Pintura de Cristino de Vera
Cristino de Vera, pintor
3/4/19
.- Madrid .- Resulta ciertamente admirable que la pintura de Cristino de Vera,
nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1931, habiendo sido realizada en medio del
torbellino de vanguardias de la segunda mitad del siglo XX y de lo que llevamos
recorrido del XXI y presentando a la vista objetos cotidianos (tazas, cestos...)
y otros alusivos a la muerte y al paso del tiempo (calaveras, flores, crucifixiones,
velas) haya despertado no sólo interés, sino verdadera pasión y entusiasmo por
parte de tantos artistas, críticos, historiadores, poetas y público. "Una
de las obras más secretas y misteriosas del arte español de las últimas
décadas", escribía el crítico de arte Miguel Fernández-Cid, en 1996.
Una
de las razones puede ser que la hondura y la trascendencia que emana su pintura
se ha percibido verdadera, auténtica, genuina. Quizás también porque la
aparente simplicidad y ese aura místico que desprenden sus objetos, en la
tradición de nuestros Sánchez Cotán, Zurbarán, Luis Fernández o Xavier Valls,
resaltaba ya con intensidad en sus primeras exposiciones de mediados de los
años 50, cuando viene a vivir a Madrid. En 1957, el escritor y periodista Manuel
Sánchez Camargo ya advertía que "en su pintura existe ese aliento que
presta a la obra de arte quien posee la capacidad de milagro". También
conviene señalar que la singularidad de su técnica pictórica, puntillista y de
ecos clasicistas, no se advirtió como un lenguaje incompatible con las
vanguardias artísticas de aquellos años, como demuestra el hecho de su
participación en las bienales de la época (Hispanoamericana de Arte de Madrid,
de Alejandría, de París, de Venecia); ni fue obstáculo para lograr el reconocimiento
de ciertas instituciones (recibe el Premio Fundación Juan March en 1960). En
esa década expondrá en dos galerías de arte importantes de Madrid, Biosca y
Theo. El poeta José Hierro se sirve, en 1966, de las palabras del gran poeta sevillano
a la hora de comentar la obra de Cristino: "Este artista canario, como
Machado, sólo recuerda la emoción de las
cosas y se le olvida todo lo demás". La década de los setenta la
dedicará principalmente a participar en exposiciones internacionales: París,
Varsovia, Londres, Bruselas, Munich. En 1971 se organiza su primera exposición
antológica, con texto de Eduardo Westerdhal. La
relación de Cristino de Vera con la galería Fernández-Braso se remonta a 1974,
fecha de la primera entrevista que Miguel Fernández-Braso realiza a Cristino de
Vera para el diario ABC.
Desde mediados de esa década y
hasta la de los ochenta, largos viajes a culturas milenarias e innumerables
exposiciones en el Archipiélago Canario. Cristino de Vera se convierte en
símbolo de la cultura insular, reconocimiento que no va a parar de incrementarse
hasta la actualidad. En 1982, el poeta José-Miguel Ullán lanza a Cristino esta
pregunta-afirmación: "Tras la muerte de Dios, da la impresión de que los
objetos y en especial los que usted pinta, han quedado deificados". En la
década de los noventa llegan las grandes exposiciones institucionales: Museo
Español de Arte Contemporáneo en 1995, Museo Reina Sofía en 1996, Centro
Atlántico de Arte Moderno (CAAM) en las Palmas de Gran Canaria. En 1998 recibe
el Premio Nacional de Artes Plásticas. En 2002, Francisco Calvo Serraller,
imprescindible crítico e historiador del arte, comentaba sobre la pintura de
Cristino de Vera que "en su obra más reciente, en la que la composición
toma un cariz cristalino y matemático, su pintura nos hace evocar los bodegones
de sección áurea de Sánchez Cotán". Entrando
en el nuevo siglo continúan las exposiciones institucionales y los
reconocimientos: exposiciones en el Círculo de Bellas Artes y en el Museo
Arqueológico de Madrid en 2001, Medalla de Oro a las Bellas Artes y exposición
en el Monasterio de Santo Domingo de Silos en 2002. IVAM de Valencia en 2005. Inauguración
de la Fundación Canaria Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias en La
Laguna en 2009; hasta la recientemente inaugurada en CaixaForum de Madrid en 2018,
comisariada por María José Salazar. Ahora, veintiséis años después de su última exposición en
una galería de arte en Madrid, se presenta en Fernández-Braso La luz en la pintura, una selección de obras
correspondientes a su último periodo, de mediados de los años 90 a 2013, fecha
de sus últimas pinturas (que no dibujos).
En 1975, en la segunda entrevista
del artista con Miguel Fernández-Braso para el diario ABC, Cristino de Vera
decía que "yo creo que sí hay simbolismo, realismo y espiritualismo en mi
obra. Todo ello pretendo yo transfigurarlo a un poder de esencia en la forma,
en la transfiguración de la luz".
En el año 2000, a una pregunta de
Juan Cruz, Cristino de Vera respondía: "Sí, tengo miedo a todo, al tiempo,
a la muerte, a la enfermedad, los hermanos mayores se han ido. Tengo miedo a la
oscuridad".
La clausura de la exposición será el 25 de mayo de
2019.
CRÁNEOS Memento Mori
A Cristino de Vera
Del Barroco, de Valdés Leal,
a Damien Hirst.
De la vanitas a la ostentación.
De la fiesta de Todos los Santos
al pagano Halloween.
Celebración de los muertos
para regodeo de los vivos.
Día de los muertos en México
para devorar a los difuntos
con panecillos azucarados
de vivos colores.
El cráneo, la calavera,
donde se alojó el saber y el pensamiento
símbolo macabro de vida futura.
Boca descarnada, ojos vacuos,
extraídos del polvo de la tierra,
polvo quizás enamorado.
La vida es breve; el arte, largo.
Así lo pintan Luis Fernández,
Cristino de Vera...
La apoteosis de la
guerra de Basily Vereshchagin
Memento mori de
santos aplicados.
Cráneos, calaveras, constante
visual de la guerra, la vida y el arte.
Julia Sáez-Angulo
Madrid, 3/4/19
Cristino de Vera, artista visual
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