Carmen
Valero
15.06.16.- El Escorial.- “Primitivo
Rodríguez Sanjurjo y su epistolario con Otero Pedrayo”es el título del libro del
catedrático de Lengua y Literatura Gallega,
Afonso Vázquez-Monxardín y de la profesora Patricia Arias Chachero,
editado por la Diputación de Orense. El volumen lleva una presentación de
Manuel Baltar, presidente de la citada Diputación y un texto titulado “Anhelo
de una biografía de mi padre”, de Josefina R. Sanjurjo y Salgado, hija de
Primitivo, el escritor biografiado.
El
libro, ilustrado con antiguas biografías
del personaje literato, acoge los siguientes apartados: Vida y obra de
Primitivo Rodríguez Sanjurjo; Epistolario con Otero Pedrayo; Anexo I. Selección
de texto; Anexo II. Textos sobre
Primitivo; Anexo III. Tres recuerdos prestados de Josefina, por Julia
Sáez-Angulo. Anexo IV. Fotografías, e Índice onomástico.
Primitivo
Elio Rodríguez Sanjurjo (Orense, 1880 –Lugo, 1947). Estaba casado con Raquel
Salgado. Fue profesor de Geografía e Historia y lector en la Universidad
nortemericana de Ithaca en Seatle (Estados Unidos) en 1920, donde nació su
única hija Josefina, quien escribe en los prolegómenos del libro:
Anhelo de una biografía de mi padre
“Siempre he querido que se escribiera una biografía de mi
padre, Primitivo Rodríguez-Sanjurjo y Aguilar de Osorio (Orense, 1880 – Lugo,
1947). Su figura y valía como persona, padre, esposo, profesor y escritor ha
crecido con el tiempo ante mis ojos. He guardado durante años su despacho,
cuadros y biblioteca con verdadero celo, hasta que doné todo ello, en su
memoria, a la Real Academia Gallega de la Lengua.
Como profesor mi padre fue audaz en los años 20 del siglo
XX, al viajar como lector de literatura española a la Universidad de Seatle en
los Estados Unidos de América, país en el que yo nací en 1922. Allí se
relacionó muy bien con los alumnos y algunos venían a casa, donde mi madre los
recibía con pequeñas meriendas. Recuerdo, aunque también mi madre me habló
muchas veces de ello, a una alumna judía que contó con la simpatía de mis
padres, en medio de una sociedad someramente antisemita, a juzgar por las
recomendaciones que le hacían a mi madre algunas esposas de colegas de mi
padre, para que no se hiciera llamar Raquel, sino Mrs. Rodríguez y evitar que la
calificaran de judía. Las hermanas de mi madre se llamaban Sara y Lía, porque a
mi abuela materna le gustaban los nombres del Antiguo Testamento.
De su destino a Baeza, tras volver de EE.UU., mi padre recordaba con verdadero
afecto a los colegas y amigos que allí dejó, poco antes de la guerra civil
española de 1936-39. La muerte dramática de alguno de ellos durante la
contienda les causó mucho dolor a mis padres.
También recuerdo la bonhomía paterna con la gente sencilla o
iletrada; él procuraba ayudar sobre todo a los jóvenes a encontrar trabajo, si
veía alguna forma de presentarlos o recomendarlos a sus conocidos.
El
entierro de mi padre multitudinario en Orense, lo que dio fe del afecto o
agradecimiento que contaba. Fue muy emotivo y, tanto mi madre como yo, nos
sentimos orgullosos de esta última despedida al profesor en la ciudad gallega.
Me cuesta encontrar defectos en mi padre, que sin duda los
tendría. Era adicto al café y fumaba mucho; esto último lo llevó sin duda a la
enfermedad y a la muerte. Mi madre se lo reprochaba con cariño, pero él se
defendía: “Raquelita, algún vicio he de tener y fumar no hace mal a nadie”.
Nunca vi discutir a mis padres y eso es motivo de orgullo y
satisfacción para cualquier hijo. Mi padre proponía siempre con respeto:
¿Raquelita, quieres que vayamos al cine? ¿Raquelita, te apetece dar un
paseo?... Mi madre, siempre mujer dispuesta y elegante, procuraba darle gusto
en todo.
Primitivo R. Sanjurjo –así firmaba siempre- pudo ser padre
de varios hijos, pero después de mí, la primera de sus descendientes, no
llegaban a buen término los diversos embarazos de mi madre. Con el tiempo
supimos en España que probablemente se debió a su RH negativo, pero cuando
sucedieron los lamentados abortos de mi madre, la medicina estaba atrasada en
este campo.
A veces pienso que si no me he casado, es porque no encontré
a un hombre como mi padre, con su
cultura, su erudición, su cariño… Algo –soy consciente- ciertamente imposible
de conseguir.
Confío que la Real Academia Gallega de la Lengua conserve el
legado que yo he entregado y procure por la figura de mi padre, así como al
biógrafo de su vida, Alfonso V. Monxardin, que ayudará a perpetuar su memoria como
escritor y académico, ya que yo no le he dado una familia descendiente que
pueda perpetuar su memoria genética. También agradezco a la periodista Julia
Sáez Angulo su mediación y ayuda para llevar a cabo las gestiones necesarias en
la donación y biografía de mi padre”.
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