Julia Sáez-Angulo
Filo,
elegante y cosmopolita, Edgard Neville nos ha dejado un teatro fiel reflejo de
él mismo, de su vida, de su obra. Así lo refleja la pieza en escena El baile que se representa en el Teatro
Fernán Gómez de Madrid hasta el 4 de mayo.
La dirección corre a cargo de Luis Olmos en una versión de Bernardo Sánchez.
La dirección corre a cargo de Luis Olmos en una versión de Bernardo Sánchez.
En el
reparto Pepe Viyuela, Susana Hernández y Carles Moreu, que dan buen juego en su papel de particular “menage
a trois”, un trío con un juego sentimental y emocional que va tomando cuerpo en
tres etapas de la vida: juventud, madurez y vejez.
Pepe
Viyuela sabe encarnar como nadie el papel celoso y persistente inoportuno de
Julián que siempre parece que le cae en los repartos. Su comicidad es
manifiesta.
No es
la primera vez que se lleva a escena El
baile, porque su éxito está asegurado en cuanto a amenidad y gracia. Cuando
se ha visto la representación en otras puestas en escena, choca el dato de ver
a los dos protagonistas en sillas de ruedas durante el tercer acto, le añade sin
necesidad más tristeza y melancolía a la vejez.
En
suma, es el paso del tiempo el que marca las vidas y ambiciones de los hombres,
aunque los sentimientos puedan prolongarse. Los temperamentos continúan pero
los intereses se apagan o amortiguan como los de estos dos apasionados
entomólogos, que decaen en su interés por la mosca alpina al cumplir muchos
años.
Sorprenden
algunos detalles en la representación del domingo 14 de marzo por la tarde, cuando el
regalo de la pulsera aparece físicamente en la primera parte, mientras se
representa con gestos de los dedos en la segunda, cuando se requiere de nuevo
la pulsera para un nuevo regalo.
El
diseño de la escenografía es sencillo pero lo suficientemente elocuente; corre
a cargo de Gabriel Carrascal.
Sorprende
que todavía haya dos representaciones el sábado, un trabajo ímprobo sin duda
para los actores.
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