María Jesús de Frutos
V. R.
Fotos Maica Noïs
Fotos Maica Noïs
25.05.17 .- MADRID .-La pintora María Jesús de Frutos ha clausurado el curso
de la Tertulia Peñaltar 2016 -17, dirigida por Rosa María Manzanares. El acto,
presidido por Anunciación Guil, ha tenido lugar en el Hogar de Ávila en Madrid,
con una conferencia de la crítica de arte Julia Sáez-Angulo sobre la artista.
Estuvieron presentes Mayte Spínola, directora del Grupo
por Arte y Cultura al que pertenece la pintora, quien dirigió unas palabras elogiosas a la pintora homenajeada, y numerosos miembros del citado
Grupo como Marga Núñez, Pablo Reviriego, Puri Gazón, Adriana Zapisek, Ana
Vivas, Maica Noïs, Pedro García Molano, Soledad Fernández, Amparo Ayllón, Guía
Boix, Mercedes Ballesteros, Cem Ates, Ángel Salamanca, Alfonso Sebastián, Adelina Covián, Ana Muñoz, Pepa
Miranda,…
La conferenciante dijo entre otras cosas:
“Decía
Camilo José Cela, en su revista “Papeles de Son Armadans”, que unía textos
literarios de escritores con ilustraciones o reproducción de obras de artistas,
decía: “De los artistas no me interesa tanto
su llegada, como su permanencia”. Algo que desde luego piensan todos los
coleccionistas que adquiere obras de un pintor o escultor.
Para
que la tertulia Peñaltar haga un homenaje a un artista, este ha de tener una
trayectoria firme y constante, como es el caso de María Jesús de Frutos. Como
pintora, empezó pronto, y a formarse de modo profesional en los 80, pero a
exponer a principios de los 90 y lo hizo repetidamente en la galería CC 22, situada en la calle
Claudio Coello 22, donde vendía todo, absolutamente todo, en aquellos tiempos
en que el mercado y la alegría de los coleccionistas era una realidad por la
que muchos artistas sienten hoy nostalgia. Par que se hagan idea, aquella
galería de éxito, no solo por vender pintura de María Jesús Frutos, sino
también de otros artistas –una galería que apostaba por el color-, cerró, como
hicieron otras cuantas.
Pues
bien, nuestra artista segoviana residente en Madrid siguió pintando y
exponiendo, porque cuando hay un vocación
profesional se busca el modo y manera de cómo hacerlo. “Si hay un porqué
para vivir, se acaba encontrando el cómo”.
Por aquí pasó el artista Cejudo Nogales y me confesó que en tiempos de
crisis no había dejado de pintar, pese a vender menos, porque acumulaba obra que
estaba seguro algún día las cosas cambiarían. La vida es cíclica. Alguno, que también pasó por aquí contóhabía dejado la docencia para
entregarse por completo a la pintura en el taller y le pilló la crisis con la disminución de ventas. Afortunadamente la crisis va pasando.
Vuelvo
a la cita de Cela: “De los artistas no me interesa tanto su llegada, como su
permanencia”, ahí radica el código de coherencia de un pintor, de una pintora
como María Jesús de Frutos Arribas (Segovia, 1949), que desde principios de los 90 ha seguido cultivando
su carrera pictórica exponiendo periódicamente y así lo ha hecho hasta llegar a
foros importantes como el Torreón de Lozoya (2007), Club de Información de
Alicante, la Casa de Vacas en Madrid (2015) o el Museo Municipal de El Pósito
en Campo de Criptana (2017), dentro de las jornadas cervantinas, dirigidas por
la célebre Lola Madrid, una animadora cultural, célebre en La Mancha.
Con el Grupo pro Arte y Cultura
Con el Grupo pro Arte y Cultura
Pintura
figurativa no realista
Como
buena pintora figurativa, María Jesús de Frutos cultiva todos los géneros: figura (humana en el retrato y en la danza como
en “Colores de milonga”, una serie sobre el tango, el music-hall y el cabaret,
que expuso en Casa de Vacas. Una serie que pintó después de viajar a la
Argentina. Son escenas a veces de gran formato, en dípticos o trípticos que
cobra a veces el valor de mural. La admiración por Toulouse Lautrec y sus ecos
se aprecian en esta obra. Una serie en la que el trazo parece hacerse
expresionista). Vemos en esta obra escenas de burgueses con una copa en la mano
disfrutando de mujeres enjoyadas y artistas del music hall, con cierto
paralelismo a las que pintara el germánico George Grosz en tempos del nazismo,
como crítica a esa sociedad satisfecha y ciega ante lo que ocurría a su
alrededor.
Paisaje, estilo cezanniano, construido, escalonando geométricamente
los planos (Segovia por los cuatro costados. Allí ha expuesto en el Pabellón de
Lozoya). Ha pintado cerros, trigales, choperas, ermitas, caserías… Pintora que
más parece mediterránea que castellana. Lo suyo no es precisamente la sobriedad
en el color, sino el vitalismo llevado al trazo grueso para marcar las formas,
el contraste para marcar el color.
