Víctor Morales Lezcano
Hay épocas históricas −de diferente duración temporal− en las que, para designarlas, se ha impuesto el genérico de “tiempos revueltos”, que también suelen ser “tormentosos”.
La pregunta del millón en estos momentos sería formulable como sigue. ¿El final de la Guerra Fría (1947-1991) abrió paso a unos tiempos revueltos y tormentosos como los que se vienen desplegando en las relaciones internacionales a partir del principio del siglo XXI? Porque no olvidemos, tampoco, que en el período de Entreguerras se abrió un paréntesis del orden mundial (Tratado de Versalles) repleto de “congestiones” que estuvieron caldeando la atmósfera internacional hasta el 1 de septiembre de 1939, cuando las divisiones del ejército alemán invadieron Polonia. Aquella invasión fue para Londres y París un definido casus belli.
Abundan hoy varios ecos de inspiración retrospectiva que presagian con excesivo desenfado el temible desencadenamiento de uno o más conflictos bélicos, excluyendo aquellos que llevan hirviendo hace cerca de dos años en el suelo de Ucrania desde el 24 de febrero de 2022, o a partir del 7 de octubre de 2023, como acaba de suceder en Tierra Santa, o sea en la franja de la Gaza palestina y en el territorio soberano del Estado de Israel. Sobre este último conflicto armado y devastador para ambos contendientes (Hamas versus Israel versus Hamas) acaba de celebrarse en Madrid el Foro sobre las mutaciones del Terrorismo Global. Este foro ha sido organizado por el Real Instituto Elcano y desarrollado en la sede de la Fundación Ortega Marañón (FOM). Fernando Reinares y Carola García-Calvo fueron los moderadores de los dos paneles en que se dividió esta oportuna convocatoria.
La conclusión del Foro vino a parar mientes en que no solo el terrorismo de inspiración islámica sino incluso el revival del viejo atavismo del antisemitismo están haciendo peligrar una Unión Europea que hasta el momento solo ha venido a proporcionar fórmulas y herramientas poco resolutivas para la disolución de varios conflictos concomitantes, sean económicos, sean diplomáticos o incluso bélicos como los que han estallado en la frontera ruso-ucraniana y en la supuesta inviolable Tierra Santa de las tres religiones del Libro.
La inadecuación de los medios puestos al servicio del inveterado ideal de la paz negociada como sistema de la convivencia europea (y mundial) fue subrayada frecuentemente en la experiencia de simbiosis institucional que han llevado a buen fin las dos fundaciones promotoras del Foro aludido.
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