miércoles, 12 de abril de 2023

MARIO CAMPAÑA: “Las primeras poetas americanas: razón y memoria” en la casa América Catalunya

Mario Campaña, escritor


Por Jorge Izquierdo Salvador

       12/4/23.- Madrid.- En marzo de 2022 la editorial ecuatoriana Festina Lente publicó un primer volumen de los ensayos reunidos de Mario Campaña bajo el título De la Espiral y la Tangente. La recopilación incluye dieciséis ensayos que abordan diferentes aspectos de la actividad literaria y lecturas críticas de diversos textos, entre ellos algunas de las constantes en la producción de Mario: Quevedo, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y las vanguardias latinoamericanas. Como co-editor de este volumen recuerdo que, sobre la hora, Mario decidió añadir unos apuntes sobre la historia de la escritura poética femenina. Quiero empezar esta conversación virtual con el autor aludiendo a esa premura, porque fue realmente inesperado; cuando el libro estaba definido y preparábamos los aspectos técnicos de su producción, cuando habíamos ya realizado una selección minuciosa de qué y qué no podría ir en este primer volumen de ensayos, Mario me envió un mensaje de voz con argumentos convincentes de por qué esta incorporación tardía era indispensable. 

    Mario, ¿me puedes contar el origen de la conferencia que se convirtió en el ensayo “La escritura poética femenina: nota para una historia de Safo a Sor Juana”? ¿Desde cuándo y por qué razones has sentido interés por este tema? Y, si es posible ¿puedes explicar por qué el texto “reapareció” poco antes de la publicación de tus ensayos y por qué sentiste que era necesaria su publicación?

    Una de las más recurrentes sospechas de mi vida de lector, con estímulos frecuentes, era la relativa a la tergiversación u omisión de la vida y obra de las mujeres en la historia de Occidente; me refiero a los pequeños atisbos que un hombre como yo puede alcanzar. Recuerdo el caso de Medea y el de las troyanas y el de muchas heroínas de novelas, sobre todo del siglo XIX europeo, y el de las poetas activas en la vanguardia poética latinoamericana de los años veinta y treinta, que participaron con sus parejas masculinas en la fundación de revistas y en actos públicos y en la propia escritura poética y que despues, según comprobaba yo, habían sido borradas de la historia. Fue una enorme sorpresa descubrir que en la historia cultural de Europa había un agujero de mil años, aproximadamente, en que no había ni atisbos de la escritura poética femenina. Así que en cierto momento empecé a tomar apuntes y borronear notas. Publiqué algo en Guaraguao sobre las vanguardistas olvidadas, fui con mis notas a dar una conferencia a la Universidad de Salamanca, luego, a las universidades de Génova, Boone y Massachusetts. Hice Casa de luciérnagas. Antología de las poetas hispanoamericanas de hoy, para editorial Bruguera y Ana María Moix. Se me presentó después la oportunidad de reunir prólogos y conferencias en Baltimore, y publiqué De la flor al tallo: el discurso crítico de las poetas hispanoamericanas. Todo muy provisional, porque así iban saliendo las cosas. Y continué mis notas, pero sin generar nada que estimara realmente fuerte. Cuando publiqué el volumen Poesía reunida, Ricardo Iván Paredes me hizo una entrevista en Barcelona, una magnífica entrevista, para la revista Pliego Suelto, y al final me preguntaba por mis nuevos planes. Le dije que deseaba retirarme a una vida tranquila e intentar la poesía, solo la poesía, y agregué: “Mi decisión es buscar una vida tranquila y dedicarme enteramente, hasta donde me sea posible, a la poesía, solo a la poesía. Y añadí esto, como nota final: 

    “Me hubiera gustado desarrollar un último ensayo y realizar unas cuantas investigaciones que en otro tiempo me entusiasmaron, una de ellas dedicada al carácter tan admirablemente peculiar de la obra poética femenina en Latinoamérica, pero siento que se me ha pasado ya el momento de hacerlo”

(anoto aquí el link de la entrevista: http://www.pliegosuelto.com/?p=27113)

Pensé que no tenía alternativa, porque no me sentía ya con energías. Cuando empezamos a hacer la recopilación de los ensayos, seguía pensando que esas notas no eran publicables. Y al final, como dices tú, “sobre la hora”, me dije que al menos debería adecentar una parte de eso y entregarlo como un borrador más o menos organizado, que quizá podía servirle a alguien. Al fin y al cabo había muchas horas y días y semanas y meses a lo largo de unos quince años de investigación no exclusiva, pero sí constante. 

