JOSÉ IGES Y JOSÉ LUIS MAIRE, COMISARIOS
[Del 16 de junio
al 18 de septiembre]
La entrada del así llamado “arte sonoro” en los
museos ha supuesto la llegada de una novedad en espacios que se habían
mantenido más o menos inalterados –en términos visuales– hasta casi los años 60
del pasado siglo. Y, al igual que en el caso de la musealización del videoarte,
también el sonido y su
exposición han presentado verdaderos retos para los espacios del arte, que han debido plantearse
cómo “afinar” (parafraseando el célebre “The Tuning of the World” de R. Murray
Schafer) sus espacios de colección y exposición. Porque cuando aquello
a exponer es el sonido como tal (y no simplemente la instalación con sonido, la
música interpretada o la música experimental), tanto la determinación y
elección de las obras como el tratamiento de los espacios donde tienen lugar
las prácticas sonoras deben fundamentarse en un concepto del sonido distinto al
definido por la ciencia acústica o por la musicología.
En las tres últimas décadas,
el sonido presentado, usado, evocado o articulado en el medio artístico ha
confluido en el aglutinante anglosajón “Sound Art” (y también en el alemán “Klangkunst”, con un significado algo distinto), y el así llamado “arte sonoro” ha ido consolidándose casi
como una nueva categoría artística, gracias a exposiciones monográficas en
museos y galerías, a la aparición de bibliografía especializada, el desarrollo
de estudios específicos en el ámbito académico y la aparición de nuevas
disciplinas relacionadas con el arte sonoro, como los llamados Sound Studies,
la réplica sonora a los relativamente recientes Visual Studies.
En proporción, la atención que se le
ha prestado al arte sonoro en España y en todo el mundo, tanto
desde el punto de vista del coleccionismo como desde el de las exposiciones, es
aún escasa. A pesar de que acontecimientos centrales (e históricos) para el arte
sonoro en nuestro país como Los Encuentros de Pamplona de 1972,
de algunas exposiciones recientes o de fenómenos como el pionero programa de
radio Ars Sonora, dirigido hasta 2008 por José Iges o publicaciones como MASE
(en sus ediciones de 2006 y 2014) o La mosca tras la oreja, de Llorenç
Barber, testimonian el interés por el sonido en el arte, es obvio que la
plástica e incluso el arte conceptual y el videoarte han ganado más rápida y
fácilmente el favor de las instituciones.
Los
espacios de la exposición: Palma, Cuenca, Madrid
La exposición Arte sonoro en España
(1961-2016) pretende mostrar los
orígenes, la diversidad de trayectorias y la vitalidad del arte sonoro realizado en nuestro
país desde 1961 hasta nuestros días. Mediante una
amplia variedad de obras y un extenso material documental, la exposición quiere
hacer visible (y sobre todo audible) el sonido organizado con criterios
artísticos en nuestro país, incluso en unos tiempos (las décadas de los 60 y
los 70) en los que el propio término “arte sonoro” no había sido aún enunciado
como tal.
Durante 2016, Arte sonoro en España (1961-2016), que cuenta
con José Iges y José
Luis Maire como comisarios invitados, presentará,
en su paso por los dos museos de la Fundación Juan March y en su versión
–ampliada– en los espacios de la Fundación en Madrid el próximo mes de octubre,
más de una veintena de instalaciones sonoras, esculturas, vídeo-instalaciones y
obras de encargo (de Xabier Erkizia y Juanjo
Palacios, quienes realizarán sendas “fonografías” en Palma y Cuenca,
respectivamente), junto a una cuidada
selección documental que incluirá objetos, ediciones, vinilos, casetes y una
variada documentación impresa y fotográfica.
Arte
sonoro en España (1961-2016) tiene
una peculiaridad: el hecho de que las obras sonoras, piezas, instalaciones y
documentación audiovisual e impresa que la componen no se presentarán en
espacios expositivos aislados, como los habitualmente dedicados a muestras
temporales, sino que se insertarán primero en los espacios de los museos de
Palma y ahora en Cuenca ocupados habitualmente por la presentación de las obras
de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Juan March, con las que
convivirán temporalmente. La exposición
quiere mostrar así la práctica artística sonora de autores que fueron
estrictamente contemporáneos a los artistas representados en ambas colecciones,
así como la obra sonora, poco conocida, de alguno de estos últimos, y también
la de creadores de las generaciones más recientes.
