Florencio
de la Fuente, de cabrerillo alcarreño a coleccionista y mecenas
Julia
Sáez-Angulo
20.10.12.- Madrid .- Era un joven cabrerillo en el pueblo conquense de
Villanueva de Guadamejud, en La Alcarria pero llegó a coleccionista de arte del siglo XX,
creador de dos museos y mecenas de algunos artistas. Florencio de la Fuente
nació en 1926 y acaba de fallecer el día 16 de octubre en Cuenca. Era un hombre
menudo, un pequeño gran hombre, que murió soltero, después de una vida
consagrada al arte desde el campo del embelesamiento, el coleccionismo, los
museos y el apoyo a los artistas.
Fue un coleccionista generoso a escala contenida en poder
adquisitivo, pero con buen listón para ser capaz de reunir más de dos mil obras
entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos, con los que él creaba museos en
municipios como Huete (1993) o Requena
(2005) , al tiempo que acariciaba hacer otro en el pueblo de Uclés y uno más en
El Salvador, la patria natal del pintor Pedro de Matheu (1900 – 1965), que fue
el padrino y protector de Florencio de la Fuente, después de que el pastorcillo
llegara a Madrid para trabajar como
repartidor de tienda. Más adelante trabajo en la Organización de Estados
Iberoamericanos (O.E.I.)
Con Pedro de Matheu entró en contacto con diversos pintores
españoles y llegó a posar para don Daniel Vázquez Díaz como mozo de cuadrilla
en algunos de sus cuadros. Su tipo enjuto y cetrino
era el adecuado al tema. En este ambiente nació su gusto por el arte y,
junto a algunos dibujos que le regalaron los artistas, comenzó a comprar
pequeñas obras en salas de subastas madrileñas y galerías, donde a veces pagaba
a plazos las obras. A él le gustaba hablar del flechazo que sintió por un
pequeño cuadro que vio en el escaparate de una galería y que no paró hasta
comprarlo.
Su
recorrido por las exposiciones le llevaba a Florencio de la Fuente a conversar
con artistas jóvenes, que sabían de su afición coleccionista y a los que
también empezó a comprar obras, que sus autores le vendían a buen precio. Su
constancia, tesón y amistad con los creadores le llevó paulatinamente a juntar
una estimable colección de pintura, escultura, dibujos y grabados con los que
llegó a crear un primer museo en la localidad conquense de Huete, primero y en
el municipio valenciano de Requena, después.
Pedro Castrortega, a la izda.
Su
colección acogió obras del grupo de Cuenca y de El Paso, como “El cura” de
Antonio Saura; el collage de madera “Newton” de Gerardo Rueda; “De Vesalio, el
cielo, las geometrías y el mar” de Gustavo Torner, y de Lucio Muñoz; un
singular Benjamín Palencia titulado “Surrealista”; dos paisajes castellanos de
Vaquero Palacios; obras de los catalanes como la “Suite Berlín” de Antoni
Tapies; “Simetría de Joan Ponç; varias abstracciones geométricas de José María
Labra; otra de Ramón Canet en “San Jene”; la figuración onírica de Cristóbal
Toral o Carlos Mensa; las fantasías de Oscar Estruga en “Una batalla
particular”... Unas piezas de los latinoamericanos Wilfredo Lam y Osvaldo
Guayasamín.
Luego adquirió piezas de la figuración de
los 80, con dos títulos de Luis Gordillo; grandes cuadros de Pedro Castrortega
o de Antonio Villa-Toro –artistas favoritos- ; piezas pop de Eduardo Arroyo,
Eduardo Úrculo, Solbes, Juan Gomila... Un hermoso cuadro del canario Cristino
de Vera titulado “Retrato de Van Gogh basado en sus autorretratos”; tres obras
de Francisco Coello; litografías de Matías Quetglas o de Paloma Picasso.
Impresionante el cuadro de José Luis Cuevas, un aguafuerte titulado “Viaje”, un retrato del Rey, del pintor andaluz Justo Girón.
Más recientemente obras de Juan Manuel Velasco, Carmen Zulueta, Berkane,
Oyonarte, Estartús o de Virginia de Felipe.
Una colección abundante y dispersa de contenidos, pero generosa y espléndida para dar idea de lo que ha generado el arte español del siglo XX y principios del XXI. Una colección particular, modelo en su esfuerzo y amor a la creación plástica y generosa a la hora de buscar destino definitivo para disfrute de los ciudadanos a través de museos de diverso porte en importantes municipios visitados por gente de la comarca o de paso viajero. El edificio del Museo de Huete, antiguo convento, es un edificio espléndido.
Florencio
de la Fuente mereció el reconocimiento y galardones máximos de Castilla-La
Mancha y de los municipios donde creó los museos. Huete declaró un día de luto
tras su fallecimiento.
Museo de Huete (Cuenca)
Florencio de la Fuente sostuvo amistad entrañable con diversos galeristas y artistas. Algunos, como Angel Muriel, Gomila o Aragón, le hicieron dignos retratos. Fue buen amigo de Carmen Bores y su entonces marido, Henri Dechanet, artista francés residente en España. Adquirió algunas obras de Bores y otras tantas de Dechanet para su colección, en la que lucía en primer plano el gran cuadro “Dama”, un óleo de gran formato de Pedro de Matéu.
Su colección se fue haciendo a golpe de gusto, pulsión personal y circunstancias, sin seguir una articulación precisa en torno a un período, grupo pictórico, estilo o movimiento artístico. El gusto de Florencio de la Fuente es ecléctico y centrado fundamentalmente en las obras de autores españoles que le interesaban No desaprovechó la ocasión en que se le ofrecía una gran pieza a precio conveniente, pero también buscó los nombres de los vanguardistas históricos como Picasso, Miró o Dalí, aunque fuera en obras sobre papel.
Una colección abundante y dispersa de
contenidos, pero generosa y espléndida para dar idea a los visitantes de lo que
ha generado el arte el arte español del siglo XX y principios del XXI. Una
colección particular, modelo en su esfuerzo y amor al arte; por último,
generosa a la hora de buscar destino para disfrute de los ciudadanos a través
de dos museos de diverso porte, en dos municipios ricos muy visitados por
gentes de alrededor y de paso.
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