Julia Sáez-Angulo
20.07.2018 .- MADRID .- Me río yo de
la vieja alternancia de Cánovas y Sagasta en el Gobierno de España, cuando toda
una pléyade de funcionarios del Estado tenía que dejar la Administración del
Estado, para que entraran los del nuevo ganador de turno. De sobra sabemos que
los partidos políticos son maquinarias de intereses particulares y gigantescas
agencias de empleo, por lo que se convierten en artefactos clientelares que
colocan y sitúan a los suyos en puestos con sabrosos sueldos y beneficios.
Visto y comprobado así, ¿cómo
Sánchez iba a dar paso a las elecciones inmediatas prometidas por él mismo, si
se encontró con la bicoca del poder y sus prebendas para el grupo clientelar?
Su palabra es basura ante el panorama sabroso y bien remunerado que supone el
poder, incluso para los ex, entre los que estará él mismo. Los de enfrente
esperan llegar a la misma situación, pero por métodos más democráticos que el
de aunar retales de minorías sin programa coherente alguno de la mayoría que
haya votado el pueblo. Esa es la realidad y los miembros del Gobierno femenino
no dice ni mu, porque les va en ello su
propia situación de bolsillo.
La política española se está
degenerando éticamente a ojos vistas y el respeto de la gente por los partidos
políticos ha llegado a mínimos, algo que puede costar muy caro a la convivencia
nacional.
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