Julia
Sáez-Angulo
Dalí/Picasso,
Picasso/Dalí se manifiestan como auténticos “avida-dollars” en esta obra
dramática de Fernando Arrabal (Melilla, 1932), que se ha representado en las Naves del Español
de Madrid Matadero. El autor pasa a ambos pintores de éxito por el tamiz
cómico/grotesco de su mirada pánica y consigue atrapara a los espectadores.
La obra
dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, la interpretan los actores Antonio
Valero y Roger Coma, este último, magistral en su papel de Dalí. El día de la
clausura de la obra, 16 de marzo, salió
a saludar el director Pérez de la Fuente y reclamó la puesta en escena de obras
de autores españoles, como era el caso de la obra de Arrabal representada en
Matadero.
Una Dalí
erudito y grandilocuente, un Picasso reconocido, establecido y algo cobarde.
Ambos interesados en el triunfo, en el dinero, en la fama… lejos de la guerra
civil fratricida española de 1936-39. La obra se sitúa en 1937, cuando Dalí ya
ha pintado su “Premonición de la Guerra Civil” con un antetítulo sobre alubias
blandas, que aparecen en escena con un puchero humeante. Picasso, en pleno
romance con Dora Maar “sólo pinta chochitos”, según le reprocha Dalí en versión
arrabalesca.
Picasso
pierde el concurso con la compañía de electricidad francesa, que gana Dufy,
pero el encargo de la II República española para que pinte un cuadro para la
exposición internacional de París, le hace reaccionar cuando sabe que le
ofrecen un millón de pesetas. La idea del Guernica tras el bombardeo, se la
ofrece Dalí en la escena.
Discusiones,
bromas, excentricidades, salidas de tono, delirios, arabescos imposibles… con
las voz en off de Dora Maar y de Gala, esposa de Dalí, arrebatada al poeta Paul
Elouard… El desiderátum llega al deseo de castración del ampurdanés, con
desnudo integral del actor que lo representa y Picasso sobre él como cirujano
de la emasculación. Un exceso arrabalesco excesivo y del director por el juego
desagradable de desnudos.
Barrabal,
el macho cabrío que sale reflejado en el cuadro/pantalla de la escena es el
trasunto de Fernando Arrabal, el cabrón que se ría a carcajadas y hace bailar
como marionetas a los personajes.
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