y penetrado la selva para obtener materiales
variopintos y valiosos, que ella exalta ante el peligro de su deterioro o
pérdida. Es capaz de potenciar y poner en valor una seda o un prototipo indio a punto de desvanecerse. "Utilizo los descartes", explica. Así
vemos patitos y otros elementos icónicos de esas culturas, que ella subraya con
su arte. “Primero higienizo todo, antes de pasarlo a la joya”, advierte.
“Me resultaba
fascinante ver a algunas indias muy bellas, adornadas con joyas como si fueran
reinas”, cuenta Esther Ventura, que su vez luce colgantes y anillos por doquier.
La estética de aquellos trabajos indios le captó la mirada y ella las recreó en
piezas singulares, muchas de ella dignas de figurar y figuran en museos. Ella
conoce que ya desapareció la antigua división entre artes mayores y menores,
que las artes ornamentales, decorativas u objetos de arte, pueden superar en
condensación estética y señala con satisfacción algunas de sus piezas cumbres
hechas de plata, piedras o reliquias
peruanas del pasado.
La
diseñadora disfruta con las cualidades y calidades de cada una de su joyas
cumbre, de esas que ambicionan los coleccionistas. Señala la música especial
que emite un collar de plata, la rotación de la piedra de un anillo, el color
anaranjado o cárdeno de especiales y raros caparazones del mar que emergen junto
a la plata, la plumaria leve de algunos
pendientes... es una investigadora nata del pasado en el presente.
Creatividad orgánica y mental
Creatividad orgánica y mental
Su
creatividad es orgánica y después mental. Esther recuerda que “el arte que solo
viene de la mente no toca el corazón”. La diseñadora mira los materiales, los
contempla, distribuye y seguidamente diseña una joya especial para ellos, por
eso la mayoría y las mejores obras suya son única.
Collares,
gargantillas, colgantes, pulseras, pendientes, anillos, gemelos, broches,
llaveros, pequeños objetos ornamentales como los diseñados para jóvenes
matrimonios –yuntas-... Muchas de estas piezas las muestra junto a los elemento
de origen, para que el espectador o el coleccionista las relacione y valore.
Aplaude
el coleccionismo del arte precolombino y lamenta que algunos coleccionistas
tengan dificultades de venta o traslado. Esther Ventura opina que no se trata
de que Perú lo acapare todo, sino de que procure que no salga del país lo más
importante o representativo. El resto es bueno que se difunda, se exponga y dé
a conocer fuera, para que se conozca el interés y la singularidad del precioso arte
peruano. Lamentablemente no siempre se enfoca bien desde las instituciones y se
dificultan las cosas a los coleccionistas, que son los verdaderos interesados y
conservadores del arte.
Esther, que acaricia a idea de exponer en la Casa Sefara-Israel de Madrid y en el museo del Traje, cuenta que un funcionario español apareció una vez ofreciendo a los sefarditas la nacionalidad española, pero los requisitos se le antojaron a ella tan complicado que lo aparcó. Ahora lamenta no recordar el nombre del funcionario para invitarlo a su exposición.
Esther, que acaricia a idea de exponer en la Casa Sefara-Israel de Madrid y en el museo del Traje, cuenta que un funcionario español apareció una vez ofreciendo a los sefarditas la nacionalidad española, pero los requisitos se le antojaron a ella tan complicado que lo aparcó. Ahora lamenta no recordar el nombre del funcionario para invitarlo a su exposición.
Joyas de Esther Ventura
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