sábado, 4 de febrero de 2023

ChatGPT: expectativas y sobreexpectativas




CARMEN CAMEY

ACEPRENSA

Un nuevo año, un nuevo miedo a ser reemplazados por robots con inteligencia artificial. El producto desarrollado por OpenAI, una empresa de la que son inversores Elon Musk y Sam Altman, entre otros, se llama ChatGPT y fue lanzado al público en noviembre de 2022. En sus pocos meses de vida, la herramienta ha causado furor en todos los sectores, desde la tecnología hasta la educación. Muchos de sus usuarios auguran que puede representar un cambio tan grande para la humanidad como lo fue la revolución industrial en su momento.

En esencia, ChatGPT es un modelo que ha sido entrenado con un gran conjunto de datos para comprender y generar expresiones naturales. Esta tecnología tiene la capacidad de responder preguntas, escribir textos completos y realizar tareas de traducción automática.

El temor del desempleo

Una de las principales características de ChatGPT es su capacidad para generar texto coherente y natural, lo que lo hace útil para una variedad de aplicaciones, como asistentes virtuales, chatbots y generación automática de contenidos. Con el aumento de la demanda de estas herramientas en el mundo digital, se espera que tenga un gran impacto en el mercado laboral.

En primer lugar, se espera que ChatGPT reduzca la necesidad de empleados para realizar tareas repetitivas, como responder a preguntas frecuentes. Esto podría llevar a la automatización de muchos trabajos, lo que a su vez podría tener un impacto negativo en el empleo en algunas áreas, como los call centers. También podrá convertirse en una herramienta para industrias como el periodismo, el marketing o la creación de contenidos. Con tan solo una solicitud, ChatGPT puede ahorrarles gran parte del trabajo a los redactores, pues es capaz de generar textos adecuados a diferentes campañas o situaciones:

Asimismo, podría tener un fuerte impacto en la educación. Es capaz de escribir redacciones, hacer comparaciones, responder a preguntas complejas y hacer suposiciones en base a los conocimientos que posee. Al pedirle que escriba un ensayo comparativo de la comprensión del concepto de juicio en Hannah Arendt y Tomás de Aquino, responde de manera elemental, pero correcta.

Por ello, tan solo dos meses después de su lanzamiento, ya han surgido herramientas de detección de texto generado por IA –al estilo de la herramienta Turnitin, que detecta texto plagiado–. Se ha probado también su uso en otras disciplinas, como la programación. Es capaz de proveer ejemplos de código –como el que apareces a continuación– para una aplicación que analice los extractos bancarios. En este caso, ChatGPT provee un ejemplo en Flask, pero su respuesta varía si se le pide lo mismo en español.

Los usos en diferentes disciplinas son innumerables. Es capaz, por ejemplo, de crear dietas para personas con diferentes condiciones y según parámetros distintos. En el ejemplo siguiente, se le solicita una dieta para una persona con resistencia a la insulina, pero la respuesta del chat puede mejorarse si se le añaden parámetros: dónde vive la persona, qué ingredientes usar, qué no le gusta comer, etc. 

En cuanto a su conocimiento de otros programas, se ha hecho viral en los últimos días el add-on de ChatGPT para Google Sheets, con el que puede usarse el poder de la inteligencia artificial directamente desde las tablas de Sheets: puede escribir fórmulas, categorizar la información, corregir, traducir, entre muchas otras cosas, directamente en las tablas.

Nuevos horizontes para el trabajo

A pesar de estos usos que podrían tener un impacto negativo en el empleo, se espera que ChatGPT cree nuevos puestos de trabajo en áreas como el desarrollo de software, la inteligencia artificial y el análisis de datos. Los profesionales que se especialicen en estas áreas tendrán mayores oportunidades de empleo a medida que la tecnología se vuelve más popular y se utiliza en más industrias.

No es la primera vez que se vive una fiebre de inteligencia artificial, a la que muchas veces sigue un bajón

Lo que sabemos con certeza es que la tecnología avanzada, ya sea de ChatGPT o de otras aplicaciones de inteligencia artificial, tiene el potencial de transformar el mercado laboral. Su impacto será negativo en algunos sectores que se beneficiarán de las posibilidades de automatización. Sin embargo, al reducir la necesidad de realizar tareas repetitivas, es posible que los empleados tengan la posibilidad de enfocarse en otras más valiosas y creativas, lo que podría tener un impacto positivo en la economía en general.

Inteligencia artificial ¿de verdad?

Muestra del poder de esta herramienta es la imagen que se muestra a continuación. En este caso, se le solicitó a ChatGPT escribir un artículo similar a este mismo. La respuesta del programa es acertada y correcta, y puede servir a redactores como una base o plantillas sobre la cual trabajar. La correcta introducción de indicaciones, la selección de palabras y el idioma en el que se realiza la consulta afectan la calidad de lo ofrecido por el software, que utiliza los datos disponibles en Internet para dar respuesta, en forma humana, a lo que se le pide.

Esto pone de manifiesto la diferencia que hay entre la inteligencia real y la inteligencia artificial. En realidad, la inteligencia artificial es un método de inferencia estadística, toma los datos que recibe de Internet y lanza una respuesta probable a las preguntas y solicitudes que se le realizan. Su poder viene de que las máquinas en las que ocurre son cada vez más rápidas y más capaces de aprender nueva información. Es llamativo incluso el salto en capacidades en diferentes versiones de la misma herramienta. El modelo original de GPT (Generative Pre-training Transformer) tiene 175 millones de parámetros, mientras que GPT-2 tiene 1.500 millones, y GPT-3 (el modelo actual), 175.000 millones de parámetros. A pesar de su gran capacidad para recabar datos, no existe una inteligencia artificial de propósito general que sea capaz de observar la realidad y sacar conclusiones de algo nuevo a partir de datos que no le han sido dados previamente.

