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Julia Sáez-Angulo
20/07/2018 .- MADRID .- Decía mi
profesor de Derecho Político de la Complutense, señor del Castillo, que “el
exceso de legislación se corrige con el incumplimiento. Algunos políticos se
sienten tan mandones en los poderes legislativo y ejecutivos, que pretende
legislarnos hasta en las más diversas costumbres, hábitos, aficiones,
intimidades y opiniones, hasta el punto de echar de menos el laissez faire, laissez passer del
liberalismo más salvaje. La socialdemocracia, cada día menos social-demócrata y
más socialista radical a la vieja usanza, nos está metiendo en una ingeniería
social feminista y pseudo-feminista del poder, que va a decir muy poco a favor
de las mujeres cuando la Historia juzgue este período político.
Legislar es una posición muy
importante y por tanto delicada para no acabar atorando a los ciudadanos con
tanta impaciencia de imposiciones de cambio, para atraer las mentes y conductas
a una sola postura obligatoria, normalmente lo políticamente correcto y censura
de quien no entre por las horcas caudinas.
El pueblo soberano crea el lenguaje
hablado y también los usos y costumbres, como para que venga un afán y vendaval
legislador de todo a imponerlos –imponerlas-, dada la manera en que se llegó al
poder y el poco tiempo que tienen asegurado. ¡Legisladores, por favor, dejen al
pueblo opinar y respirar, aunque no opinen ni respiren como ustedes! De seguir
así van a conformar ciudadanos clónicos ¿O es eso lo que persiguen? (¡Bastante
les importa!, dice mi amiga la escéptica, que además es psimista antropológica).
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