L.M.A.
Arte Naïf Europeo es el título de la exposición
en la Galería Éboli de Madrid, que se ha inaugurado por la directora y pintora
Amalia Fernández de Córdova, acompañada de buena parte de los 50 artistas
participantes. La muestra se prolongará durante tres meses y será clausurada el
10 de mayo de 2016.
La
crítica de arte Julia Sáez-Angulo escribe en la presentación del catálogo:
“La
pintura es color y algo más, decía
Chateaubriand, queriendo resaltar la importancia de lo primero. El arte naïf
es, por encima de todo, alegre color y bullicioso dibujo primitivo, para que
entre la exuberancia del contento vital en las retinas y en el corazón de quien
lo contempla.
La
Galería Éboli ha convocado de nuevo a rebato de una Fiesta Naïf con lo más selecto y granado de los autores europeos
del ramo. En Madrid, nuevas obras de los grandes nombres del arte naïf del
Viejo Continente. Una miscelánea de pinturas y esculturas bellas e ingenuistas,
que vienen desde Finlandia, Suecia, Dinamarca o Turquía, hasta la mismísima
capital de España, pasando por piezas sobresalientes de Polonia, Rumanía, Holanda,
Suiza, Alemania, Bélgica, Francia, Italia…
Los
artistas de Europa se dan cita gozosa en Madrid, en la llamada musical de una
pintora naïve, Amalia Fernández de
Córdova, quien, como un nuevo flautista de Hamelín, convoca a los mejores
intérpretes del naïf como género artístico gozoso, que surgió, en sentido
estricto, a finales del XIX y principios del XX, con una de las vanguardias, y que llegó para
quedarse en el circuito general del Arte.
Cincuenta
artistas naïf, la crema de la crema en su género, exponen su obra gozosa de
casas, bibliotecas, calles, parques, estatuas, iglesias, bodas, tiendas y
almacenes, cervecerías, pueblitos nevados, ciudades, bosques, paisajes nevados,
músicos cantores, violinistas que vuelan, bailarinas, funambulistas, personajes
literarios como Don Quijote, monjas espadachines… No hay límites para el
repertorio iconográfico de estos pintores y escultores que mostrarán sus obras
durante tres meses para regocijo de coleccionistas y público visitante en
Madrid.
Es la vida cotidiana, radiante e ilusoria del arte naïf, con
nombres señeros como Juan Guerra, Gracia Risueño, Tito Lucaveche, Inés Arias, Evaristo
Navarrete, Manuel Gómez Arce, Carmen Cordelles o Amalia Fernández de Córdova, por parte española
–no se puede citar a todos- y, por parte
del resto del continente resuenan nombres señeros como los de Olaf Ulbrich,
Carol Perret, Silvie Marcel, Christian Lloverás, Charlotte Lachapelle, Anne
Marie Boussalet, Alessandra Placuchi, Ada Breedveld o Aimo Natajaien.
“El arte tiene sus orígenes en los museos etnográficos y en
las habitaciones de los niños de nuestras propias casas”, señaló con ingenio Paul
Klee en 1912. Para contemplar el arte naïf ha que tener mirada y corazón de
niño, para dejarse llevar por la ilusión y la fantasía, para entrar de lleno en
la complicidad del artista y disfrutar su mundo de colores brillantes, de igual
manera que él o ella, intérpretes del arte, lo hicieron pintando o esculpiendo.
Un arte de espontaneidad y sencillez, lleno de gracia y
bondad. Tocado por arcángeles y elaborado por ángeles. Una epifanía de luz que
estalla en mil destellos. Un arte natural que nos habla de nosotros mismos,
aunque no se exprese en términos de lo real, porque viene de muy lejos y quiere
ir más allá de lo cotidiano.
Un arte que refleja el mundo de sueños y anhelos de los
artistas, que nos hacen partícipe en cada una de sus obras. Todos seguimos
buscando la Arcadia feliz o el paraíso perdido; es muy probable que lo
encontremos en la visión ilusionística de un cuadro o una escultura naïf en la
galería Éboli.
Amalia Fernández de Córdova nos convoca a la Fiesta del
Naïf.”
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