sábado, 17 de octubre de 2009

Ciria expone sus pinturas en un Museo de Arte Contemporaneo en Chile



Julia Sáez-Angulo

El pintor español José Manuel Ciria (1960) expone sus últimos trabajos en pintura bajo el título de “Rare Paintings” en el Museo de Arte Contemporáneo de Chile hasta el 22 de noviembre próximo. El artista está llevando a cabo una muestra itinerante de su obra por diversos museos de América Latina. Hasta ahora lo ha hecho en Buenos Aires y Santo Domingo. La exposición se ha la llevado a cabo en colaboración con la Fundación FIART de Madrid; el curador de la misma es Carlos Delgado

De los artistas surgidos en los 80, Ciria es el más versátil y proteico. Basta seguir el pulso y el ritmo de sus series pictóricas para ver como va mutando en una particular metamorfosis, en la que la abstracción y la figuración se van envolviendo, dando la mano, desgajándose en una suerte de movimiento perpetuo. Formas y color se debaten en sus cuadros; figuras alusivas a la realidad o formas sin referencia alguna que combaten por ocupar el protagonismo del cuadro. Una pintura, la misma pintura de autor, que se va fragmentando en sucesivos cuadros, en diferentes versiones y visiones de una creatividad continuada y casi infinita, como los pliegos del gran mapa del cuento de Borges, de aquel personaje cartógrafo que, en busca de la perfección de su mapa, necesitaba ser cada vez más precso para envolver con él todo el planeta.
La personalidad del pintor Ciria, se traviste en el juego de su pintura; aparece y desaparece en su propia dinámica, con una energía que se traduce en un trabajo indagador y constante, casi como el de un niño juguetón e hiperactivo que temiera la huida de lo entrevisto -por su gran capacidad intuitiva, investigadora y creativa- y lo atrapara de inmediato en la superficie del soporte, lienzo o papel.
¿Que mueve a Ciria a esta elaboración gozosa de la pintura? A la vista atenta y despaciosa de sus cuadros, se intuye que es el íntimo gozo de pintar, su gusto por la elección del color, el arrebato por la aplicación del pigmento o el desahogo en la factura del gesto controlado en las formas. Los temas o trasuntos pictóricos de sus series dinamizan el punto de partida para extraer, de uno o varios aparentes iconos, una morfología de manchas singulares y frenéticas que se turnan, alternan o invaden sin caer jamás en lo modular o la fácil plantilla única.

De la silueta humana a la abstracción

La figura, la silueta del cuerpo humano fue punto de arranque en la obra de Ciria y, aunque en los 90, su paso a la abstracción se hizo rotunda, en algunos de sus cuadros no abandona la idea de la figura humana a base de formas que aluden a masas corporales, homínidos, personajes, muñecos u elementos formales, que insinúan por fuerza al hombre, al cuerpo o al ser humano como elemento de sugerencias. Así sucede, por ejemplo en su cuadro “Figura. Máscara desocupada”, donde se aprecia con claridad un rostro con ojos, boca y orejas algo alarmantes, que mira entre inquieto y asustado. Quizás en este campo se haga realidad lo que algunos historiadores han calificado como la nostalgia del cuerpo humano o la ausencia del hombre en el repertorio del arte contemporáneo.
El cromatismo de Ciria sigue restallando en sus diálogos de rojo y negro junto al blanco y a los ocres matizados. Una suerte de puntillismo, fruto de una sacudida controlada de pincel, a modo de “azar controlado”, suaviza y envuelve la composición, al tiempo que evita la sensación de formas rotundas, recortadas, solas y frías sobre el soporte.
En suma, nos encontramos ante un pintor/pintor. José Manuel Ciria es un artista que apuesta por la pintura, porque cree y ha creído en ella, porque con ella ha sido capaz de atravesar con holgura los escollos duros que trataban de derrocarla. Sabe a fondo de su lenguaje, de sus posibilidades de dicción, de su capacidad de metáfora y de sugerencia cromática, de su eventualidad de trasvase, de sus dotes para el drama, incluida la abstracción... La pintura no morirá mientras haya artistas inteligentes que la practiquen.
Vista su fecunda trayectoria de casi tres décadas en el circuito artístico, de su afirmación gozosa y libre ante cada obra, de su seguridad conceptual, formal y alusiva, para no repetirse en cada cuadro, una se ve tentada a llamar a Ciria el sabio defensor de la pintura o, con más propiedad aún, “el señor de la pintura”, capaz de ejecutar el gran libro o el enorme mapa de la pintura a base de las páginas singulares y diferentes, con sus distintas series y cuadros. En suma, un pintor inagotable.



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