sábado, 19 de septiembre de 2020

Vladimir Maiakovski: “Nube en pantalones” y “Flauta vertebral” en edición bilingüe ruso-española



Julia Sáez-Angulo


19/9/2020 .- Madrid .- Iniciador del futurismo ruso, Vladimir Maiakovski, fue uno de las figuras más relevantes de la poesía rusa de comienzos del siglo XX. Apoyó la revolución de 1917, cuando aún no había mostrado su degeneración totalitaria de muerte. Nube en pantalones es el libro que junto al otro título Flauta vertebral, publica la editorial Cátedra, en edición bilingüe ruso-española de Jesús García Gabaldón.


“El título de Nube en pantalones proviene de una anécdota que le sucedió al autor viajando en tren. Ante la inquietud que detectó en una joven sentada frente a él, pensando en que al entrar en un túnel, él pudiera sobrepasarse, Maiakovski le dijo: “No se preocupe, señorita, soy una nube en pantalones”. En ambos poemarios, el amor no correspondido, la pena de amor, lleva a la locura (Nube en pantalones) o al suicidio (Flauta vertebral).


“La palabra del poeta/ es su resurrección” dice Vladimir Maiakovski (1893-1930) en “Conversación sobre poesía con el inspector fiscal” (1926). “Soy poeta. Eso es lo que me interesa. De eso escribo. De lo demás solo si se asienta con la palabra”, escribe en su poema autobiográfico “Yo mismo”.

“Ojos tiernos, duros, tristes. Mirada seria, intensa, límpida, huidiza, desvalida, arrogante, esquiva. Cejijunto. Nariz romana, finos labios, qu3 sostienen invariablemente un cigarrillo. Cara ovalada, cráneo rapado, de apache. Cuello corto. Alto, titánico, gallardo. Manos grandes. Musculosa mole. Corpulento cuerpo. Canallesco, gamberro, estrafalario. Embaucador. Dandy, Intempestivo. Bohemio, proletario, revolucionario…” Todos estos adjetivos, muchos contradictorios pero ciertos, se adjudican al célebre poeta ruso en la introducción del libro. La poesía y la tragedia envolvieron su vida en tiempos agitados, convulsos y prometedores que se acabarían frustrando en la sufrida Rusia de los zares y seguidamente de los soviéticos.

Los versos de Anna Ajmatova resumirían muy bien: “cómo se fortalecían los sonidos en tus versos, y nacían nuevas voces”.



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