martes, 20 de agosto de 2024

MARTÍN PÉREZ Y LA TABERNA DEL TUERTO PIRÓN, EN VILLACASTÍN (Segovia)


Retrato realizado por la Guardia Civil en 1870 con el objetivo de prevenir a la población y arrestar al bandolero 

Sierra de Guadarrama, hoy parque natural desde 2013

A Carmen Valero Espinosa, que me contó 

esta historia y queda como narradora oral

 


Julia Sáez-Angulo

    20/8/24.- Villacastín.- Martín Pérez Bermejo era un buen amigo de mi padre, el abogado don Antonio Valero. Algo más joven que mi progenitor, Martín era un hombre educado y culto, pero sin oficio ni beneficio claro, por lo que andaba casi siempre con poco dinero. Nos alquiló indefinidamente su casona en la localidad segoviana de Villacastín, con un ostentoso escudo en la fachada, en medio de la Plaza Mayor. La casona tenía catorce habitaciones y una capilla. Martín dormía en lo que él llamaba la habitación de Felipe II, porque era muy grande y la cama tenía dosel con cortinas. En esa casa pasamos todos los veranos de infancia, mis padres, mis dos hermanas y yo, la mayor de las tres, además del perro Churi. Todos residíamos en Madrid, durante el curso escolar. 

    Mi padre quería tanto a Martín, que le permitió alojarse en la amplia casa situada al fondo del amplio patio ajardinado de la nuestra casa alquilada, que tenía también entrada por la calle de atrás. Y no solo eso, papá invitaba a comer a su amigo todos los días a casa, durante los meses de verano que disfrutábamos del “otro lado de la sierra de Guadarrama”, que nos separaba de Madrid, para que, según mis padres, respirásemos sano y sus hijas no cogiéramos la tuberculosis imperante en los años 50.     Martín solo dejaba de venir a casa, cuando papá tenía que volver a Madrid, durante los días del mes de julio en que tenía que trabajar en la capital, si bien regresaba los fines de semana. Era un detalle para preservar la honra de mi madre, doña Sofía Espinosa.

    Martín Pérez era tan educado, que siempre se ponía en pie y hacia una ligera inclinación de cabeza, cuando mamá o alguna de nosotras llegaba a casa o al bar, en su presencia. No dejaba de hacer su saludo y reverencia, incluso, cuando estaba algo bebido y balbuceaba las palabras. Todos en la familia lo apreciábamos

    Martín Pérez era hijo de Doña Baldomera Bermejo, una mujer viuda, de carácter, excelente cocinera, que regentaba la taberna Casa Labra en Madrid, cuya especialidad, cordero con guisantes, era el furor, antes de especializarse en bacalao rebozado y croquetas, que es el atractivo posterior de hoy. En 1897, Pablo Iglesias (que no Turrión, el de la coleta) fundó el Partido Socialista Obrero Español, PSOE, en Casa Labra

    El hijo, Martín Pérez, ayudaba a Doña Baldomera y se querían, pero no faltaban las discusiones entre ambos, por lo que Martín se sentía más a gusto en Villacastín, donde tenía refugio, aunque hubiera alquilado su casa.

    Siempre pensé que Martín estaba un poco acomplejado, porque no terminó los estudios universitarios como todos sus primos, que resultaron excelentes profesionales del Derecho y de la Banca, incluso tenía una brillante prima filósofa, María Riaza Pérez, discípula ilustre del profesor Julián Marías, el seguidor de la filosofía de José Ortega y Gasset. Su sobrino Román Riaza era catedrático en la Escuela  de Ingenieros de Minas de Madrid. 

    Un día, a Martín Pérez se le ocurrió crear una taberna privada en Villacastín y pidió permiso a mi padre para hacerlo en la casa de atrás del patio ajardinado. Mi padre se lo concedió, porque el sitio tenía entrada por la calle de atrás, aunque pudiera hacerse también desde el zaguán de nuestra casa. Martín estuvo pensando en un nombre para su establecimiento hostelero privado y, tras consultar con papá, se decidió a llamarlo Taberna del Tuerto Pirón, en honor a un destacado bandolero de la zona segoviana y madrileña en torno a la sierra de Guadarrama, a finales del XIX, al que le gustaba comer bien y lo hacía periódicamente, en las fondas y tabernas de distintos pueblos. La Guardia Civil no podía dar con él, porque andaba siempre bien custodiado por los suyos y contaba con la complicidad de taberneros y posaderos. También se decía que disfrutaba de la amistad y/o tolerancia del marqués de Lozoya, porque nunca atracó ni robó en sus fincas segovianas.

