L.M.A.
Los intervinientes en la mesa redonda fueron
Tomás Paredes, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte,
AECA, los críticos de arte Benito de
Diego y Jesús Cobo, y Evangelina Navia Villegas, Encargada de asuntos culturales
de la Embajada de Bolivia en España.
Tomás
Paredes Romero dijo: “El motivo
que nos reúne es hablar de la obra de Orlando Arias Morales, es un pintor y
escritor boliviano, nació en Potosí, vive en España desde hace nueve años, aquí
ha hecho una buena parte de su obra plástica…. Al poco de llegar se le hizo una
exposición en la fundación de Artecovi donde presentó su obra de ciberandinos,
que eran como personas cibernéticas ubicados en el mundo andino eran unas obras
preciosas, se le hizo un catálogo donde anotamos la calidad que tenían las
obras, Orlando ha seguido trabajando y luego ha publicado una novela que ahora
se va hacer una segunda edición”.
"Un ser encantado por la belleza"
Evangelina
Navia Villegas expuso: "Vi un poco lo que Orlando está haciendo, … me
voy a acoger un poco de algunas ideas que han ido marcando, nuestro pintor
boliviano llamado el hechicero del color, que en esta exposición ha sido
llamado así, como bien dice Jorge Ernesto Ibañez Vergara, poeta y crítico de
arte “Hablar con el maestro Orlando Arias, es como hablar con un ser encantado
y seducido por el duende de la belleza, como si en ese instante fuera tocado
por la varita mágica, donde su alma se expresa a través de la creación
pictórica, y es ahí, en la línea del pensamiento donde se genera la belleza,
donde el arte del color domina el alma humana, donde su creación es arte, es
belleza, tanto como los sonidos del color”…. Yo quiero concentrarme en tres
elementos que a mi me llaman la atención y me sobrecogen de Orlando Arias, uno
de esos elementos que está muy presente en su obra son sus raíces que se
expresan sus colores, estos colores que son la esencia de su identidad y
representan sus ancestros y la diversidad de su tierra boliviana que está
enraizada en la hondura de su naturaleza y en el espíritu artístico, esto es un
tema clave en la obra de Orlando y aunque dejó Bolivia hace mucho tiempo, muy
jovencito, la patria le acompaña calladamente como una sospecha o un atisbo de
sus creaciones ….. sus obras vienen a ser del trópico como de las alturas, el
colorido intenso y de contrastes, contrastes armoniosos, delicados y a la vez
contundentes para marcar espacios y esencias, su pensamiento siempre inquieto,
inquisidor en busca de verdades para plasmar sus convicciones y propuestas en
un crecimiento espiritual….. otro elemento que también me ha llamado la
atención de Orlando es su silencio y su sencillez humana que de alguna forma
contrasta con el color y fuerza de sus obras… otro de los elementos que también
es importante en Orlando es el sentimiento, su experiencia de vida, no solo en
su patria…
Novela “Los sueños de Alejandro e Isabel”
Benito de
Diego González quiso “hablar un
poco de la novela “Los Sueños de Alejandro e Isabel” que es la obra de Orlando
Arias que ya ha publicado y está ya la segunda edición corregida y aumentada.
Conozco a Orlando Arias desde hace algunos años, este conocimiento vino de la
mano de mi querida compañera de la Asociación Española de Críticos de Arte,
infatigable animadora cultural Manoli Ruíz, asistí a una exposición de pintura
de Orlando de donde ella era comisaria como lo es también de esta exposición,
desde entonces para mi Orlando es
un personalísimo pintor, con obra prolija, llena de poesía, de misterios y de
emociones, al que referencié como un gran artista. Después he comprobado que
además es un gran hombre, íntegro, que sigue su vocación con ahínco; sensible,
altruista y compasivo,
Orlando Arias Morales, es
pintor pero también escritor, en ambas facetas nos trae la riqueza de los
colores del valle boliviano donde se sitúa su Potosí natal, nació en 1954,
inició una fructífera carrera con exposiciones desde 1976 en las más
importantes ciudades de Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Chile, Estados
Unidos, Italia, Bélgica, Francia y España
Orlando Arias es, como se ve, un espíritu cosmopolita y además un
soñador. Al igual que en su pintura, en “Los sueños de Alejandro y de Isabel”,
el autor se expresa en un meta-realismo, que supera la memoria de los sueños,
para introducirse en los espacios de la fantasía.
La historia que cuenta en su libro, en parte crónica de un tiempo
y de una sociedad, tiene sus raíces, no solo en el Valle de donde es oriundo,
sino también, como él dice, “en el influjo que los ancestros ejercen sobre el
alma de cada uno”, ya que, en efecto, su narración es muy propia de aquellos
países andinos, en los que transcurrió su infancia y sus primeras impresiones
vitales, de las que toda persona es feudataria.
