Del 11 de julio
al 15 de septiembre
L.M.A.
-13 de
julio de 2018- La Biblioteca Nacional de España homenajea a León Felipe en el
50 aniversario de su muerte con una muestra bibliográfica, abierta desde el 11
de julio hasta el 15 de septiembre, en la que se recopilan las principales
obras de una de las voces más representativas de la poesía española en el
exilio.
En León Felipe (1884-1968):
“El poeta del roto violín” se exponen más de treinta obras del autor
zamorano como antologías, poesía, traducciones, teatro o adaptaciones teatrales
y también biografías y libros sobre su vida y su trayectoria literaria. La
muestra está situada en la antesala del Salón de Lectura y puede visitarse de
lunes a viernes de 10.00 a 19.30 horas.
La BNE
ya conmemoró los 50 años de la muerte del poeta el pasado enero, con una mesa
redonda en la que participaron los expertos Jorge Urrutia, Fanny Rubio y
Gonzalo Santoja. Además, ha colaborado con el Museo Etnográfico de Castilla y
León de Zamora para la exposición León
Felipe: ¿Quién soy yo?, que se puede visitar hasta el 30 de septiembre. Se
han prestado nueve obras, entre las que está Israel, el manuscrito del discurso poemático que pronunció el
escritor cuando le entregaron un bosque simbólico en agradecimiento por su
compromiso con el pueblo judío.
Bautizado
con el nombre de Felipe Camino Galicia, conocerá la historia y los paisajes
castellanos acompañando a su familia por los distintos destinos que ocupa su
padre, notario. Vive sus años juveniles en Santander. Con una incipiente
vocación teatral y unas enormes ganas de conocer a sus ídolos literarios,
decide irse a Madrid, pero su padre solo le sufragará los gastos a cambio de
que continúe formándose. Estudia Farmacia, pero más que profundizar en los
secretos de la botica, se empapa del ambiente teatral y sufre una auténtica
conmoción al conocer la obra de Shakespeare, a quien más tarde adaptará y que
tendrá un evidente influjo en su poesía.
Tras
licenciarse y de vuelta a Santander abre dos farmacias, pero poco diestro en
los negocios, pronto se encuentra endeudado. Decide unirse a una compañía de
cómicos en la que pasa dos años como mal actor, aunque el conocimiento del arte
dramático más tarde se mostrará en su obra poética, donde abundan los diálogos
de aire teatral. Acabará en la cárcel debido a un fraude en el alquiler de su
farmacia. Allí lee el Quijote, otra de sus grandes influencias. También en prisión
escribe sus primeros poemas, nacidos de una radical inconformidad, de la lucha
entre realidad y esperanza.
En 1918
regresa a Madrid, donde con 35 años se encuentra sin trabajo y sin dinero,
viviendo en la miseria de la bohemia. Se instala en Almonacid de Zorita para
regentar una farmacia. Allí se encierra y escribe Versos y oraciones del caminante, donde confluyen tres de sus
grandes temas: la soledad, el camino y Dios. Son poemas en los que queda
patente la huella de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Francis Jammes, una
poesía pura, a contracorriente de lo que se estilaba en estos años, los de la
pugna entre poesía social y de vanguardia. El libro, que leerá en el Ateneo,
será bien acogido, gracias al respaldo del crítico Enrique Díez Canedo.
Tras
pasar dos años en Guinea ocupando un puesto administrativo en el que mantiene
una honradez poco habitual en el entorno, regresa a España. Después, gracias a
Alfonso Reyes, consigue viajar a México en lo que él considera una primera
escala hacia Estados Unidos. Allí conoce a Berta Gamboa, su futura mujer,
profesora de español en Nueva York.
En 1923
da clases en la Universidad de Cornell y reanuda su obra estimulado por el
conocimiento de Walt Whitman, de quien traducirá su Canto a mí mismo. Tras un viaje a España, que coincide con la proclamación
de la República regresa a México y escribe Drop
a star, de técnica vanguardista. En 1934 vuelve a España, donde ejerce como
traductor y aparece en la segunda edición de la Antología de Gerardo Diego.
Tras un
breve paso por Panamá, retorna a una España en plena Guerra Civil. Aquí escribe
La insignia, donde critica la
división republicana y afirma que en un poema no hay bandos. La obra es mal
recibida y debe huir a América. En el trayecto compone El payaso de las bofetadas, donde muestra su dolor por la
injusticia. En Español del éxodo
retrata un mundo que se desvanece. En 1942 funda Cuadernos Americanos, que tendrá una gran resonancia. Un año
después aparece Ganarás la luz, una
confesión existencialista. En 1946 inicia una gran gira de gran éxito por
numerosos países hispanoamericanos que le llevará a la publicación de su Antología Rota.
Tras
instalarse definitivamente en México, inicia la década de los 50 con su
introspectivo Llamadme publicano. Su
interés por el cine le lleva a escribir el guión La manzana, mientras que El juglarón
es su particular adaptación de cuentos populares. Pero su gran obra de este
periodo es El Ciervo, en la que
expresa su lucha por alcanzar la verdad. Tras la muerte de su mujer en 1957
abandona la poesía, a la que regresará ya cumplidos los 80 con Oh, ese viejo y roto violín, expresión
de su profunda angustia y de su rechazo a la crueldad de la vida.
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