La muestra reúne 290 obras de temática muy diversa, desde temas con un claro componente social a los vinculados con la historia sagrada, los paisajes urbanos y el entorno cotidiano
Puede visitarse en las sedes de ambos museos hasta el 10 de enero de 2021
Isabel Baquedano
L.M. A.
En Pamplona, 10 de septiembre de 2020- El Museo de Navarra y el Museo Universidad de Navarra han inaugurado este jueves De la belleza y lo sagrado, la primera retrospectiva de la pintora navarra Isabel Baquedano (Mendavia, 1929 – Madrid, 2018), una de las artistas más personales de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX. La muestra, que puede visitarse en las sedes de ambas sedes hasta el 10 de enero, ha sido coproducida junto al Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde se expuso la pasada primavera.
Es la primera vez que pueden contemplarse en Pamplona los diferentes periodos de trabajo de la artista, figura preeminente de la conocida como Escuela de Pamplona y profesora de pintura de la Escuela de Artes y Oficios de la capital navarra. Allí fue maestra de gran parte de los pintores navarros contemporáneos.
El itinerario comienza a partir de los dibujos y trabajos de los primeros años 50, que abren la exposición en el Museo de Navarra. En total, se reúnen 290 obras, procedentes del fondo de la artista, museos, fundaciones y colecciones privadas. Además de las pinturas, se exponen fotografías, dibujos y documentos que permiten profundizar en la trayectoria de Baquedano. En palabras de Ángel Bados, comisario de la muestra junto a Miriam Alzuri, la aritsta fue “dueña de un dibujo limpio y decidido, y del color deslumbrante, la artista supo trabajar con rapidez e intensidad a la búsqueda de su propio estilo”.
El recorrido permite conocer el desarrollo artístico de Baquedano, cuyo trabajo evoluciona en pocos años desde la figuración realista de contenido social hacia iconografías de gran economía formal, cercanas en algunos aspectos al arte Pop. Es en los 70 cuando sus obras alcanzan cierta plenitud realista.
A pesar de los cambios de técnica en los diferentes periodos, las obras que se exponen en ambas sedes mantienen una misma función biográfica, “como si lo vivido y lo pintado fueran correlativos. Lo cual incita a pensar que la pintura le permitía tomar posición simbólica, en el mundo y con los demás, haciendo al espectador partícipe de su aventura, mediante el enigma latente de los cuadros y por su misma y rara belleza”, subraya Bados.
Baquedano fue evolucionando en su trabajo embebiéndose de las diferentes corrientes vigentes en su tiempo, dentro de su interés general por la Historia del Arte, pero interpretándolas de manera personal, siempre movida por su voluntad de aprender y disfrutar del proceso pictórico más que del resultado final, sin importarle ni el reconocimiento ni la fama. Su obra abarca una temática diversa, desde los temas con un claro componente social de sus primeras épocas, a los vinculados con el mundo clásico o la historia sagrada de su etapa final, pasando por otros vinculados con la estética simbólica, los paisajes urbanos o su entorno cotidiano.
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