En la obra de Orlando Arias, como en su pintura, aparecen los
colores que dan vida a un riquísimo mundo cromático, alimentado permanentemente
por la realidad folklórica y popular de su país. Orlando Arias es además y
sobre todo un altruista, que ama a sus próximos y a sus lejanos. A su prójimo,
a sus hermanos. A la Humanidad. La compasión es su virtud relevante. Iluminado
por ella ha concebido la historia que da contenido a su libro y la ha plasmado
con el arrebato que da la pasión. Es una crónica apasionada del quehacer
de dos seres entregados a hacer el bien y a impedir el mal que la injusticia
supone
La obra se desenvuelve entre el naturalismo de la experiencia
más escueto y la fantasía más exuberante, que va desde, (sigamos a Italo Calvino),
lo fantástico visionario a lo fantástico mental, no despreciando la ciencia
ficción, por dos vías que se entrecruzan en el transcurso de la peripecia del
relato y que es explicada mediante el monólogo continuado de un narrador
omnisciente. Finalmente la narración toma un sesgo sorprendente, que de alguna
forma nos remite al universo kafkiano, de cuyo espíritu está impregnada toda la
obra, al unir lo fantástico y lo verdadero en una acción proyectada a un
futuro nebuloso.
Son muchos los personajes, tanto reales como oníricos. Sin
embargo el autor prescinde de cualquier diálogo interpersonal. El único diálogo
existente es el que el autor establece con el lector al que dirige sus palabras
y pensamientos.
La obra recoge las utopías que de un humanismo radical y fabiano,
puro e ingenuo, en el que se desgranan los paradigmas de una sociedad, en la
que la injusticia es doblegada por el tesón de quienes hacen de la justicia su
arma y armadura contra el poder y el egoísmo.
La lectura y la comprensión del texto son inmediatas, sin
complicaciones estilísticas, que pudieren difuminar y entorpecer el discernimiento
del mensaje y el autor lo consigue mediante el empleo de un léxico directo y
sencillo.
El relato, siguiendo un proceso diacrónico, está compuesto por un
caleidoscopio de escenas que explican las historias de los dos protagonistas,
Isabel y Alejandro, a los que las circunstancias unen y así continúan hasta más
allá del fin de la narración, que está plena de inocencia.
La peripecia de Isabel está narrada en un estilo radicalmente
realista, naturalista, en el que no se ahorran los detalles de la crueldad, a
los que puede llegar el egoísmo de los poderosos, en su relación con sus
semejantes, según la experiencia nos demuestra día a día y podemos constatar,
si nos mantenemos atentos al clamor de los oprimidos.
Alejandro es coprotagonista de la historia de Isabel, pero al
mismo tiempo es protagonista de la historia que en los sueños tiene, en los que
aparece como caballero de Camelot valedor y salvador de Isabel, a la que
acechan peligros innúmeros e inimaginables. Solo imaginables en el mundo
onírico en el que el protagonista se desenvuelve. Así como la historia de Isabel
es una imagen fiel de los acontecimientos reales que componen su
entramado, los sueños de Alejandro constituyen una gran metáfora con la que el
autor describe la lucha por conseguir los ideales del protagonista entre los
que destaca su afán por salvar y proteger a su señora. La narración puede
leerse de corrido, siguiendo su discurrir cronológico, o puede leerse abriendo
el libro por cualquier capítulo, pues que cada uno de ellos constituyen de por
si un relato en el que se da, según la preceptiva clásica: Un planteamiento, un
nudo y un desenlace.
A esta obra,
por tanto, (yo diría, que a toda narrativa), hay que acercarse con actitud
meditativa e, incluso, introspectiva, para llegar a descubrir la esencia y el
fundamento de toda proposición, sea racional o ideal, que en ella se explicita.
Es decir, debemos abordar su lectura con una disposición intelectual abierta a
las consecuencias del impacto, inmediato y subsiguiente, que pueda producirnos,
para aprovechar aquello que el texto y el contexto nos propone y vibrar y
emocionarnos con ello. Aceptado esto, entiendo, con el autor, que es así como
el futuro lector debe acercarse a esta narración, y solo bajo esta óptica, ha
de entenderse la advertencia que nos hace en la Introducción a la narración,
cuando escribe: “hay que leerla con mente abierta, receptiva, sin prejuicios de
ninguna clase, desprovisto de todo interés personal y hacer volar a nuestra
imaginación, para capturar la magia y los misterios que encierra el Universo”.