Pero de la parte que no entró en De la espiral, que quedó en borrador, yo tenía aún otras sesenta páginas sobre las primeras poetas americanas, que preparé para una conferencia a la que me invitaron en la Universidad de Granada. Pensé que debía terminar eso antes de retirarme del todo del trabajo, diría, ensayístico o investigativo que, muy modestamente, he ido desarrollando junto a mi interés principal que es la poesía y el relato. Y fue con esas páginas que me embarqué en este último ciclo, sencillo, pequeño pero que me ayuda a cerrar la etapa. 

    “La escritura poética femenina: nota para una historia de Safo a Sor Juana” arranca con una preocupación por los vacíos o posibles borramientos de la escritura poética femenina a lo largo de la historia y a los que ya has hecho referencia. Te alarma, sobre todo, la brecha que existe en la tradición europea, de unos 1000 años hasta Hildegard von Bingen (1100 dc). En tu texto se esbozan algunas explicaciones de por qué esto ocurrió, ¿podrías mencionarlas ahora? ¿es esto una particularidad de la escritura poética femenina o parte de un problema generalizado frente a la memoria humana?

Como no hay investigaciones sobre la historia de la escritura poética femenina, no hay respuestas seguras. Eso sí, historiadores tan acreditados como Albrecht Classen y George Duby y otros medievalistas han podido aseverar que durante la Edad Media, todo lo que compete a lo público, incluyendo la escritura, pertenece a lo masculino. Las pautas fueron marcadas en ese largo período por la iglesia cristiana. Luego hay, por supuesto, un problema de archivos, el primero de los cuales es el sentido de las prioridades, y la escritura poética femenina nunca ha sido una prioridad para nadie. A mi juicio en ello cuenta mucho la cultura nobiliaria y aristocrática, tan antigua que se puede datar de los orígenes griegos de nuestra cultura. La herencia griega es muy valiosa por una parte, pero nefasta por otra, por la cultura aristocrática que tanto daño nos ha hecho. Por una parte, esa cultura otorgaba un lugar prominente al guerrero, al héroe de las gestas bélicas, es decir, al hombre; por otra, estaba regida por el paradigma del nombre y la representación, que también era masculino. Finalmente, estaban los principios de honor, honra y fama... Lo público es lo honroso y lo que da fama, y, por las razones que acabo de mencionar, concierne al hombre; lo privado, despojado del honor y el mérito público, se reserva a la mujer, que no es heroína de las guerras, que no tiene ni un nombre ni una representación pública y a quien también se niega el beneficio de la educación, excepto, a veces, en las cortes. La mujer, para mantener su honra y su honor fuera de riesgos y dudas, debe mantenerse en el ámbito privado. Una de las consecuencias, para nuestro caso, es que la mujer no pudo acceder a la condición de autora. Así, sin ser héroe ni autora y sin tener representación, la mujer nunca fue una prioridad en la investigación de archivos. Yo sospecho, por ejemplo, que si no se conserva ni un solo poema de Elvira de Mendoza, una poeta del siglo XVI, es porque ella carecía de representación alguna y eso en la cultura nobiliaria dominante, te condenaba al anonimato. 

    Las revelaciones que haces en tu ensayo acerca de la escritura poética femenina en América, particularmente la que tiene que ver con el mundo indígena prehispánico, son fascinantes. Hace poco, en otras conversaciones, me mencionaste el caso de Anacaona (1500 dc). ¿En qué tipo de fuentes te basaste para incursionar en este tema en el que parecería que está todo por hacerse? ¿Qué consejos le darías a una persona interesada en seguir con esta investigación? 

    En el mundo náhuatl y maya se ha avanzado, no sé bien cuánto, pero sí se ha avanzado, en la investigación de la cultura prehispánica. No todo se destruyó con el colapso de la guerra y la derrota. Los sabios indígenas, conscientes de que vivían un fin de mundo, hicieron recopilaciones, redescubiertas después en los siglos XIX y XX. En el mundo quechua, aymara o guaraní, por ejemplo, me parece que se ha avanzado menos. Para las náhuatl mis fuentes han sido los historiadores de la cultura del México prehispánico, que se renuevan generación tras generación, y no solo en México sino también en Europa. Hace poco pude encontrar un ejemplar del libro recién aparecido La mujer en la poesía náhuatl del México antiguo, de una investigadora extremeña llamada Ma. Ángeles Rodríguez. De Anacaona, cacica y poeta aborigen, hay muchos testimonios y referencias en los cronistas del siglo XVI. Anacaona es un caso sumamente traumático. Los cronistas la llaman “prudentísima”, que en el español del siglo XVI significa inteligentísima y sabia. El gobernador Nicolás de Ovando la hizo colgar. Creo que los americanos necesitamos leer más a los llamados “cronistas de Indias”, pero sé que esta época es especialmente propicia a la historia, así que no me hago ilusiones.   

