“La ternura”
Teatro Infanta Isabel
c/ Barquillo, 24 Chueca. Madrid
Julia Sáez-Angulo
17/12/18 .- MADRID .- El teatro
clásico, sobre todo de William Shakespeare y el “vodevil” del entrar y salir de
la escena de Lope de Vega, flotan con gracia y donaire en la palabra y en el
gesto de la obra de teatro “La ternura”, del joven dramaturgo Alfredo Sanzol,
que ya ha merecido más de un reconocimiento y galardón en su carrera artística.
Texto y dirección con acierto del mismo Sanzol.
Las
alegres comadres de Windsor y El sueño de una noche de verano, revolotean
en cita y concepto por la obra. Shakesperare, siempre Shakespere, el gran
escritor insuperable de todos los tiempos, se merece todo homenaje. El estilo y
la metáfora de sus textos se hace eco en La
ternura, en interpretación de los buenos actores que la encarnan.
Tres mujeres, madre y dos hijas, que
huyen de los hombres a una isla desierta, donde se encuentran con tres hombres
en la misma situación de rechazo a las mujeres. El choque y conflicto no se
hace esperar. Las damas van vestidas al estilo del Siglo de Oro español, y
ellos, como buenos salvajes con zaragüelles al estilo morisco.
El mito de la caverna de Platón, con
su juego de la realidad y las apariencias también se da cita en esta obra que
los espectadores, incluidos niños, disfrutan a rabiar, como tuvimos ocasión de
comprobar en la función que asistí, en la que un muchacho de unos siete años se
reía a carcajadas con los “gags” de la
obra.
Paco Déniz, Elena González, Natalia
Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón dan vida a los
seis personajes sobre el escenario con gracia y soltura en ese festín de palabras
ingeniosas, donde la semántica juega con todos los significados.
La vida arrolla contra todos
nuestros planes viene a decirnos la obra. Ni siquiera los juegos de magia de la
madre logran los objetivos, porque el torrente de cada día desborda las
previsiones. las nuevas generaciones rompen cauces, la experiencia de los
mayores no sirve, porque cada cual llega virgen a cada época que le toca vivir.
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