Intervención del poeta Juan Cobo
Jesús Cobo
apuntó: “En las
pinturas de Orlando, los temas tienen un protagonismo esencial que nos cultiva
de alguna forma, cuando yo veía los temas de sus últimas exposiciones, digo
pero este hombre qué nos quiere decir, qué nos propone, su pintura es una
queja? es un lamento? El simbolismo que tiene esta pintura supone una propuesta
de cambio? Hay que tener en cuenta que la humanidad lamentablemente ha sufrido
transformaciones terribles, la historia ha conocido períodos de enorme
inhumanidad, …. podemos pensar que este tipo de situaciones están superadas,
pero desgraciadamente nos encontramos con una situación nueva en que lo
inhumano ha sido sustituido por la des-humanidad, veo en la pintura de Orlando
un intento agónico de lucha contra los terribles espacios de deshumanización,
contra las torres de soledad de nuestro tiempo. Existe después otra cosa que me
ha llamado mucha la atención, no en esta fase que podemos llamar conceptual de
los temas sino una fase expresiva el tratamiento que tiene de la forma, es un
gran hacedor de formas, …, Orlando es un hombre que lucha por los
conceptos, como ofrece simbolismos más o menos intangibles pero que el controla
y domina y para los que buscan formas adecuadas. La búsqueda de la forma en
Orlando es interesantísimo, es un proceso que no que no conozco, que no
controlo, que me falta conocimiento y él en su forma de elaborar que se ve en
su obra, es un hombre que lucha con la forma y que busca no una nueva vestidura
para el concepto, sino su forma exacta …. He pensado mucho si Orlando arias es
un pintor surrealista, entendiendo sus orígenes como sobre-realismo o
super-realismo, me parece que Benito ha dado con la palabra adecuada, me ha
gustado mucho que ha fijado como meta-realismo, creo que eso es esencial pensar
que estamos ante un pintor meta-realista que utiliza fórmulas mucho más
elaboradas ….. el color me parece en Orlando un complemento esencial de la
forma, en el fondo él entiende el color como parte de la forma, no voy hablar
de la composición ni voy hablar del color, pero si quiero referirme a una
sintaxis muy importante, una sintaxis brevemente agresiva ante el espectador de
las obras de Orlando, es un sintaxis de ritmos, él tiene unos ritmos muy
peculiares, son las que hacen tan atractivas sus obras y sus pinturas …. Aparte
los componentes puramente artísticos que puede haber en ella y que pueda tener
en su personalidad, en su temperamento lo que verdaderamente le hace un pintor,
un enorme pintor que sabe lo que pinta y que controla lo que pinta, en ese
sentido tiene una sintaxis muy infinita, pero verdaderamente
atractiva … está reflejado en mi sencilla opinión de viejo
aficionado de la obra de un artista importante de una cultura, de nuestra
cultura que está muy integrada …
Cierre del acto
Tomás
Paredes concluyó: “Quería
aportar alguna idea respecto a lo que se ha dicho con respecto a la obra de
Orlando y sobre todo es su relación que tiene con el mundo andino, con Bolivia
que Waldo Frank lo definía como “el trozo de tierra más rica del mundo pisado
por los pies desnudos más pobres del mundo”, me parece que era una metáfora que
hacía, hoy Bolivia tiene otra realidad, pero hay personas que también están
fuera un poco trashumante como Orlando que ha nacido en Potosí y que vivió en
Cochabamba, que expuso en Oruro, pero luego se fue a Colombia, ha sido un poco trota
camino, que recae en Italia y que expone en Florencia, si estamos hablando de
un hombre con una trayectoria larga, de Florencia salta a Barcelona, de
Barcelona viene a Madrid y aquí emprende otro tipo de pintura, pero es bonito
ver esa relación con el mundo andino, tiene una serie de cuadros que llama
serie abstracta o son la mayoría abstractos, pues sin embargo en uno hay una
cabeza absolutamente andina y está mezclando la figuración con la abstracción,
el concepto con el sentimiento, sus raíces con una forma digamos con un
sentimiento global y quiero resaltar porque soy anti globalización, yo creo que
la globalización es una estupidez que el mundo se ha marcado, no solo aquí, el
mundo de hoy es global, pero para qué queremos viajar si vamos a ver las mismas
cosas, para qué queremos ir a la India si no vamos a descubrir nada porque las
generaciones jóvenes hacen lo mismo que aquí, pretenden lo mismo que aquí, lo
mismo puedo decir de todos los países, entonces es de muy alabar que las raíces
de unas personas que se justifiquen y se viven cien en sus obra …. Por eso
quería resaltar esta idea de Orlando porque me parece admirable que uno vea esa
pintura y tenga que decir que es un personaje andino el autor, puede ser
boliviano o puede ser los andes, ahí se ve una idea, es de valorar, por ejemplo
cómo se va valorar una obra de Gabriel García Márquez cuando escribe “Cien años
de soledad”, si lo que está contando es el submundo y el mundo, está contando
la forma de ser del Caribe, eso no se puede globalizar, eso se da allí y un
hombre con una mano maestra hace pues una novela magistral, como Orlando pinta
lo que allí ve y lo que allí recuerda porque ha estado en muchas partes del
mundo, pero es muy bueno esa relación con su país de origen y aunque España lo
ha acogido con fraternidad, con simpatía, …. Cada arte tiene que tener la seña
de identidad donde nace, es decir según su tradición porque si no sería un arte
importado”.
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