M. Dolores Gallardo López
El pasado fin de semana viajé a Soria; no conocía la ciudad y me sorprendió muy gratamente.
En la estación de Chamartín me encontré a con unos amigos, Jaime Moral y su esposa Juani. Tanto ellos como yo íbamos a la inauguración de la exposición que, con el título A Machado y a Soria, inauguraba esa tarde en ciudad, en el Palacio de la Audiencia, su hermano, el pintor Francisco Moral.
Decidimos aprovechar las horas que nos quedaban visitando la ciudad…pero ¿cómo rentabilizar bien el poco tiempo del que disponíamos?.
Tuvimos la suerte de encontrar a Ricardo Tovar. Él nos hizo de cicerone y, con enorme cariño, nos mostró las plazas, edificios y rincones de su ciudad, en tanto que desgranaba sus muchos conocimientos sobre lo acaecido en ella.
En Soria, espléndida y llena de belleza, me llamó poderosamente la atención la omnipresencia de la figura de Machado.
Eché de menos, sin embargo, más presencia de otro gran poeta, Gerardo Diego, que también dio clases en el mismo Instituto en que lo hizo Machado. Si en el Instituto, como en otros muchos lugares, está muy destacado el recuerdo de Antonio Machado, Gerardo Diego no es mencionado en cartel alguno. Parece que ello va a ser subsanado en breve y también este ilustre poeta será recordado como merece.
La presencia de Machado se palpa en innumerable lugares y rincones sorianos. La ciudad, agradecida, le devuelve el enorme cariño que el poeta sintió por ella desde el mismo momento en que la conoció.
Por la tarde D. Jesús Bárez Iglesias, Concejal de Cultura del Exmo. Ayuntamiento de Soria, que inauguró la exposición -homenaje que el pintor Francisco Moral hace a la vez a los versos de Machado y a la ciudad- nos obsequió con un ejemplar de de las Poesías Completas de Machado, editada por el Ayuntamiento en el año 2007 con motivo del centenario de la llegada del poeta a Soria: el mes de mayo de 1907 Antonio Machado tomó posesión de la Cátedra de Lengua francesa del hermoso Instituto de Soria.
Al regreso de la ciudad venía releyendo maravillosos versos machadianos; llegada a casa continué leyéndolos un par de días más. Me asaltó la idea de reflejar brevemente cómo interpretaba Machado el paisaje que lo rodeó durante los cinco años de su vida que más huella dejaron en él. El resultado lo dejo aquí.
Interpretación del paisaje soriano en Antonio Machado
En Antonio Machado el descubrimiento de la naturaleza que circunda Soria se convirtió en motor que propició un giro en su poesía: El 1 de mayo de 1907 tomó posesión de la cátedra de Lengua francesa del instituto de Soria. Ya en esa primera visita lo impactó hasta el punto el paisaje soriano que el hermosísimo poema Orillas del Duero -estudiado con sagacidad por el profesor Gregorio Salvador- fue escrito muy probablemente ese mismo mes de mayo: en todo caso a finales de 1907 ya estaba incluido en la nueva edición de Soledades (la primera había aparecido en 1903), titulada en este caso Soledades. Galerías. Otros poemas.
Con los hermosos versos de Orillas del Duero -versos de sencillez expresiva, de nulas metáforas, de ingredientes sencillos- a la poseía española le nacían nuevos temas y nuevos modos que tienen como resultado esa excepcional obra llamada Campos de Castilla.
Los paisajes que la conforman Campos de Castilla NO SON UNA DESCRIPCIÓN, SINO UNA INTERPRETACIÓN: el paisaje de Soria estaba ahí, pero Machado -también otros poetas: Bécquer, Gerardo Diego- lo han elevado a la categoría de Arte, han trascendido su imagen meramente fotográfica. ¿Cómo?: quintaesenciando los temas, utilizando las palabras adecuadas que transmiten su esencia.
Cuando Machado canta, los elementos de cada verso son como pinceladas en un cuadro, pero pinceladas autónomas, independiente de las demás. Sin embargo el conjunto que esos versos conforman crea algo superior: una descripción inconfundible e inolvidable. Veamos un ejemplo:
colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, …(Campos de Soria, en Poesías Completas, CXIII;VII; col. Austral, 2007)
Machado vivió en Soria y en ella tuvo trágica peripecia de amor. La primera edición de Campos de Castilla salió en junio de 1912, aunque no llegó a manos del poeta hasta el 24 de julio. Muy pocos días después, el 1 de agosto de 1912, moría Leonor, su esposa.
Muerta Leonor cambió la vida y el quehacer poético de Machado.
Siete días después de enterrar a su jovencísima esposa (dieciocho años tenía Leonor cuando murió; el 21 de septiembre de 1907 la había conocido Machado, era una niña de trece años; quince tenía cuando el 30 de julio del 1909 se casó con el poeta, que en ese momento ya contaba treinta y cuatro) abandona Soria.
El dolor le hace pensar el en suicidio. Su hermano Manuel le pide a D. Francisco Giner de los Ríos ayuda …quizás un instituto en Madrid palie su desconsuelo. No pudo ser. Logró el de Baeza; el 1 de noviembre de 1912 tomó posesión de su cátedra y en Baeza vivió hasta 1919.
En los primeros años el Machado soriano se siente extranjero en la Andalucía que lo vio nacer -“extranjero en los campos de mi tierra”- e incluso en plena vega del Guadalquivir, en el tren que en la primavera del 1913 lo lleva a Sevilla, sigue teniendo presentes los llanos altos de Soria, regados por el Duero:
Oh Soria, cuando miro los frescos naranjales…
( de Recuerdos, CXVI)
O
¿Por qué, decirme, hacia los altos llanos
huye mi corazón de esta ribera, y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?(de Los sueños dialogados)
La memoria y la pluma de Antonio Machado recrean los amados paisajes perdidos. En 1917 se reedita Campos de Castilla con nuevos poemas en algunos de los cuales, desde la ausencia y la melancolía, recrea el amado paisaje soriano; también están allí los que dedica a Leonor muerta. Pese a todo, nuevos paisajes se van abriendo paso poco a poco y nace su visión de Andalucía:
Los olivos grises, los caminos blancos,
el sol ha sorbido la calor del campo;
y hasta tu recuerdo
me lo va secando.CIV, IX
A la visión de Andalucía en Machado le dedicaremos otro espacio.
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