Julia Sáez-Angulo
9/12/24 .- Madrid.- Hay citas periódicas con artistas amigas, que siempre son gratas y sirven para reciclarnos en nuestras vidas. Por supuesto, con una comida por medio, en este caso junto a la pintora Carmen Feijóo, con sopa de marisco y rape con patatas panaderas y pimientos, amén de espuma de yogur con fresas y helado para rematar la faena.
Nuestras citas gastronómicas y de conversatorio particular tienen lugar en el restaurante Los Montes de Galicia, donde nos tratan bien y nos reservan una buena mesa. Está dirigido por José Espasandín Pereira, que nos saluda con deferencia. Ahora, su hijo, más joven y más alto que él, también lo hace. La periodicidad del encuentro amistoso suele ser trimestral, lo que viene bien para “tener algo que contar”, como se dice en la peregrinación del Rocío.
Carmen Feijóo (Valladolid, 1937), residente en Madrid, y yo hemos quedado de nuevo para después de Reyes, pero por hache o por be, siempre se retrasan nuestras convocatorias. Las citas médicas o las cuestiones imprevistas las suelen prolongar.
La pintora está embarcada en retratos de niños, en este caso orientales, en sepia y sanguina. Es un encargo. Los niños no son fáciles para posar, pero Carmen tiene oficio y destreza para solventarlo. Le gusta trabajar despacio, y la familia no le urge. Así lo disfruta más. También anda enredada con un bodegón en marcha, género que lo ha bordado siempre.
Las pequeñas miserias domésticas detienen y enredan las cosas. “He tenido una prolongada gotera en el estudio”, cuenta Carmen, y "eso me ha descontrolado un poco. Lo peor es que me han desaparecido dos cuadros y uno de ellos era muy apreciado por mí, porque estaba muy presente la pincelada de Rogelio García Vázquez, un gran maestro. Mi maestro”.
La pintora cuenta que se acerca poco al centro de Madrid, porque hay tanta gente que teme que los empujones la tiren al suelo. Desde mi última caída estoy más frágil, aunque no lo parezca y he de ser prudente”. Con su hija Paloma, se acercó al Salón de Otoño de este año en la Casa de Vacas del Retiro y disfrutó viendo la muestra y el parque, que tantas veces ha llevado a sus cuadros.
Mantiene conversaciones con colegas pintoras, en un grupo de whatsapp que se llaman “las amigas de López Berrón”, con Rosa María Manzanares, la esposa de Eugenio, a la cabeza. ¡Bendito invento el de teléfono móvil para muchas cosas buenas!
Carmen Feijóo, que tiene mucha familia en América, está contenta, porque han venido a verla sus hijos y nietos de los Estados Unidos. Su nieta –“está hecha una americana alta y grandota”, estudia ingeniería de automóviles en Atlanta. También ha viajado su hermana Adelaida Feijóo, de Bogotá, que siempre les trae bonitas joyas colombianas. “No me puedo quejar. Estoy bien atendida”, dice la pintora con satisfacción.
Hablamos también de antigüedades, un negocio muy familiar de su hermano Francisco Feijóo, seguido hoy por sus hijos. “El amor a las antigüedades nos viene de mi madre. En la calle Gamazo de Valladolid, teníamos una casa de 300 metros cuadrados, con un pasillo muy largo, donde colgaban tapices de los Gobelinos… Yo no sé de dónde le vino esa gran afición de mamá a las antigüedades. Una familia que venía de Cigales, donde se da un buen vino”.
El conversatorio va y viene del presente al pasado remoto o intermedio. No nos faltan temas, más allá de la misma pintura. En la próxima cita, más.
Más información
https://lamiradaactual.blogspot.com/2022/05/carmen-feijoo-exposicion-colectiva-con.html
Carmen Feijóo y su hija Paloma
Carmen Feijóo, pintora
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