jueves, 31 de enero de 2019

La argentina Inés Garland obtiene el Premio Ala Delta 2019


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Inés Garland

L.M.A.

            31/1/19 .- MADRID .- La escritora argentina Inés Garland ha resultado ganadora de la XXX edición del Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 14.500 €, por la novela presentada bajo el lema Lilo.

            El jurado, que decidió otorgar el galardón por mayoría, estuvo integrado por Carmen Blázquez (crítica literaria), Ana López Andrade (profesora), Marina Navarro (bibliotecaria), Patxi Zubizarreta (ganador de la pasada edición) e Ignacio Chao (editor), actuando como secretario Jorge Gómez.

La novela aborda los días de convivencia de Emi, cuyos padres se han marchado de viaje, con sus abuelos Ava y Héctor y su perro Lilo. El animal enseguida advertirá que esa niña, antes cariñosa y juguetona, es ahora una preadolescente testaruda, enganchada al teléfono móvil, que se encierra a menudo a llorar en su cuarto. Lilo, que tiene una capacidad especial para percibir la tristeza y el miedo, que a él le huelen a levadura y a limón viejo, no tardará en descubrir el origen del llanto de la chica: unos anónimos amenazantes que recibe a menudo en su teléfono.

            Con la ayuda de Olivertwist, un astuto perro callejero, intentará averiguar quién le está haciendo la vida imposible a la nieta de sus amos.

            Para el jurado, la obra «es, a su manera, una novela social, pues pone el foco en un mal de esta época: el uso inadecuado y abusivo de las nuevas tecnologías en edades infantiles, y trata ese tema tan delicado con un refinado humor que se sirve de la singularísima voz narrativa de un perro.

Precisamente la convivencia entre personajes humanos y animales capaces de intervenir en la realidad sin dejar de ser animales es uno de sus principales rasgos de originalidad. Novela deaparente sencillez, pero de una alta intensidad emocional, celebra la vida mediante la exaltación de lo cotidiano, de lo que sucede en un barrio cualquiera y del día a día de las personas que lo habitan.

            Una obra que es un elogio de los afectos y de la felicidad, que, aunque ocasional y fugaz, debería ser ―parece trasladarnos― el estado natural de las personas».

            Tras conocer el fallo del premio, Inés Garland ha contado cómo se gestó la novela: «Hace cuatro años, después de haber vivido toda mi vida en el centro de la ciudad, me mudé a un barrio en las afueras. Me enamoré por primera vez de un barrio, de sus veredas floridas y perfumadas, de su plaza de niños y jubilados, de las vías del tren, de sus árboles, de los personajes reconocibles que me cruzaba cada día en sus calles. Y un día me crucé con un perro con cabeza de ovejero alemán, de cuerpo largo y patas muy cortas. “¡Qué feo!”, pensé. Unas calles después, la voz de ese perro empezó a hablar en mi cabeza, y unas semanas más tarde me sumergí en la escritura de esta novela.

            Como siempre que me toma la escritura de una novela, toda suerte de cosas plausibles de ser incluidas se me empezaron a cruzar por el camino. Los hijos de una amiga querida, vecinos del barrio, se convirtieron en fuente de inspiración, y una casa vieja y sombría en una esquina pasó a ser la casa de una niña triste que terminó siendo sueca porque estos niños descubrieron en Internet un perro parecido al de esta novela que era sueco».

            Sobre la personalidad del perro Lilo, en el que recae la voz narrativa, desvela que es un homenaje a su abuelo: «Mi abuelo se llamaba Cirilo y a los dos años, yo, la nieta mayor, lo bauticé Lilo, y de ahí en más todos lo llamaron Lilo, hasta señor Lilo. Quién sabe qué pensaría sobre que un perro literario tenga su nombre. Él, Lilo, me llevó a mirar las cosas cotidianas como si las mirara por primera vez.

            Con él me sorprendí por nuestros modos de relacionarnos, de mirarnos con buenos ojos, con ojos que aman. A la vez, con Lilo encontré maneras diferentes de expresar los sentimientos de inadecuación que conozco bien y hablar de la perplejidad de los niños frente a lo que sienten claramente pero no conocen. La manera que tiene Lilo de pensar el mundo, asombrada, cándida y amorosa persiste. Tal vez era anterior a él, estaba ahí, en mis facetas más amables».
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            Inés Garland nació en Buenos Aires en 1960. Ha sido guionista de documentales y editora en una revista. En la actualidad, colabora en distintas publicaciones, imparte talleres de escritura creativa y se dedica a la traducción y a la escritura.

            Es autora de la novela para adultos El rey de los centauros (2006) y de los libros de relatos Una reina perfecta (2008), premiado en 2005 por el Fondo Nacional de las Artes argentino, y La arquitectura del océano (2014).

            Entre su producción para niños y  jóvenes se cuentan las novelas Piedra, papel o tijera (2009), El jefe de la manada (2014) y Los ojos de la noche (2016). Piedra, papel o tijera fue distinguida como mejor obra juvenil de 2009 por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina, y publicada más tarde en francés y alemán. La traducción a esta última lengua le sirvió a Inés Garland para convertirse en la primera autora latinoamericana en recibir el Deutscher Jugendliteraturpreis, el premio de literatura infantil y juvenil más prestigioso de Alemania.

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