Si, en ciertos casos, el uso
del sonido fue habitual en la obra de algunos de los artistas de la colección
de la Fundación Juan March (en el contexto del arte conceptual), en otros hubo
una relación con la vanguardia musical experimental (como es el caso de algunas
obras de Martín Chirino o de los artefactos
de Manuel Millares, expuestos en su día en una muestra compartida con el grupo
ZAJ en el año 1965). Por lo demás, otros casos, como los de Eusebio Sempere o
José Luis Alexanco son paradigmáticos entre aquellos artistas de las décadas de
los 60 y los 70 que, no entendiéndose como sonoros, sin embargo, forman parte
de la historia del sonido y su relación con las artes en España. Ellos
iniciaron los primeros tanteos interdisciplinares con otras propuestas
experimentales y, con el tiempo, posibilitaron el hábito y la comprensión del arte sonoro en el contexto de las
instituciones y colecciones de arte contemporáneo, una línea en la que cabe
incluir también algunos de los trabajos de Juan Navarro Baldeweg o Enrique
Salamanca.
Así, no pocas de las obras
seleccionadas acentuarán, interferirán o se relacionarán con las obras
exhibidas en ambos museos y con sus respectivos espacios. Como ejemplo, cabe
destacar la presencia en ambos museos de numerosos artistas de las generaciones
de los ochenta y noventa (como José Luis Alexanco, Elena Asins o Eva Lootz,
entre otros), cuya relación con el arte sonoro o sus antecedentes ha sido
rastreada para esta muestra. En el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca,
que celebra su cincuentenario durante 2016, la muestra atiende además a las
iniciativas en torno al arte sonoro de dos instituciones conquenses: el
Gabinete de Música Electroacústica (en el que ya en los años ochenta se
componía y experimentaba con un Synthi 100, uno de los instrumentos de
composición electrónica y de procesamiento del sonido más avanzados y
relevantes de la historia de la música electroacústica) y la Facultad de Bellas
Artes (que cumple sus primeros veinticinco años).
En este contexto, la
exposición se ocupará también de la labor de programación y difusión que
ejercieron los programas, ciclos y conciertos del Departamento de Música de la
Fundación y su Centro de Documentación de la Música Española Contemporánea
desde su creación en 1983, principalmente en lo que respecta a la música
experimental y la música electrónica.
Por supuesto, más allá de
los límites de la colección de la Fundación, la muestra atenderá a la especial
relevancia de artistas como el grupo ZAJ, Isidoro Valcárcel Medina o LUGAN,
pioneros que con trabajos experimentales y transversales han sido verdaderos
precursores del arte sonoro, e incluirá, junto a los ya mencionados, obras de Walter
Marchetti, Francisco López, José Antonio Orts, Eduardo
Polonio, Fernando Millán, Esther Ferrer, Bartolomé Ferrando, Juan Hidalgo, Wolf
Vostell Javier Aguirre, Nacho Criado, José Maldonado, entre otros.
Exhibir el sonido en los espacios visuales
La exposición Arte
sonoro en España (1961-2016) asume el reto de “exhibir” el sonido enfatizando todos sus aspectos
artísticos mediante su amplia selección de obras: así, de la resonancia del
espacio sonoro y su relación con la arquitectura hablan Mirlitones, de Bosch & Simons (2012) y L’Isla des Neumas de Ramón González-Arroyo (2008); del silencio y
del límite de lo audible, la Pieza
escuchando la pared (1992) de Juan Muñoz, o la Música ZAJ (ca. 1999) de Esther Ferrer; Luci: sin nombre y sin memoria, de Josep Manuel Berenguer (2008),
tematiza la asincronía y los procesos rítmicos sonoros de la vida a partir del
estudio del comportamiento bioluminiscente de las luciérnagas, mientras que de
la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo se ocupa *.WAV, de Mikel Arce (2004). Inventario (1992-1998), de José Iges y
Concha Jerez tematiza la obsolescencia de la tecnología y su relación con la
memoria colectiva.
