Julia
Sáez-Angulo
Será el quinto parque
más grande de España y al fin, después de un siglo de demanda por montañeros,
escritores, intelectuales, amantes de la Naturaleza y ecologistas, la Sierra de Guadarrama,
verdadero pulmón de Madrid, ha sido declarado Parque Nacional en el último
Consejo de Ministros de España.
Tarde pero logrado. Alguna zonas también interesantes no han
sido incluidas en la denominada Parque Nacional, como los montes Cabeza de
Hierro, La Cinta con colonias de buitre negro dignos de protección, o los
célebres Pinares de Valsaín, pero todo tiene un comienzo gozoso máxime cuando
ha sido tan demandado por los madrileños y residentes en Madrid. Era de
justicia para la capital de España, una zona poblada por más de cuatro millones
de habitantes y con un “gran Madrid” que se extendía hacia sus montes sin
demasiado control.
José Ortega y Gasset, Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno o el embajador y profesor de Derecho Internacional, señor Luna, en los años 30 y más tarde Martínez de Pisón, Santiago de Mora-Figueroa,
marques de Tamarón y otros muchos escritores demandaban la necesaria protección
de la sierra de Guadarrama, que ha sido inmortalizada en la pintura de
Velázquez, Sorolla o Carlos de Haes entre los artistas reconocidos.
Un espacio de más de treinta y seis mil hectáreas
repartidas entre las Comunidades de Madrid y y Castilla y León (provincia de
Segovia), que acoge flora y fauna singulares como la cigüeña negra o el águila
imperial ibérica en peligro de extinción. En su vegetación, matorrales
supraforestales, estepas leñoas de altura y cascajales, entre otros.
La sierra de Guadarrama tiene parajes magníficos como el
risco de la Vela, La Pedriza, las cinco lagunas de Peñalara… Una reserva de
oxígeno y silencio, como se recoge aprecio y admiración en novelas tales como “El
rompimiento de gloria” del marqués de Tamarón o “El nieto del indiano” de Julia
Sáez-Angulo entre otras.
Hoy por hoy solo cabe celebrar esta voluntad de protección
que ha llegado de la mano de este Gobierno y el deseo de que se haga realidad, a
la vista de los pasados incendios de verano en diversos puntos de la geografía
española. Una decisión acertada: implicar al Estado junto a las Comunidades
autónomas a la hora de intervenir en caso de dejación o necesidad. No están los
tiempos para irresponsabilidades locales.
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