Julia Sáez-Angulo
Vive en lo alto de los montes de la sierra de la Demanda, en la Rioja. Un paraje paradisíaco a las afueras del municipio de Estollo, donde la casa, el taller y la sala de exposiciones ocupan un amplio espacio, en medio de una fértil vegetación y el silencio circundante que invitan a Santiago Barrio a la creatividad como artista vidriero. Son centenares los vitrales de catedrales, iglesias, ermitas, palacios y casonas que han pasado por sus manos, unas para restaurar y otras para reponer. Del arte del vidrio lo sabe todo y eso se refleja en sus archivos bien argumentados, acordes con su excelente biblioteca especializada. Se considera "el último discípulo de la escuela francesa de Maumejean".
El trabajoque le absorbe más tiempo en estos momentos es la localización, inventario y catalogación de todas las Vidrieras de La Rioja, por encargo de la Consejería de Cultura. “Es una tarea que llevo a cabo siguiendo los valles de los ríos que atraviesan la región”, explica el artista vidriero, orgulloso de algunos de sus hallazgos como la vidriera renacentista del convento de monjas en Casalarreina. “Se trata de un escudo heráldico de cardenal con el capelo y las cuatro borlas, con el apellido de los Velasco, jaquelado de cinco y siete órdenes, ocho de oro y siete de veros. Es una rareza y un milagro que se conserve. Me eché a llorar de la emoción cuando la vi”
A Santiago Barrio (Villafranca de los Montes de Oca. Burgos, 1949) le ayuda su hijo Nuño con el que actualmente trabaja en una gran vidriera de nueva creación sobre San Blas, obispo de Sebaste, porque este año es el prior de la cofradía del santo. Junto a ella, en otra mesa, restaura una vidriera neoclásica de la logroñesa iglesia de San Bartolomé, de la que resalta la perfección del dibujo de los rostros en el vidrio. “Miré: la fechoría un tiro de perdigón”, se lamenta.
Barrio ha expuesto sus obras en sitios de prestigio como el Centro Internacional de Vidrieras en Chartres Francia), la Real Academia de San Fernando (Madrid), la catedral de Santo Domingo de la Calzada –que en 2009 celebra año jubilar-; en el monasterio de San Millán, en la Fundación Santander... El gran teórico de la vidriera en España, el historiador Víctor Nieto Alcalde, cita a este artista vidriero como uno de los mejores de la escuela centroeuropea
“La vidriera es cristal y plomo y hay que dar protagonismo a ambos materiales. Los modernistas catalanes esconden el plomo, pero yo no porque ayuda a mejor dibujar y sostener. Siempre huyo del perifollo mediterráneo; mi formación es más centroeuropea”, aseguro Barrio al tiempo que muestra sus piezas abstractas en la sala de exposiciones que tiene en su propiedad. “Son abstracción de lo concreto”, subraya. Recientemente ha trabado en un biombo de encargo para unos norteamericanos de Colorado. También en dos homenajes, uno a Matisse y el otro a los viejos vidrieros. El primero surgió a raíz de la contemplación de un retrato fauvista del francés en el Museo del Hermitage en San Petersburgo.
“Rouault era un artista hijo de vidriero, como yo, y eso se nos nota a la hora de trabajar. Hay que tener arte y oficio para que las obras sean de uno al cien por cien”, recuerda Santiago Barrio, para quien la restauración de vidrieras históricas es sagrada: “Ha que actuar con espíritu de conservador y mantenimiento para al menos otros doscientos años, sin añadir nada propio porque iría contra la lectura histórica. En la vidriera, el aporte es la misma obra, el pasado”.
“El modernismo llegó a las vidrieras de La Rioja a través de la filoxera y, por tanto del vino. La mayoría de las vidrieras que se conservan son del XIX o principios del XX, de las escuelas francesas de Maumejean (Pau) y Dagrande (Burdeos)”, explica Barrio, orgulloso de su arte y oficio. “Un trabajo de cientos de años que ha dado joyas en la Historia del Arte”.
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