    A partir del 17 de abril de este año Mario Campaña ofrecerá un ciclo de conferencias titulado “Las primeras poetas americanas: razón y memoria” en la casa América Catalunya. Quiero cerrar esta breve conversación con una referencia a este acontecimiento. Mario, ¿por qué has optado por ese subtítulo razón y memoria? ¿Cuáles son algunas actualizaciones o expansiones relevantes que has preparado a partir del ensayo sobre este tema que se publicó el año pasado en De la Espiral y la Tangente?  

    Razón y memoria alude al rol genésico de las primeras poetas, el de apertura de un camino por el que las poetas americanas han transitado luego, tan brillantemente. Ese rol debe preservarse y renovarse en cada generación y hemos de ser conscientes de ello.

    El de este ciclo es un tema completamente nuevo. En De la espiral y la tangente solo llegué a introducir las primeras conclusiones a que había llegado. He perimetrado el objeto de estudio entre 1574 y 1640 porque en esa época se puede observar fácilmente un de los elementos más notorios de los orígenes de la escritura poética femenina. Es un fenómeno que observaremos en cinco de los seis casos de estudio de este pequeño ciclo. En estos, vemos que las obras de las poetas aparecen, se conservan o se descubren gracias a la mediación de un agente masculino. Un agente masculino español. En un caso, los poemas de una poeta se insertaron en una obra que el destinatario masculino dejó inédita y se descubrieron trescientos años más tarde; en otros tres, las obras de las poetas aparecen en el grupo de poemas encomiásticos antepuestos en libros de autores asimismo masculinos, dos de esos casos son de autoras anónimas (el anonimato de la mujer era común, por razones de honra); en un quinto, el poema aparece en el cuerpo principal de la obra de un autor, Lope de Vega, que declara que se trata de un poema que él recibió de una mujer anónima americana. Solo en un caso, en el último del ciclo, el de la mexicana María Estrada de Medinilla, la mujer aparece libre. Estrada ya participa con su nombre en uno de los certámenes anuales de poesía, y lo gana. El poema de ella que estudiaremos es nada menos que una “relación” o relato que le hace la poeta a una monja de la entrada en México de un nuevo virrey. La libertad de que ya goza María Estrada nos indica que el suyo es el momento en que termina la primera etapa de la historia de las poetas americanas en lengua castellana. 1640.  Estos seis casos no son los únicos. En mi nómina hay otros cinco. Las primeras poetas, digámoslo así, son once en total, hasta ahora.

Jorge Izquierdo Salvador (Londres, 1980).- Escritor, docente y co-fundador de Editorial Festina Lente. PhD en Estudios Latinoamericanos por la University of British Columbia. MA en Estudios Latinoamericanos por la University of Washington. BA en Jurisprudencia por la Universidad San Francisco de Quito. 

    Ha sido docente y subdirector de las Carreras de Literatura y Artes Visuales en la Universidad de las Artes en Guayaquil. Coordinó el programa UDLA Honors entre 2018 y 2020. Actualmente es Decano de la Escuela de Formación General de la Universidad de las Américas en Quito.

    Bajo el pseudónimo Salvador Izquierdo ha publicado las novelas Una Comunidad Abstracta (Cadáver Exquisito, 2015, Beatriz Viterbo, 2021), Te Faruru (Campaña Nacional de Lectura, 2016) y El Nuevo Zaldumbide (Festina Lente, 2019, Premio Joaquín Gallegos Lara 2019); así como la colección de relatos Te Perdono Régimen (La Caída, 2017) y el libro/revista ¿Cómo estás? (Festina Lente, 2020). Fue letrista de Biorn Borg y co-guionista de los largometrajes Un Secreto en la Caja (2016) y Panamá (2020). 

1 comentario:

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

javier villán zapatero
19:19 (hace 3 horas)
para mí

Fascinante…Ahí tienen las FEMINISTASactuales , claros precedentes de un feminismo sin trampa ni cartón.