    La Taberna del Tuerto Pirón en Villacastín fue un éxito por el nombre y lo bien que se comía en ella. Martín Pérez se creció en seguridad en sí mismo. Se hizo amigo del maestro asador segoviano Cándido López Sanz (1903-1992), Mesonero Mayor de Castilla, que elogiaba mucho su cocina. Ambos restauradores se visitaban con frecuencia en sus respectivos establecimientos -privado y público respectivamente- y cambiaban impresiones sobre la forma de asar el cochinillo o de preparar las ancas de rana, tan populares en la región segoviana.

           La taberna nos la prestaba Martín a las jovencitas -así nos llamaba- cuando hacíamos guateques en el patio.

        Martín se gastaba el dinero del alquiler, a los dos días de cobrarlo, sobre todo en cenas con sus amigos en la Taberna. Era un derrochador nato. Acababa los meses pidiendo prestado a mi padre, que ganaba muy bien en aquella época.

       Un bandolero de leyenda

    De inmediato, todos los residentes en Villacastín nos reciclamos sobre quien había sido el Tuerto Tirón, famoso como leyenda, pero desconocido en los detalles de su vida:

    Fernando Delgado Sanz, conocido como El Tuerto de Pirón o Tuerto Pirón (Santo Domingo de Pirón, Segovia, 1846 – Valencia, 1914), tenía una densa nube en un ojo, que él cubría con un parche. Sabía leer y escribir, incluso morse para trabajar como telegrafista en su pueblo. Sus andanzas como bandolero, comenzaron después del servicio militar, cuando regresó al pueblo y vio que su novia Lola había sido obligada por su padre, a casarse con otro mozo más acaudalado que él. Para vengarse le robó el mejor cordero al fallido suegro y le dejó los despojos en su puerta con la nota “Para el padrino”. Aunque él estuvo con diversas mujeres, el Tuerto Pirón siempre amó en silencio a Lola.

    El Tuerto Pirón huyó del pueblo y comenzó sus fechorías de robos de todo tipo, por los aledaños, junto a amigos secuaces, que le seguían devotamente en la banda: Aquilino, Paco, Geñico, Barroso, El Madrileño, Consuegra y los tres hermanos conocidos por Los Tormentas.

    Todos ellos cabalgaban por las estribaciones de la sierra de Guadarrama, entre los ríos Pirón y Lozoya. También se dice que se acercó hasta las riberas del río Voltoya. Los asaltantes y ladrones se refugiaban en bosques, cuevas como la de Murciganillos o la Vaquera, en ermitas o iglesias solitarias… incluso en las oquedades de los olmos, como el de Losana de Pirón, de 300 años, desde el que escuchaba información provechosa para futuros robos.

    Dicen que, por su cultura lectora, al Tuerto Pirón le repugnaba la sangre y solo mató a “El Madrileño, uno de sus secuaces, que huyó del grupo para denunciar el paradero del Tuerto Tirón y sus cuatreros, y así, poder cobrar la recompensa ofrecida por su detención. El Tuerto Pirón lo retó a un duelo de navajas, en el que lo tiró al suelo y lo apuñaló con saña. El Tuerto Pirón permitió también, que otro secuaz matara igualmente a otro traidor y soplón de la banda. 

    Los robos y huidas del Tuerto Pirón eran de todo tipo, pero se hicieron célebres los de ciertas ermitas e iglesias donde lo hacía sin dejar huella alguna, por lo que la Guardia Civil no lograba dar don él. Su fama y leyenda crecían entre la gente del lugar y, más de uno, lo miraba con simpatía. Al terreno de la sierra, que recorrían los bandoleros, lo llamaban el Reino del Tuerto.

    La Guardia Civil lo perseguía y ofrecía recompensas. En sus bandos describía así al Tuerto Pirón: “Edad, 35 años; estatura, más bien alto que bajo; ancho y cargado de espaldas; cara, ancha; color, moreno; barba afeitada; con un poco de bigote. Como seña particular, un granizo en el ojo izquierdo. Viste pantalón azul, chaleco de paño pardo y un chaquetón largo ó cazadora á cuadros; buenos borceguíes negros, y sombrero ancho ó boina azul muy usada."

    El bandolero Tuerto Tirón fue detenido en dos ocasiones, una de ellas estuvo prófugo 15 años, pero, al fin, fue detenido, juzgado y condenado a cadena perpetua en 1888, por su ensañamiento al apuñalar al secuaz Madrileño. No pudieron legalmente aplicarle la pena de muerte, porque no disparó contra la Guardia Civil. El Tuerto conoció las cárceles Modelo de Madrid, Ceuta y finalmente, la de Valencia. Cuentan que murió de pena y soledad, de tristeza por su encierro, de nostalgia por sus días de libertad en la sierra segoviana y madrileña del Guadarrama, de melancolía por no haber amado nunca a Lola, su novia de juventud. Nunca la había olvidado. La amó en silencio.