La exposición incluirá también un gran
número de grabaciones, instalaciones, esculturas sonoras o
prácticas sonoras que se presentaron alejadas del formato del concierto o
plantean el soporte de grabación como medio artístico, como las de José Luis
Castillejo, Francisco Felipe, Eva Lootz, Llorenç Barber, Francisco López,
Javier Maderuelo, Pedro G. Romero, Mikel R. Nieto u Oscar Abril Ascaso, entre
otras. También incluirá documentos y materiales que, temáticamente, permiten
trazar un panorama de actividades que van desde los Encuentros de Pamplona en
el año 1972 hasta las exposiciones colectivas celebradas en los últimos años, y
pondrá énfasis tanto en los distintos soportes históricos del sonido como en
los trabajos que los cuestionan, sin olvidar la incorporación de obras
representativas de la poesía sonora, el arte de acción, el videoarte o el arte
radiofónico.
Arte
sonoro en España (1961-2016) constituye un auténtico reto
curatorial: el de mostrar el sonido en espacios que son eminentemente visuales. En
efecto: los espacios habitados de las salas de los museos, y mucho más los espacios
diáfanos de las salas de exposición, desnudos, diseñados conforme a una lógica
de la mirada perpendicular, se convierten en entornos extraños o incluso
agresivos desde el punto de vista de la acústica. Unos y otros devienen, por
una parte, cámaras reverberantes en las que el sonido invade el resto de las
salas (y al resto de las obras expuestas), convirtiendo el trayecto del
visitante en un paseo por un espacio cacofónico. En el otro extremo, la construcción de espacios aislados y cámaras
insonorizadas puede cambiar de manera determinante la experiencia de los
visitantes de la exposición y hacer imposible cualquier relato con cierta unidad
de sentido.
En Arte sonoro en España,
1961-2016, estas dificultades se han
pensado junto al deseo –que es el de esta exposición– de que las obras “sonoras” convivan con las
“visuales”, atendiendo tanto a las maneras en las que el sonido pone en cuestión
el espacio expositivo tradicional como a las formas en que su exhibición puede
resolverse, presentándolo mediante técnicas que permiten ordenar el espacio de
la exposición para que no se produzcan colisiones en la escucha, salvando
aquellas que forman, de hecho, parte integrante de las propias obras sonoras.
Publicaciones y archivos sonoros
Las muestras en Palma y
Cuenca están acompañadas de un amplio y documentado programa de mano. Para la
exposición en Madrid se publicará un libro-catálogo con un amplio registro
fotográfico, además de ensayos, debates sobre el estado de la cuestión en esta disciplina artística y textos sobre
temas como el del uso y la aceptación del término arte sonoro
por artistas e instituciones del arte (colecciones, museos y galerías)
en España, dentro del marco temporal propuesto por la exposición; sobre las dos
principales aproximaciones históricas al arte sonoro: el alemán Klangkunst
(con sus diferentes formas de arte intermedia), y el anglosajón
"Sound Art" (con fronteras que se reescriben continuamente para dar
cuenta de una gran variedad de prácticas sonoras); o sobre la historia del arte
sonoro en España; además, incluirá la catalogación de las obras y de la
documentación expuesta y contará con la bibliografía y discografía más
actualizada. La publicación estará articulada con un portal sito en www.march.es.
También está en marcha un
proyecto de historia oral con entrevistas a los artistas y debates entre éstos,
comisarios, historiadores y otros especialistas, cuyas grabaciones serán
transcritas y publicadas, tanto impresas como en archivos de audio, en la web
de la Fundación Juan March.
LA EXPOSICIÓN VIAJARÁ DESPUÉS A: Fundación Juan March, Madrid
(del 14 de octubre de 2016 al 15 de
enero de 2017)
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