Bodegones y naturalezas muertas, con
cerámicas, frutos, flores y floreros, textiles… Ella pinta unas copas de flores
grandes y fantásticas… Es en este género, donde yo creo que María Jesús de
Frutos entona su mejor do de pecho. Aquí refleja el lujo del color, la
suntuosidad de la vida, la alegría de la existencia, el placer de la fruta, la
sensualidad de los sentidos en definitiva. “Lujo, calma y voluptuosidd” que
diría Matisse en su conocido cuadro. “¡Esa dulce y salvaje necesidad de mirar y
de crear!”, que diría Hermann Hesse.
Meninas
o Infantas de España. Una serie que va desde el casi monocromo de la
figura, al estallido de color, con un gran sentido ocupacional del cuadro con
el miriñaque.
Composición. La pintora tiende a la
ocupación total del espacio del cuadro, como si sintiera el horror vacui, el
horror al vacío. Deseo de colocar el color en cada uno de los rincones. Lo
ocupa de modo ordenado, escalonado y paralelo en algunos paisajes, ritmo
circular en algunos bodegones…
Técnica. La autora que nos ocupa pinta
sobre lienzo o papel y con pigmentos indistintamente de óleo, acrílico o
técnica mixta. También la acuarela, y ha participado en la última bienal de “20
Pintores unidos por la Acuarela”, que comisaría Pablo Reviriego. Una acuarela
muy dibujada, para nada la abstracción de atmósferas que a veces se extrae de
la acuarela, sino más bien con los parámetros que a vece requiere una témpera.
Relato. La pintura como relato, que entrelaza dibujo, color,
pincelada, técnica, untuosidad de la materia y el aplique, aromas del pigmento,
sentimientos, imaginación, fantasía, vida… “Luz, color, sombras…” dice la
autora en un escrito que es toda una declaración de intenciones y que valdría
la pena leerlo.
Ha
pintado también ilustraciones para revista
de cine como Nikel / Odeón y también hizo carteles de cine como el de “La
leyenda de un beso” de José Luis Garci, con el que sostiene una buena amistad y
de hecho él le ha escrito alguna presentación de sus exposiciones en el
catálogo.
El color como móvil y protagonista
El color es lo primero que resalta de la
obra de esta pintora (M J. Frutos), un color bravo, atrevido valiente. Una
paleta vivaz que registra todos los tonos y resaltan la figura o las formas de
modo contundente. Un cuadro de Frutos tiene presencia en el muro, en la pared.
Les aseguro que cuando se va a una casa y hay un cuadro de ella, la mirada se
va poderosamente a la pintura. Colores armonizados y vibrantes al mismo tiempo. A veces con
ciertos acentos ácidos, como cuando refleja las sombras verdes de la figuras,
al estilo van Dongen... Un color, que en mi opinión está emparentado con el
fauvismo, es decir, cierta libertad para aplicarlo sobre las cosas que se
representan, en algunos casos con cierto expresionismo formal. “Casas encendidas” se llama uno de sus
cuadros, con título bien expresivo. Algunos críticos hablan de “violencia del color” en su obra.
El
color es tan protagonista y potente que exige dosificar la presencia de cuadros
en las exposiciones para que el espectador no se emborrache.
Yo
diría que la manera de entender el color de M. Jesús de Frutos conecta más con
la escuela de París, el expresionismo de Toulouse Lautrec, el Matisse fauvista,
van Dongen y otros… que con la escuela mediterránea que le ha señalado algún
crítico.
“Apaga
el gris de tu vida y enciende los colores que llevas dentro” Pablo Picasso.
Tiene
un estudio muy grande en San Martín de
Valdeiglesias, donde se retira determinados días a pintar intensamente sin
interrupción alguna. Ella confiesa que allí se queda absorta pintando y pierde
la noción del tiempo, que allí olvida preocupaciones o penas, porque lo que los
clásicos llaman el “rapto de
inspiración” lleva a la autora a un estado de concentración total en la
pincelada. “Una queda agotada, pero lo hace a gusto”, confesaba en una
entrevista.
También
destaca en su obra, cierto aumento de
escala para poner de relieve visual la forma de sus figuras, en los
retratos, ambientes o bodegones, lo que los hace más vistosos y llamativos. Es
como si para ella, la pintura fuera un realce de la realidad, un plus que la
hace más visible.
Los
que conocemos su estudio tan estupendo, sobre todo los artistas, piensan que si
allí no se pinta bien sería para matarla. El espacio amplio suele ayudar a los
artistas, sobre todo para almacenar sus cuadros, aunque hay algunos que su
mundo es una caja de cerillas.
Para
finalizar quiero recordarles a ustedes la afirmación
de Borges, de que la mejor crítica de arte, más que palabras, es aquella
que invita a acercarse a la emoción y al misterio que emana de las obras del
artista”.
Retrato, por M. J. de Frutos
Retrato, por M. J. de Frutos
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