    Eñ Tuerto Pirón se portaba bien en la cárcel, por lo que él mismo pidió un indulto, pero éste no llegó a tiempo. 

    Crecieron los romances, las coplas y los murales sobre el famoso bandolero Tuerto Pirón. Su nombre y hazañas se hicieron legendarias, sobre todo en Segovia y Madrid. Hoy se evoca la figura del bandolero  diseñando rutas con su nombre, por sus cabalgadas en la sierra, visitando las ermitas e iglesias en las que robó, siguiendo sus andanzas, ribeteando los ríos Lozoya y Pirón en los que se abastecía de agua para sí y sus caballos…

    Han puesto el nombre de Tuerto Pirón a distintos establecimientos hosteleros de la zona, pero ninguno de ellos puede cotejarse con la Taberna del Tuerto Pirón que fundó Martín Pérez, el amigo de mi padre, en Villacastín. Ni punto de comparación.

    *****

    En las fiestas patronales de San Sebastián de la localidad segoviana, hay toros y vaquillas, a los que mis padres y sus amigos asistían, y, por supuesto, Martín Pérez junto a ellos. En una de las corridas, Martín Pérez, buen aficionado a la tauromaquia, hizo amistad con El Jaro, matador que había tenido un gran éxito en la plaza. Estuvieron tan animados juntos, tomando unos vinos en la Taberna del Tuerto Tirón, que Martín lo invitó a quedarse, pues tenía un cuarto libre en la parte de atrás de la taberna,  que ya quedó reservada como la "habitación de El Jaro", siempre que asistía a las ferias de Villacastín.

    El 8 de septiembre, cuando llegan las fiestas de la Virgen del Cubillo, papá y Martín vendían con humor las almendras garrapiñadas, que preparaban las monjas clarisas de Villacastín, para ayudar con los ingresos a esas religiosas de clausura, que los querían mucho por su gentileza como caballeros. Agradecidas, estas monjas rezaban por nuestra familia todo el año. También por la de Martín Pérez, que en el fondo era un hombre de fe: miembro de la Cofradía de los Esclavos, la más antigua de Villacastín, fundada en 1632; se ocupaba de conservar la ermita del Cristo del Valle en la carretera hacia Ávila.

       Martín Pérez acabó debiendo a mi padre tanto dinero prestado, que le quiso vender la casa a cuenta del mismo. Pero papa, un caballero, no lo consintió.

*****

Cuando cumplí 20 años y viajé a Londres, para aprender inglés en el colegio de las Carmelitas Vedruna de Wimbledon, recibí una primera y bonita postal de la puerta de Alcalá. El ella, Martín Pérez me decía: “Desde que te fuiste, Madrid y Villacastín, están muy tristes sin ti”. Eché la moviola de la memoria atrás, removí recuerdos, recompuse escenas, recordé miradas y evoqué palabras del amigo de mi padre. Comprendí entonces, que Martín Pérez siempre había estado enamorado de mí. 

    Nunca le comenté a mi padre aquella correspondencia postal intensa de Martín Pérez, que solo tuvo una dirección: Inglaterra. Pensé que no debía hacerlo, por si interfería de alguna manera en su mutua amistad. Amar en silencio es siempre algo hermoso, como le sucedió al Tuerto Pirón. FIN

Paraje del rio Pirón (Segovia)
Iglesia de Santo Domingo de Pirón, localidad natal del bandolero, con espadaña de doble campana
Supuesto retrato de Tuerto Pirón (Wikipedia)
Casa de Martín Pérez Bermejo en la Plaza Mayor de Villacastín

9 comentarios:

Cristina Álvarez Méndez dijo...

Que bonito, e interesante. Villacastín pueblos de mi padre, abuelos D.E.P. Gracias maravilloso pueblo donde vivo.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


montserrat Acebes: Gracias Julia, muy curioso e interesante . Soy segoviana. Un abrazo Montse Acebes

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


luis Magán : Muy bonita MIRADA ACTUAL.
Entiendo que es Carmen la que nos regala esta historia.Dale mi enhorabuena. Bien contada, interesante, personal y sentimental. Un beso grande.
Luis Magán.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Eduardo Scala : Gracias por el relato, Julia, eres una clásica. Abrazo8

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Juan Diego Roldan Lopez : Y memorable la mirada del perro en el balcón.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

MAI PIRE Hermoso! Villacastín tuvo la suerte que la visitaras para honrarla con tan sentido artículo

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

José Miguel Martinez : Es de agradecer esta crónica, qué cómo es habitual siempre destacas en ellas. En este caso interesante y magnífico matiz historico personal. Feliz miércoles. Un saludo. Romseneí.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

pilar aroca lastra : estupendo también este relato. Sigue en la brecha, amenizándonos...Abrazos de P.A.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...


Julia Marina : Qué bonita historia !!!! Me ha encantado .
Gracias 😘