Por ello, vemos que la inteligencia humana sigue siendo especialmente capaz de enfrentarse a los cambios y a la incertidumbre, habilidades que la inteligencia artificial no posee. De hecho, según explican algunos expertos, no es la primera vez que se vive una fiebre de inteligencia artificial, a la que muchas veces sigue un bajón, al comprobarse las limitaciones de la tecnología. Por ello, parece ser que, al menos por el momento, la inteligencia humana tiene mucho campo para aportar en la toma de decisiones y en hallar soluciones novedosas en contextos inéditos.

Inteligencia o imitación

La inteligencia artificial ha provocado en más de una ocasión la expectativa de una capacidad consciente de razonamiento o conocimiento. Algunos, como el ingeniero de software de Google Blake Lemoine, han llegado a afirmar que sus productos tienen conciencia propia. Sin embargo, hasta el momento y por lo que podemos conocer de la tecnología, esto parece ser más bien un reflejo de conciencia, una imitación de las capacidades humanas.

Así, las máquinas responden con lenguaje humano y esto es confundido con una conciencia. Sin embargo, la máquina no tiene comprensión de lo que dice y esta es la diferencia esencial. No es lo mismo saber un dato que saber lo que se sabe. Aunque puede simular una comprensión y una respuesta humanas, no tiene la capacidad de pensar o razonar por sí mismo.

Además, la misma máquina lo reconoce. Cuando se le pregunta a ChatGPT por su propia conciencia, responde:

No; como una IA, no tengo conciencia. La conciencia se refiere a la capacidad de tener experiencias internas y sentir, y yo soy solo un programa informático diseñado para procesar y generar texto. Mi capacidad se limita a responder preguntas y generar texto a partir de una entrada dada, pero no tengo la capacidad de tener experiencias internas o sentir.

Un uso responsable

Finalmente, para dar una imagen completa de lo que supondrá la utilización de productos como ChatGPT de forma generalizada en nuestra sociedad, es interesante plantearse ciertas consideraciones éticas. Para comenzar, el tema del sesgo que pueden tener estas tecnologías debe tenerse en cuenta al utilizar sus resultados. Estas herramientas aprenden de un conjunto de datos específico que les ha sido brindado, pero datos generalmente sacados de libros e Internet, que pueden contar con prejuicios e ideas preconcebidas que el modelo aprenderá e imitará. Por ello, será interesante ver cómo las empresas que desarrollen estas tecnologías se aseguren de que el conjunto de datos utilizado sea representativo y no perpetúen estereotipos. Un ejemplo de cómo esto puede ocurrir es el caso de Tay, el bot de Twitter creado por Microsoft, que fue dado de baja 16 horas después de su lanzamiento por tuitear mensajes discriminatorios y de odio.

Por otro lado, la transparencia deberá ser exigida por los usuarios de forma que se garantice que el funcionamiento de las herramientas pueda ser comprensibles para ellos y que se brinde información clara sobre cómo se utiliza el modelo. De esta forma se evitarán conflictos por el uso indeseado de los datos o la información que los usuarios brinden al software o por desigualdad en el acceso de la tecnología. También es importante recordar que, como toda herramienta, no es sujeto de deberes y, por tanto, las personas que lo empleen deberán hacerse responsables del uso que se dé al contenido generado por ChatGPT.

Más información

https://www.xataka.com/basics/chatgpt-que-como-usarlo-que-puedes-hacer-este-chat-inteligencia-artificial

1 comentario:

Emilio Porta dijo...

Si faltaba algo para deshumanizar la cultura y crear opinión pública mayoritaria ya lo tenemos aquí. Soy un defensor del humanismo y tremendamente crítico con el transhumanismo. La tecnología es progreso y cualquier tiempo pasado, evidentemente, fue peor. Pero la tecnología puede ser utilizada por los poderes fácticos para uniformar las sociedades, para que el individuo pierda su libertad, para que el pensamiento humano pierda capacidades y el mundo se convierta en una distopía. Huxley y Orwell fueron, sin duda, unos visionarios, como lo fue Verne anteriormente. Ya ha empezado a ocurrir. Los bots existen en las redes, en twitter, en facebook, en los seguidores de los you tubers. También se crean anrtículos de opinión y se dsitribuyen noticias a partir de los intereses políticos y empresariales, los algoritmos eligen perfiles para puestos de trabajo, nos intentan vender cosas sin que las pidamos, el control es cada vez mayor en todo. No vamos hacia la libertad, sino hacia la uniformidad y esto se nota en los medios de comunicación, en los discursos de los dirigentes en todos los sectores. Vamos camino de una sociedad a la que se les vende la idea de libertad pero que termina cautiva de su teórica puesta en práctica. La verdadera cultura, el arte,los ha ha creado el ser humano. Y el robot debería estar a su servicio, no terminar ofreciendo las llaves de nuestra vida,no a los robots, sino a los poderes que han decidido que sean ellos los que creen "un mundo feliz", como Aldous previó con su mente, su capacidad de pensador y escritor. Y su conciencia. Ya sabemos que la IA no la tiene. Pero es posible que algunos grupos que la utilicen tampoco la tengan. Conciencia, alma, lo que llamamos espíritu y alma.