Procesión
del Corpus Christi en Madrid, una tradición antigua y renovada
Custodia de Madrid
Julia Sáez-Angulo
Aunque la capital de España va recuperando poco a poco la
solemnidad de la fiesta del Corpus Christi, lo cierto es que tuvo un esplendor
mayor en el pasado cuando los Reyes de España presidían la procesión, desde que
así lo hiciera la reina Isabel la Católica en 1482, revestida con una mantilla
de terciopelo negro, pero los tiempos cambian y la monarquía también. Es de esperar que la fiesta y la procesión
recobren su prestigio por la importancia de su presente.
Este
año el Corpus Christi ha recorrido el trayecto entre la catedral de la Almudena
y la iglesia de San Ginés en la calle Arenal, pasando por la calle Mayor y la Puerta
del Sol, desde donde el cardenal Rouco Varela impartió la bendición con la
célebre custodia plateresca del pueblo de Madrid.
Numeroso
público esperaba en las aceras para ver el desfile procesional con capítulos y
cofradías como la Corte de Honor de Santa María la Real de la Almudena,
vestidas todas sus integrantes con traje negro, mantilla y peineta; la Real
Esclavitud, fundada en el siglo XVII; los Caballeros del Santo Sepulcro, con
sus capas blancas y cruces rojas; los caballeros Cruzados de Jerusalén…, además
de los numerosos niños que han recibido la Primera Comunión este año. “Cristo
está aquí” era el lema eucarístico de este año. Los gritos de ¡Viva Jesús sacramentado!, se arrancaban
espontáneamente entre la multitud.
El
nuevo encargado de ceremonial público en la diócesis es don Javier Cremades, Rector
de la iglesia del Espíritu Santo, que iba recitando oraciones y dando
recomendaciones a los organizadores del acto. La megafonía falló con frecuencia,
como sucedió otros años; confiemos que en alguna ocasión no tenga percance
alguno.
La
misa del Corpus Christi en la explanada de la Almudena duró más de hora y
media, pese a que el cardenal ha acortado su prolongada homilía de hace unos
años. Con todo sigue siendo larga pues, con sólo siete minutos de sermón con
ideas esquemáticas claras, llegaría mejor al pueblo de Dios (Benedicto XVI
decía que en grandes solemnidades, con esos siete minutos bastan. Número
bíblico, por cierto). Los niños, ancianos y participantes en la procesión se lo
agradecerían. Lo bueno, más breve.
Custodiada en la Casa de la Villa
Una custodia del pueblo
“Conviene
recordar que la gran custodia de plata es de los madrileños y no de la
diócesis, por ello se guarda en el Ayuntamiento de Madrid y se saca cada año de
la Casa de la Villa para esta efeméride”, declara Elisa Sáez de Slöcker,
experta en Arte Sacro.
“Es
una custodia plateresca sufragada por cuestación popular en el siglo XVI y
encargada al platero mayor de Felipe II, el orfebre Francisco Álvarez. Es de
plata, consta de dos cuerpos, el superior está formado por un templete circular
para la custodia. Tiene una altura de metro y medio y pesa 110 kilos”.
Procesión junto a la catedral de la Almudena
Sin Tarasca y sin gigantones
Cierto
que la Tarasca y los gigantones en la procesión atraían al antiguo pueblo de
Madrid a la misma y que estos personajes de cartón piedra (precedentes de
gigantes y cabezudos) han quedado obsoletos. La Tarasca encarnaba la seducción
del mal y precedía al Bien en la custodia que contenía el Cuerpo y la sangre de
Cristo, Dios encarnado en hombre. Ya Felipe II acabó con los bailes y ventas de
fritangas que tenían lugar junto al desfile procesional, para dar un relieve
más espiritual a la celebración.
La
primera procesión del Corpus Christi tuvo lugar en Lieja (Bélgica) –otros dicen
que Colonia-, pero fue el papa Urbano IV quien declaró esta fiesta litúrgica para
toda la Iglesia en 1264. La fiesta del Corpus Chiste nació en la Edad Media con
la religiosa Juliana de Cornillón, cuando en 1208 promueve una festividad en
honor del cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía.
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