Julia Sáez-Angulo
26-abr-18 .- MADRID.- Se sabe que el ejercicio
prolongado del poder hace perder el principio de realidad. Los policías, que
no sólo tienen poder, sino fuerza física armada, han de pasar por controles psicológicos periódicos, porque los ciudadanos estamos en su punto de mira. ¿Por qué no
hacemos lo mismo con los políticos, máxime cuando una serie de filibusteros han
demostrado haber tomado el legislativo democrático, tanto recientemente como antaño?
Los
psicópatas son osados, seguros de sí mismo y se creen dioses, por lo que no
aceptan nunca la culpa propia y la echan a los
otros. Véase sí no a la cesada presidenta de la Comunidad de Madrid o a los
inculpados en los ERE andaluces y defendidos por sí y sus compañeros diciendo
que ellos “no se han beneficiado de nada”: ¡Angelitos! (sólo chuparon del voto cautivo con untes y pagos para seguir
en la poltrona y sueldos del poder).
Como
la escasez de empleo es un hecho, a la política accede mucho indocumentado sin
curriculum Vitae o, lo que es peor, con su psicopatía a cuestas. Más importante
que una rayita más en el CV, está en vigilar a los psicópatas que llegan a los
partidos, como autopistas únicas de acceder al poder.
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