Julia
Sáez-Angulo
“Bellver, vida pasajera” es el título de la exposición en la Tabacalera
de Madrid, que fue inaugurada por Begoña Torres, subdirectora general de
Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura. El comisario de la
muestra es Felipe Hernández Cava.
““Bellver, vida pasajera” esel artículo con el que el
comisario glosa el trabajo plástico del artista. La exposición es una gran
retrospectiva que abarca los siguientes apartados: La pipa, Muerte chapulín, La máscara, El diálogo con los clásicos, Del
viaje, Santoral de culturas, Vistas de Tokio, Autorretrato, Dadá, Fósiles,
Rorschach, Islas.
“Cuando Bellver empezó a colonizar el planeta virgen que lleva su
nombre y que en esta exposición se repasa con generosidad, las vanguardias
históricas habían empezado a andar en una vía muerta y la idea de progreso veía
resquebrajarse sus cimientos a pasos agigantados. En esta tesitura, el artista
que siempre era (ha sido varios, tanto o más como hombres ha sido) apartó de sí
la ignorante superchería de la originalidad y el sentimiento de lo sublime, en
donde muchos, que necesitan los paradigmas para cobijarse, siguen a día de hoya
naufragando”, explica Hernández Cava.
“El
amor por los viejos saberes técnicos, artísticos o artesanales, es tan fuerte
en su caso y tan prodigioso su dominio de los mismos, y tan grande la deuda
contraída con los varios maestros que desde su juventud le han ido saliendo al
paso, que nunca aceptaría sentirse partícipe al cien por cien de las
inquietudes de los herederos de aquellos dinamiteros, que los hay y los habrá,
aunque para esa militancia no se le exigiera respetar ley o norma alguna como
gentileza de la casa. Todo lo más, como su abuelo, el escultor del Ángel Caído podría reivindicarse como
bellverista, y no por las reivindicaciones de su antepasado, que lo hacía por
oposición a Benlliure, sino por oposición a sí mismo. ¿Qué eso es una forma de
ser dadá? Sí y no”, concluye.
"Dictadura de la cara humana"
Begoña
Torres, subdirectora general de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de
Cultura, escribe por su parte:
Charles
Baudelaire hablaba de lo que él denominaba “la dictadura de la cara humana”. A
lo mejor Bellver rechaza la imagen que le devuelve su retrato y, por ello,
quiere transfigurar el parecido,
despojarse de su apariencia terrestre, adoptar una identidad nueva, como
suplemento imaginario, buscando seguramente una escapatoria temporal a la
impotencia de la vida real”.
“(…)
Como apuntaba uno de los padres del Pop, Richard Hamilton “todo interior es una
colección de anacronismos”. La habitación es un espejismo donde el tiempo se ha
detenido. Los muebles son los fragmentos de un universo, los cristales rotos
del espejo donde se reflejan las cosas del olvido y los lugares de pasos”.
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