Julia
Sáez-Angulo
18.12.2012.- Madrid.- El
escritor jienense Manuel Moral Roca (Torredelcampo, Jaén, 1958), residente en
Madrid, presenta su poemario “Sintagmas en rojo y negro”, publicado por Bubok.
En el acto, que tendrá lugar en el Ateneo de Madrid el próximo jueves, 24 de mayo a las 19, 30
horas, estarán presentes con sus comentarios Mayte Pedraza como anfitriona de
la citada institución, el poeta Sebastián Galán Pérez, director y presentador
del programa “Poetas en el aire” y la escritora Julia Sáez-Angulo.
Recordemos otros títulos de poemarios Manuel Moral Roca: “En
deshielo” (2000), “Palabras de tinta y aire” (2007), “El jardín de Mnemosine”
(2009) haciendo eco a la figura mitológica griega que personifica a la memoria,
o “Poemas en garganta” (2010).
Manuel Moral Roca ha escrito en total doce
libros, entre ellos las novelas “El vuelo del quetzal”, “Al calor de un repente
y “Engullidos”.
“El
arte de la literatura, sea oral o escrita, es ajustar el lenguaje para que encarne aquello que indica” –subrayo lo
de “encarne”--, dice Alfred Nord Whitehead. Esta cita, con toda intención, abre el libro de Moral Roca. Para el poeta
Moral Roca, la poesía es un “intento de dar forma a una nueva realidad en el
mundo de las palabras”, “… una palabra que grito no sólo como creación sino
también como cuenco en el cual puedo observar y preguntar sobre los hechos”.
PALABRA
Y POESÍA COMO LENGUAJE
“Una
suma de minutos iguales,/ todos iguales, inducen/ al lugar de mi persona,/
abren la ventana vista/ al milagro de los sustos/ para afrontar el escrito”. Estos son los
versos del primer poema del libro, un poema existencial de autoconciencia. “Las
palabras se quedan, / como las piedras de una pirámide, en el secreto de ser
ellas mismas/ por saberse después/ espíritus de días pasados que vuelven”. El
mundo de la palabra, como material clave del escritor, asombra al poeta.
“Sintagmas
en rojo y negro” es un libro de pensamiento, de amor, de reflexión, de
exaltación, de entusiasmo, de crítica, de perplejidad, de sensaciones,
sentimientos y percepciones, de elegía. Se interroga a sí mismo y nos interroga
a nosotros, a veces de modo críptico sobre todo en la primera parte del
poemario. En literatura se da el aforismo de que “Se canta lo que se pierde” y
el tiempo, escultor y devorador, pule y modifica las cosas, las
emociones, los sentimientos y hasta las creencias.
El
poeta siempre medita sobre la poesía, motivo de su escritura: “La poesía es
ritmo de lo irracional,/ ausencia de objeto en el espejo/ de su sustancia: la
palabra. Su encarnación suspira en la búsqueda del compás; secreto de todas sus
voces/ de un yo inconcreto, quizás profundo e intacto”.
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